De acuerdo con información del canal ABC7NY, en enero del 2008 Rachel Palma comenzó a notar cambios en su salud: dejaba caer objetos sin explicación y comenzó a olvidar palabras.
¿Qué puede ser peor que encontrarse un asqueroso gusano? Tener uno en el cerebro, sin duda.
Esto lo aprendió a la mala una mujer de Nueva York que vivió, sin saberlo, con un gusano durante un año.
De acuerdo con información del canal ABC7NY, en enero del 2008 Rachel Palma comenzó a notar cambios en su salud: dejaba caer objetos sin explicación y comenzó a olvidar palabras.
Sumado a esto, tenía pesadillas y alucinaciones, por lo que decidió acudir con un experto a que le dijera qué tenía.
Siete meses más tarde, un especialista en Mount Sabai le practicó una resonancia magnética donde apareció lo que parecía ser un tumor cerebral.
Cuando entró a cirugía los doctores notaron que una taenia (también conocida como solitaria) se deslizaba por el cerebro de Rachel.
Normalmente las solitarias salen del cuerpo al tomar antibióticos, sin embargo, el gusano en el cerebro de Rachel había crecido tanto que debió ser retirado con la operación.
Ella, lejos de preocuparse, celebró que sus padecimientos hubieran sido provocados por un parásito y no por un tumor cerebral, que resulta altamente mortal.
"Dejé de hacer preguntas y comencé a celebrar y aprovechar al máximo la vida porque en un instante se puede ir. Pensé que es asqueroso. No sabía que pensar. Me sentí aliviada en ese momento de que no era cáncer y de que no necesitaría tratamiento adicional. No me gustaría especular sobre cómo podría haberlo contraído porque no lo sé”, declaró a la revista Livescience.