El uso de “posturas de alta potencia” parece ser una ilusión y hasta podría jugar en contra.
Universidad de Pensilvania / Clúster Salud. Se trate de un empleado respirando hondo e inflando el pecho antes de entrar a pedir un aumento de sueldo, de una secretaria que enfrenta a su jefe colocándose ambas manos sobre las caderas o del equipo de rugby de Nueva Zelandia haciendo el “haka”, se trata de lo mismo: buscar “una postura de alta potencia”.
¿Qué significa eso?
La idea básica es impresionar o asustar al otro pareciendo más grande. Se trata de que el cuerpo ocupe más espacio (no es el color verde lo que nos asusta de Hulk, sino que sea una mezcla de toro y gorila que fue al gimnasio). En cambio, una “postura de baja potencia” supone achicarse, constreñir el área que un cuerpo ocupa: no por nada en algunas sociedades cuando alguien se echa hacia atrás, deja un combate real o simbólico se dice que “arrugó”.
La idea detrás de las “posturas de poder” plantea, entonces, que colocarse en una posición física "poderosa" hace sentir psicológica y fisiológicamente más fuerte. La idea es intuitivamente atractiva, especialmente para las personas sin mucha confianza. Y las que no tienen poder.
Hay un problema: simplemente no es cierto.
Es lo que afirman Coren Apicella y Kristopher Smith, investigadores de la Universidad de Pensilvania . Ambos trataron de replicar el estudio original que reveló que había un aumento de testosterona cuando las personas se colocaban en estas posturas de poder.
El trabajo citado (de Dana Carney, Amy Cuddy y Andy Yap) recibió mucha atención cuando apareció en 2010, en la revista Psychological Science. Informaba de aumentos en los sentimientos de poder, toma de riesgo y testosterona, y una disminución en el cortisol (hormona del stress). En cambio, los investigadores de Pensilvania no encontraron apoyo para ninguno de los efectos originales.
“Lo que nosotros descubrimos, si es que puede llamarse así -porque somos escépticos de estos resultados, porque queremos replicarlos – es que, si usted es un perdedor y usted toma una postura física de ganador o pose de alta potencia, su testosterona disminuye”, dijo Apicella.
En otras palabras, expuso Smith, “la gente podría no ser capaz de"falsificarla (la postura) hasta que lo hagan (de verdad tengan poder)", y que de hecho (intentarlo) podría ser perjudicial”.
La pareja comenzó a trabajar en este estudio hace dos años, con el objetivo de poner el concepto de postura de poder en un contexto ecológico relevante basado en la teoría evolutiva. Optaron por utilizar como punto de partida la noción de ganadores y perdedores.
Antes de una competición, los animales hacen sus cuerpos tan grandes como sea posible, rechinando sus dientes, haciendo que sus cabellos permanezcan se ericen. En algunas situaciones, los seres humanos también pueden mostrar muestras de autoconfianza destinadas a intimidar a un oponente.
Justamente, “sabemos que las hormonas cambian en este contexto competitivo, especialmente la testosterona”, dijo Apicella, refiriéndose a un conocido hallazgo llamado “efecto ganador-perdedor”. Esto se refiere a que “los ganadores experimentan un aumento relativo de la testosterona en comparación con los perdedores. La teoría evolutiva dice que, si se acaba de ganar una interacción competitiva, esa testosterona puede estar motivando (al ganador) a tomar parte en competencias futuras”. En cambio, “si usted perdió, es decir, retrocedió, usted no quiere que le vuelvan a patear el trasero otra vez”.
Con esa mirada como telón de fondo, los investigadores llevaron a casi 250 hombres de edad universitaria de la región de Filadelfia a participar en su estudio. Los participantes proporcionaron una muestra de saliva para ofrecer una medida de referencia para los niveles de testosterona y cortisol, y luego una persona fue declarada el hombre fuerte, el otro el hombre débil.
"Entonces les pedimos que hicieran una pose de potencia alta, baja o neutral", explicó Smith, basado en una colocación aleatoria en uno de los tres grupos.
Mientras posaban, los sujetos de estudio veían las caras (de oponentes) en una pantalla, las mismas imágenes utilizadas en el estudio original. Luego, 15 minutos más tarde, los investigadores tomaron una segunda muestra de saliva para medir las mismas hormonas.
¿Resultado? "No encontramos ningún apoyo para esta idea de la cognición incorporada (que las posturas modifiquen la psicología y la fisiología)", dijo Apicella.
En cuanto a los resultados potenciales que muestran que las posturas de poder podrían realmente causar daño, los científicos describen en su artículo una serie de estudios en la década de 1970 que preguntaban por qué los gorriones de bajo nivel simplemente no falsificaban pertenecer a un ránking “social” más alto. Un investigador probó esto pintando plumaje de pájaros de bajo nivel para que coincidiera con el de las aves dominantes. “Los pájaros de alto rango legítimo persiguieron a los 'falsificadores'”, escribieron los investigadores. Lo ocurrido no es extraño: el “arribismo” es castigado no sólo en las sociedades humanas jerárquicas, sino en general entre todos los mamíferos y aves que se organizan de esa manera.
Así, “nuestro estudio está más en línea con esos resultados”, dijo Apicella. “Esta fue una de varias pruebas que no fueron en la dirección predicha por la cognición incorporada”.
Los hallazgos actuales no son los únicos que sugieren que los efectos de poder no son reales, agregando a la evidencia que se ha acumulado desde el estudio de 2010. Algunos dicen que la incapacidad para replicar que el primer trabajo no importa, que van a seguir aplicando sus resultados de todos modos.
Pero para los científicos que trabajan en los campos de las ciencias sociales, esto hace una gran diferencia. No es un caso único. Existe lo que se ha calificado como una crisis de replicación para la psicología. Disciplina en que, un análisis de 100 artículos publicados, reveló que sólo el 36% mostró replicaciones con hallazgos significativos.
“Como científicos, nos preocupamos por la verdad”, aseveró Apicella. "Hay tanto escepticismo acerca de la investigación en general, especialmente la investigación que sale de las ciencias sociales. Con ese fin, y especialmente dadas las réplicas fallidas recientes, Apicella advierte a los investigadores que continúan trabajando en este tema para que no lo hagan a la ligera.
El tema es complejo. No es imposible que en el caso de grupos de iguales en lucha contra terceros, como un equipo de fútbol o una unidad militar, el “aleonamiento” vía actitudes físicas sí produzca efectos, pero en el caso de individuos, “incluso si las posturas de poder se encontrara que funcionan en el corto plazo”, dijo la experta, “no sabemos si podrían ser contraproducentes a largo plazo”. De hecho, no deja de ser decidor que el gigante Hulk, básicamente un hombre que se rebela contra los abusos de los poderosos o criminales, siempre vuelva a una postura más relajada.