Jerry Haar es profesor y decano asociado del College of Business Administration de Florida International University.
Con la reciente publicación del informe del Banco Mundial "Doing Business 2011", América Latina y el Caribe tienen mucho que celebrar con más avances que disminuciones en las categorías clave de la conducción de negocios.
México y Perú obtuvieron el primero y segundo lugar, respectivamente. Para México, el logro fue una inyección muy necesaria en el brazo, a la luz del hecho que las últimas inyecciones hayan sido los intercambios entre los cárteles de la droga y entre los cárteles y la policía, con muchos civiles atrapados entre el fuego cruzado.
En el caso de Perú, su gran logro es un testimonio de reconocimiento puro y duro del gobierno de que los precios de las materias primas (minerales, en este caso) bien podría aumentar el PIB a cerca de dos dígitos, pero esta hazaña es irrelevante para la realidad del día a día de los negocios en ese país.
El informe "Doing Business" es un barómetro útil para gente de negocios y una guía práctica para los responsables políticos de las evaluaciones y proyecciones macroeconómicas de la política fiscal y monetaria; las tasas de interés, la balanza comercial, y similares. "Doing Business" se centra en los circuitos eléctricos y de plomería de la realidad para hacer negocios.
Sin embargo, antes de que los funcionarios del gobierno mexicano abran las botellas de tequila y sus homólogos peruanos viertan grandes vasos de pisco sour para celebrar, tienen que tener en cuenta el hecho de que en el mundo cada vez más globalizado y competitivo, de la economía basada en el conocimiento, la facilidad con la cual un residente de clase obrera de Lima pueda abrir un salón de belleza, o una empresa minera multinacional puede obtener un permiso para ampliar sus operaciones de extracción de cobre son medidas necesarias pero insuficientes de la competitividad empresarial.
En el siglo 21, las políticas macroeconómicas y un entorno empresarial hospitalario deben ser comandados por la innovación: procesos, productos y servicios. En ese sentido, América Latina y el Caribe están quedando terriblemente rezagados.
El "Global Innovation Index", producido por el INSEAD, una de las principales escuelas de negocios europeas, destaca el pobre desempeño de la región. Ningún país de América Latina o el Caribe figura entre los primeros 25 en el índice.
Entre más de 100 países, las puntuaciones más altas van a Costa Rica (41) y Chile (42), seguido por Barbados y Trinidad y Tobago. Brasil está en el puesto 68, México 75, y Venezuela, 124 (cerca de la parte inferior de la clasificación).
Para desarrollar una "cultura de potenciar la innovación", en primer lugar deben mejorar los pilares de la innovación: la educación, la infraestructura científica/tecnológica y las alianzas de investigación. A nivel universitario, la matrícula en la ciencia (incluidas las ciencias de la computación) y la ingeniería es menor en porcentaje que el de los países de la OCDE, Asia, y un número de naciones de Europa Central.
En cuanto a la infraestructura de tecnología, universidades y laboratorios de investigación independientes están mal equipados y son pocos en número, comparativamente hablando.
Los papers científicos, patentes, y los graduados de doctorado son mediocres-insuficientes para estimular la innovación en general. El apoyo gubernamental ha sido frugal. El gasto de la región en I + D como porcentaje del PIB se sitúa entre la mitad y una cuarta parte de las naciones como Corea del Sur, Taiwán, Israel y Canadá - todos semilleros de innovación.
Hay muy pocas asociaciones de investigación entre las universidades y el sector privado, y cuando existen, son las empresas multinacionales que lideran el camino.
La situación no es completamente sombría, sin embargo. Hay rayos de sol. A principios de noviembre, GE anunció la puesta en marcha de un centro de investigación global de 100.000.000 dólares en Brasil, que dará empleo a 200 ingenieros y científicos de investigación.
Con sus innovaciones en la exploración petrolera de aguas profundas, fabricación de aeronaves, y la agricultura, Brasil es el claro líder en innovación en América Latina.
Achéflan, un medicamento a base de plantas anti-inflamatorias y Rizoflora, un agrotóxico hecho de hongos en vez de productos petroquímicos, son otros avances en innovación.
El propio gobierno federal asigna US $ 20 mil millones para apoyar la innovación, y el país mantiene una red de incubadoras municipales y centros de innovación.
Ejemplos de otros países de la región ilustran el alcance de la innovación: Studio C en Guatemala, una pequeña firma empresarial que produce los medios digitales para la hollywoodense “Las Crónicas de Narnia”; Oncobiomed, una empresa chilena de biotecnología que ha sido pionera en nuevos tratamientos contra el cáncer; Teravision Technologies, una empresa de desarrollo de software de Venezuela dedicada a soluciones de negocios, y EB Partners, una empresa mexicana que participan en las aplicaciones de SAP para resolver los problemas de tecnología del proceso de negocio.
Estas tres últimas empresas recientemente lograron espacios para la próxima etapa de financiación en la “Americas Venture Capital Conference” organizada por la FIU.
Ya sea financiado por el gobierno, las mismas empresas privadas, el capital riesgo o inversores ángeles, la innovación es la próxima frontera, el próximo reto para que América Latina y el Caribe puedan competir con éxito en la economía global y mejorar la condición económica de sus ciudadanos.