Por Germán Retana, académico de Incae.
El impacto profundo de un líder se produce cuando provoca que los miembros de su equipo se atrevan a creer en sí mismos, usen el talento que poseen, y gocen imponiéndose retos crecientes. No se trata de que inspire a ser seguido en sus ideas o destinos, sino de que incite a los demás a ser más y a atreverse a pensar y actuar en grande. ¿Cómo lo logra?
¡Ser ejemplo! Los miembros de la organización tienden a creer primero en la persona que los dirige y luego en sus planteamientos. La legitimidad se vuelve más relevante que la autoridad y no hay peor amargura que soportar un jefe sin creer en él, sin otorgarle legitimidad, la cual siempre proviene de quien es dirigido y no simplemente de ser el “jefe”. La integridad, la confiabilidad y la sensación de que él es un ser humano con coherencia entre su pensamiento y sus acciones, inspira a otros a escucharle y a procurar esa misma consistencia en sus vidas. Él no pide comportamientos, solo los exhibe en una forma natural, ya que nacen de lo más profundo de sus valores y convicciones.
¡Crear! El inspirador nunca abre su boca para indicar que algo es imposible sin haberlo intentado. Cree en crear. Es retador, pues mientras otros dicen que no se puede, él se pone a trabajar. Quienes conversan con él cultivan la sensación de que vale la pena renovar modos de pensar, ser siempre insatisfechos con lo alcanzado y mantener encendida la llama del aprendizaje y la innovación. El líder ofrece aliento a quienes quieren crear algo mejor para sí mismos; aconseja sin exigir, pregunta sin ofrecer recetas. Su herramienta es la pregunta, no la respuesta. Sus palabras inquietan mentes, y se asemejan a semillas sembradas en terrenos fértiles.
¡Dignificar! El respeto, el trato justo y personalizado, la receptividad para escuchar y el tacto para manejar situaciones difíciles, son herramientas con las que el líder hace que los demás se sientan dignos y aceptados. Así, quienes le rodean crecen en autoestima y eso les permite despertar una fuerza interior plagada de seguridad y confianza para perseguir sus propios sueños. El líder no se siente más ni menos que nadie, impregna su entorno de humildad para ponerse al servicio de los miembros del equipo y jamás servirse de ellos, como si fueran rocas para construirse un pedestal. Sus acciones sencillas le hacen ganar aceptación, su cercanía personal impregna compañerismo, y, paradójicamente, gana mucho respeto no al exigirlo sino al darlo en todo gesto y relación.
¡Realismo! “Lleven su cabeza a las nubes pero sin despegar los pies de la tierra”, le diría él a su equipo. Incita a poseer ilusiones, aporta el dato, la pregunta y el argumento para que cada cual las conecte con su realidad, así la brecha será difícil pero factible. No es un romántico con las ideas sino un agudo conocedor de los límites y circunstancias de su equipo. Su consigna es que para ser hay que hacer; y esto implica alcanzar resultados que reafirmen el camino, las prioridades y el balance entre sueños y acciones.
¡Liberar el talento! Es ideal que el desempeño de toda persona fuese igual a su potencial, eso le llevaría a realizarse plenamente en proporción a sus capacidades. No obstante, el líder sabe que al desempeño hay que restarle las interferencias que siempre se presentan: falta de confianza, barreras mentales, temor a lo desconocido e insuficiencia de oportunidades. Entonces él analiza con minuciosidad lo que le impide a cada persona liberarse de sus límites o malos hábitos, y se pone al lado de ésta para ayudarle a “desencarcelar” el talento, elevar el intelecto y superar las rocas que obstaculizan el camino a la imaginación, la creatividad, y el disfrute de acercar el desempeño al potencial.
¿Cómo no van a inspirarse quienes trabajen al lado de un líder así? Es un ser humano auténtico y sencillo que practica con él mismo la creación constante, la dignidad, el ser realista y el máximo despliegue de sus propios talentos. Sus colegas y colaboradores se inspiran con su visión y ejemplo, por eso no se quedan en el simple “dar”, sino que “se dan” por su empresa o equipo. Ellos se sienten inspirados, como el inspirador.