El actor y vocalista de Thirty Seconds to Mars asegura que en el contexto del movimiento #MeToo, su rol es útil para destacar algunos temas.
Foto: James Ackerley
Lo primero que Jared Leto pregunta es cómo se pronuncia correctamente Montevideo en español. “¿Montei-vidio?” No se quiere equivocar y está practicando para cuando visite por primera vez Uruguay con la gira actual de su banda Thirty Seconds to Mars, el Monolith Tour. “¿Monte-vidio?”. Desde Polonia, donde se encuentra al momento de la entrevista, asegura que es la gira de su vida, y que su hermano Shannon, el otro integrante de la banda, opina igual. Lo dicen a pesar de haber realizado el tour de presentación de disco con más shows, según el libro Guinness de los récords, con los 311 espectáculos realizados entre 2009 y 2011. “Monte-videou”.
Conforme con el resultado, y con el correcto “U-ru-guay” que también pronuncia, Leto cuenta que ha investigado algo sobre el país, y que vio unas cuantas fotos de la ciudad, y también, como ocurre ante cada visita célebre, que le mostraron imágenes de Punta del Este. La razón por la que el Guasón más reciente, el protagonista de Réquiem por un sueño, Blade Runner 2049, El club de los deshauciados (por la que ganó el Oscar a Mejor actor de reparto) y La habitación del pánico vendrá nada tiene que ver con su faceta más conocida, la de actor de cine. De hecho, en los comienzos de la banda rechazaba los espectáculos que usaban su fama como actor para promocionarlos, y hasta hace un tiempo ambos roles estaban separados, ya que cuando se dedicaba a uno de ellos apartaba de su agenda profesional el otro.
Pero ahora logró conectarlos y hacerlos funcionar, considera. Y además de seguir trabajando en Hollywood, compuso, grabó y ahora presenta en vivo America, el quinto disco de Thirty Seconds to Mars (que tras la partida del guitarrista Tomo Milicevic se convirtió en el dúo de los hermanos Leto), que mantiene la tendencia de la banda de que cada disco cuente una historia, algo con lo que el músico está de acuerdo.
En este caso la historia, o el concepto que permea el álbum, es el estado actual de Estados Unidos, tan complicado y dividido, además de la fama, los sueños, la inseguridad personal y el consumo. Esos temas están presentes en la charla que el artista de 46 años (¿46 años? ¡46 años!) mantuvo con El Observador.
Repasando los discos de su banda, cada uno propone cambios en el sonido, y gradualmente han ido del rock y del metal a lo electrónico y al pop rock. ¿Eso lo definen antes de cada disco o se va dando naturalmente?
Hay un par de factores para esas modificaciones. Por un lado está el hecho de que sacamos discos cada cuatro o cinco años, más o menos, entonces los cambios se producen de una forma más abrupta que si los lanzáramos cada uno o dos años. Quizás así habría cambios, pero serían más graduales. Con nuestro régimen las cosas cambian de una forma más grande. Supongo que pasa porque siempre estuve interesado en el cambio, en experimentar, en no estar atado a mi pasado. No siento la obligación de definirme por lo que he hecho antes, y con mi hermano seguimos nuestro instinto, lo que nos emociona y nos interesa. Como artista me parece interesante no guiarse por estructuras, no tener reglas en ese sentido.
¿Le resulta más cómodo estar en su casa componiendo sólo o con su hermano o estar frente a miles de personas en un estadio?
Me siento muy cómodo en el escenario, en un estadio lleno de gente. Para mí es un lugar muy natural, me genera una sensación de gratitud, estoy muy agradecido de poder estar en ese lugar. Me encanta ser útil, darle felicidad a la gente, traerle energía y alegría a un espacio si puedo hacerlo. Y creo que los espectáculos son energéticos y especiales, sobre todo en lugares a los que vamos por primera vez, porque es divertido ir a un lugar que no se conoce. Recorrimos tantos lugares del mundo que llega un momento que es una excepción ir a un lugar nuevo como Montevideo. Tratamos de recorrer un poco en cada ciudad que visitamos y compartir con el público que nunca nos pudo ver.
¿Este es el mejor momento para dedicarse al arte, considerando los enfrentamientos, la división y las incertidumbres del mundo actual, que están reflejadas en America?
La música, y el arte en general tienen la capacidad de unir a la gente, de comunicarse a través de las fronteras y de las barreras, y esa es una de las mejores cosas que tiene. Es un momento interesante para ser artista, porque la inestabilidad y la falta de certezas están por todas partes, en todo el mundo, y eso crea un campo fértil para la exploración creativa. Para hacer un comentario sobre lo que pasa y examinar lo que sucede. Por lo que sí, es un gran momento.
El primer tema del disco, Walk on water, tiene un mensaje de unidad, de pelear juntos y de buscar cambiar lo que está mal por uno mismo. Considerando que apuntan a tener un vínculo cercano con su público y que impulsan que participen en acciones de caridad y ayuda, ¿lo pensaron como un himno y un llamado a la lucha?
Es un himno para esa actitud, creo que la canción tiene algo inspiracional. Thirty Seconds to Mars siempre apuntó a explorar las posibildades que da la vida. Y a mí me ha servido para mostrar mis miedos, mis dudas, mis sueños y esperanzas. Sacar todo eso y ponerlo en la música y en las letras, y es hermoso cuando eso logra conectar con el público de alguna manera significativa.
¿El arte para usted tiene entonces que ser crítico con lo que sucede en el mundo?
No necesariamente. Si mirás a Van Gogh, a Warhol, a Matisse, Picasso, no pasaba. A veces no entendemos la contribución que hicieron hasta décadas después. El arte solo tiene la regla de que no hay reglas, y eso siempre es lo más importante.
Luego de años separadas, ¿ha logrado combinar sus carreras como actor y músico?
Creo que sí. Hay un mayor entendimiento y aceptación a nivel general, he logrado que funcionen las dos cosas. Lo más complicado para mantener las dos carreras es el tiempo, encontrar el momento para hacer las dos cosas y vivir en los dos mundos, ese es el mayor desafío.
¿Cómo es ser actor en la era de movimientos como #MeToo y de las luchas por una mayor igualdad y representatividad en Hollywood?
Es el mejor momento para estar en este mundo. Siempre es buen momento para ser artista, pero ahora tiene un plus. Ser artista es una oportunidad. Cada vez que escribes una canción, grabas un disco, un videoclip, una película, es muy importante, porque resaltas los temas que querés. Puede ser la ansiedad, la depresión, los dilemas que la gente atraviesa en el día a día, como el caso de Rescue Me. Es algo muy duro y muy difícil. Yo siempre pienso en mi madre, una mujer soltera, con dos hijos a cargo, que tuvo que remar y pelear duro para salir adelante. Ella para mí y para mi hermano fue una fuente de inspiración, y estoy muy agradecido por todo lo que me enseñó.