El índice al que el BoJ presta atención, que elimina el efecto de los costos de los alimentos y la energía, subió un 0,4% en marzo, igualando el aumento anual en febrero.
La inflación subyacente de Japón repuntó ligeramente en marzo respecto al mismo mes del año anterior, pero se mantuvo alejada del ambicioso objetivo del 2 por ciento del Banco de Japón, en una señal de la creciente presión que enfrenta el banco central.
Durante el último año, las autoridades han tenido que lidiar con una desaceleración de la demanda mundial, ya que la guerra comercial entre China y Estados Unidos golpeó al comercio mundial y a los exportadores japoneses. Esto ha dificultado aún más la tarea del Banco de Japón de avivar la inflación.
Los datos del viernes mostraron un aumento de un 0,8 por ciento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) a nivel nacional, que incluye productos derivados del petróleo pero excluye los costos volátiles de los alimentos frescos, en comparación con la mediana de estimaciones del mercado de un 0,7 por ciento. En febrero, la inflación anual al consumidor alcanzó un 0,7 por ciento.
El índice al que el BoJ presta atención, que elimina el efecto de los costos de los alimentos y la energía, subió un 0,4% en marzo, igualando el aumento anual en febrero.
El banco central está en un aprieto. Los años de impresión de grandes cantidades de dinero han reducido la liquidez del mercado de bonos y han afectado las ganancias de los bancos comerciales, lo que ha despertado preocupaciones de que su programa de estímulo no sea sostenible.
La inflación moderada ha dejado al BoJ muy lejos de sus pares en el retiro del estímulo, incluido Estados Unidos, donde la política monetaria tuvo un mayor impacto.
Algunos economistas también sostienen que al BoJ le quedan pocas municiones para luchar contra otra grave recesión económica.
También hay una opinión creciente en los mercados de que la inflación subyacente al consumidor podría enfriarse en los próximos meses, a medida que las recientes caídas de los precios del petróleo empujen hacia abajo las facturas de gas y electricidad. Tal escenario podría presionar al banco central para presentar algunas medidas para impulsar los precios.