Escuelas públicas de Nueva Delhi han agregado una nueva asignatura a sus clases: la "Felicidad". No hay exámenes, ni notas, ni tareas.
En un temprano sábado por la mañana, el único ruido en las clases del colegio Kautilya Sarvodaya Bal Vidyalaya, en el sur de Nueva Dehli, es el del ventilador del techo. Docenas de estudiantes están sentados en las sillas, con las manos reposando sobre las rodillas y los ojos cerrados.
"Relajen sus tensiones, concéntrense en su respiración. Imagínense que están haciendo algo que los haga feliz”, explica el profesor Akhilesh Chouhan.
En la siguiente clase, otro profesor les pide a los estudiantes que den las gracias por algo. "Mi madre me cocinó mi almuerzo con mi verdura favorita”, dice Ankita, de 11 años de edad. "Le estoy agradecida por ello”, añade.
Alto nivel de estrés. Estas "clases de felicidad” de 45 minutos de duración están ideadas para que los colegiales se sientan relajados, reflexionen sobre las cosas positivas y puedan sobrellevar mejor su vida cotidiana. No hay libro de textos, ni exámenes, ni deberes.
Se trata de una iniciativa del gobierno de Nueva Dehli, que puso en marcha el Dalai Lama, y está funcionado en las 1.000 escuelas públicas de la capital de la India. El programa consta de meditación, historias inspiradoras y actividades. Alrededor de 50.000 profesores han sido entrenados y cerca de un millón de niños está practicando cada día en sus clases.
Es, sin duda, un proyecto revolucionario en un país conocido por su rígido sistema educativo, que presiona a los estudiantes para que consigan muy buenas notas y fomenta el aprendizaje de memoria.
Muchos culpan a este sistema escolar del estrés, la ansiedad, la competencia despiadada para poder acceder a las mejores escuelas del país y, así como del auge de suicidios entre estudiantes. "Estamos generando médicos, ingenieros y contadores que son ambiciosos y competitivos", dijo C. Verma, directora de la escuela Kautilya Sarvoydaya Bal Vidyalaya. "Pero, ¿estamos pensando si así producimos seres humanos decentes, buenos y amables?", preguntó.
Escuelas caóticas. Muchos educadores trabajan con el gobierno de Nueva Delhi para reformar las escuelas del gobierno de la ciudad que, como en otras partes del país, han sufrido durante años por la inestable infraestructura, la enseñanza deficiente y el abandono.
En los últimos años, el gobierno liderado por el Aam Admi Party, (Partido del Hombre Común), ha aumentado el gasto en educación, que ahora representa el 26% del presupuesto de la capital para 2018.
Los expertos han incluido una gran cantidad de nuevas ideas, como clases especiales para niños con problemas de aprendizaje, mejores instalaciones y el impulso a los padres para que participen más en los temas escolares.
Las clases de felicidad son parte de dicha transformación.
"Todo nuestro sistema educativo está orientado en obtener altas calificaciones y aprobar exámenes, pero no está enfocado en alentar a los estudiantes a pensar, a reflexionar sobre sus propias acciones y en el impacto que tienen en la sociedad", dijo Atishi Marlena, exasesora del gobierno y una fuerte impulsora de las reformas educativas de la capital.
La infelicidad de la India. Aunque se le denomina la democracia más grande de mundo y aunque recibe miles de visitantes anuales buscando iluminación, las cifras dicen que India es de las naciones menos felices del globo: ocupa el puesto 133 de 155 países en el Informe de Felicidad Mundial de 2018.
El experimento de Nueva Delhi está inspirado en el país vecino, Bután. El pequeño país del Himalaya fue pionero en usar el índice de Felicidad Nacional Bruta, a principios de la década de los 70, para medir su desarrollo como alternativa al indicador del PIB.
En 2009, Bután introdujo un plan de estudios de "Felicidad". Desde entonces, al menos 12 países, incluidos Perú y México, han experimentado con clases similares en las escuelas.
En Nueva Delhi, las clases de felicidad adquieren un significado adicional. La mayoría de los niños en las escuelas públicas provienen de entornos económicos pobres. A menudo, los alumnos proceden de hogares desestructurados, monoparentales, con violencia doméstica o abuso de alcohol.
Las clases de Felicidad comenzaron hace un mes y ya se pueden apreciar cambios."El objetivo es lograr que los estudiantes estén más concentrados y comprometidos", dijo el maestro Akhilesh Yadav. "Ya noto que muchos estudiantes muestran más interés. Muchos ahora vienen regularmente a la escuela y participan más", añadió.
Las paredes de la escuela también llevan mensajes inspiradores del Dalai Lama, entre otros: "Aprendí en la clase de Felicidad a tener más fe en mí mismo y a disfrutar de la escuela".
El director C.S Verma dijo que esto es solo el comienzo y que llevará tiempo antes de que se pueda evaluar el impacto de las clases de felicidad. Sin embargo, él tiene un pesar. "Realmente me gustaría que estas clases de Felicidad ya se hubieran impartido cuando estuve en la escuela", dice riéndose.