Aunque gran parte de su preparación es desconocida, se sabe que mezcla una sesentena de hierbas con alcohol. Diversos países en Europa y América Latina la tienen entre sus preferidas.
Producto de una combinación de 56 ingredientes y hierbas secretas, Jägermeister fue por mucho tiempo en gran parte de Europa una bebida de grands-parents (algo así como un trago para viejitos). Aunque -en rigor- el perfil de su consumo ha sido un verdadero tobogán de características en sus poco más de ocho décadas de existencia.
Un avezado cazador alemán llamado Curt Mast decidió un día de 1934 que la típica cerveza local no resultaba ni suficiente ni útil tras la euforia de un buen día por la campiña germana. Tomó cartas en el asunto y se tomó la molestia en serio: probando y probando, creó una sorprendente receta con casi sesenta hierbas y un tercio del total con caractarísticas alcohólicas.
Nadie pensó que la mezcla y el nombre llegaran a alcanzar el impacto actual: Jägermeister significa “maestro cazador”, un título existente desde la Edad Media, y el logotipo que se creó posteriormente, optó por la imagen de un ciervo con una cruz entre sus cuernos, representando la historia de San Huberto de Lieja, patrón de los cazadores.
A la vuelta de 80 años, el traguito para viejitos es la octava marca de bebidas premium más vendida del mundo. En países diversos como España, Argentina, Colombia, Estados Unidos y Francia no sólo es preferida, sino que ampliamente mezclada, llevando hasta ahora una intensa lista de cocteles que subrayan las amplias posibilidades de su consumo.
Aunque gran parte de su preparación es desconocida, sí se sabe que contiene camomila, cilantro, lavanda, cardamomo, naranja o nuez moscada, hasta otros como malavisco, milenrama, granos del paraíso o pimienta de Java, según revela un recinte artículo de prensa europeo.
En la Segunda Guerra Mundial, tropas alemanas utilizaron el Jägermeister como sedante y desinfectante. Sin embargo, su uso se resalta por ser aprovechado por Hermann Göring, el posible sucesor de Hitler, también conocido como “Reichsjägermeister” por su gran afición a la caza, y quien popularizó esta bebida entre los altos mandos del III Reich.
Michael Eichel, portavoz de la marca, ha reconocido en los medios una venta anual de 90 millones de botellas. La calidad es la primera razón que explica esta dinámica, ya que cada botella pasa por 380 controles. En segundo lugar está el marketing: los licores tienen un importante componente cultural y en nuestro caso trabajamos con socios que están muy familiarizados con el producto, así como con el mundo de la gastronomía y cultura de cada región donde se exporta”.
Actualmente, el licor ofrece amplias posibilidades para elaborar cócteles. Por ejemplo, el Jäger-tonic, que es Jägermeister con tónica; o el Jägermeister Fresh Orange, con jugo de naranja fresco. También está la Jäger-rihna, que es como una caipirinha pero con Jägermeister o el Jägerbomb, que es una inquietante mezcla hecha en Estados Unidos con una bebida energética.
"Las notas de sabor del producto permiten todo tipo de mezclas y en la imaginación está el poder. No obstante, una cosa es segura y constante: la mejor manera de beber Jägermeister es rodeado de buenos amigos”, explica Eichel.
A través del auspicio a festivales musicales y siempre buscando ubicarse en sectores estratégicos, el antiguo tónico que los nazis no sólo hicieron su preferido como un poderoso anestésico, sino que también un eficiente compañero en reuniones y en el campo de batalla, con el tiempo ha logrado entrar en la actual generación de millennials.
España es un ejemplo vivo de esa dinámica. Allí la marca ha dado pasos más "jugados" como revistas, presencia en librerías y subrayando siempre presencia en experiencias sociales, culturales y en compañía de amigos.
Lo mismo está haciendo en otros países de la región. Y es que el producto ha sabido enfrentar públicos diversos en las ocho décadas que lleva en pie: su primera comercialización se dio como un remedio eficaz contra la tos y para problemas digestivos, luego alcanza éxito en el segmento de los soldados nazis y su entorno y hoy son los jóvenes de vida independiente quienes lo prefieren.