El autor visita América Latina presentando su novela "El impostor", en el que reflexiona -a partir de un caso real- en torno a la impostura social. Su mirada crítica sobre España se centra en la "profunda crisis" que observa en los partidos políticos.
Javier Cercas es profesor de literatura española. Ha publicado seis novelas, un ensayo y tres obras misceláneas. Su obra es fundamentalmente narrativa, caracterizada por una mezcla de géneros literarios, teniendo varias novelas testimonio y en ocasiones mezclando la crónica y el ensayo con la ficción.
"El impostor" es una novela de no ficción publicada este año en la que narra la sorprendente historia de Enric Marco, el falso sobreviviente español de los campos nazis que fue desenmascarado luego treinta años de engaño.
El autor ha señalado que “la excusa del libro es un personaje muy importante en España, porque en el país hubo casi nueve mil deportados en los campos nazis, la mayoría estaban situados en Austria".
Como presidente de la entidad que reúne a esos sobrevivientes españoles, Enric Marco, durante años pronunció centenares de charlas, hablando de su experiencia como prisionero. Eso hasta que historiador, Benito Bermejo, otro personaje del libro, descubre que Marco jamás había estado en un campo de concentración.
Dentro de ese contexto de imposturas, Cercas se sitúa en la España de hoy. Para el escritor, en la situación de su país "los impostores están por todos lados". Subraya que la crisis de España es esencialmente política y el origen del problema encierra la solución en sí misma.
- Desde afuera, España se ve como una sociedad de empates, en la que políticamente no hay grupos que logren aunar mayorías. ¿Hacia dónde ves tú que se encamina el país?
- Me gustaría decirte al desastre, pero no, la verdad es que no lo creo. En España debería haber una idea fuerza y esa se llama Europa. La construcción de la idea europea, eso que hoy está tan en crisis, es lo más maravilloso que ha ocurrido en el mundo en el último tiempo.
Durante mil años los europeos nos dedicamos a matarnos y de repente decidimos juntarnos. Ha sido algo increíble. Hace unos días Felipe González hizo un juego de palabras muy bueno, subrayando que él no se caracteriza por eso. Dijo que era un milagro que esta crisis europea no haya sido resuelta con botas sino con votos. Lo que es algo fantástico. La última crisis más o menos parecida que pasamos significó 50 millones de muertos y una Guerra Mundial.
Hace quince años, cuando surge el Euro, la mayoría de los analistas señalaban que Europa se encaminaba a ser una potencia mundial, en todos los términos: económicos, políticos y culturales. Pero de repente surge una crisis, no creada en la región sino que en Estados Unidos, todo tiembla y aparece el peor demonio europeo que se llama nacionalismo.
La Europa unida es la única utopía razonable que hemos creado. Nos hemos dedicado sólo a crear utopías asesinas, paraísos teóricos convertidos en infiernos reales, pero una convivencia común europea es un proyecto de alcance global. Estados que han luchado por matarse, ahora trabajan en conjunto. Es algo ambicioso y asombroso…
- ¿Y España hoy no está mirando hacia Europa?
- En rigor, España es muy europeísta. Pero está ocurriendo algo que también está pasando en los otros países de la región: los partidos anti-sistema, si se pueden llamar así, están por todos lados. O sea, Podemos o el independentismo catalán en España, Le Pen en Francia, Grillo en Italia, Syriza en Grecia o Farage en Inglaterra son muy distintos, pero a todos los une un componente: el nacionalismo.
Son movimientos de repliegue ante la inestabilidad o la crisis. Como decía Nietzsche, se vuelve al horror del establo y se empiezan a culpar a los demás, la responsabilidad la tienen los alemanes y la culpa está Bruselas. No digo que la construcción de Europa no tenga defectos, los tiene, pero es un proyecto valiosísimo que hay que defender.
Ahora, tú dices que España se ve desde afuera como en un empate. Sí, puede ser. Pero es un momento propio de la democracia también. Se deben gestionar las diferencias y ahí existe un desafío.
-Parece que tú no crees que esta idea del empate se mantenga…
- Estoy convencido de que no va a haber un empate y que las cosas no van a cambiar mucho. Lo que puede confundir es el avance de algunos partidos en las elecciones europeas, pero se debe aclarar que en esa instancia se vota con las tripas y no con la cabeza. Surgen partidos muy locos que obtienen diputados. Podemos, por ejemplo, canaliza las justísimas protestas surgidas por la crisis en España dadas a conocer por los "indignados".
El movimiento del 15 M, el de los “indignados”, es una reacción justa y necesaria. Ante sus planteamientos, los partidos políticos debieron haber abierto sus puertas e invitar a esos dirigentes, haber dialogado con ellos. Sin embargo, se cerraron más. En España nuestra principal amenaza se llama partitocracia y en vez de escuchar las protestas de la gente, fingieron que aquí no había pasado nada. En ese contexto surge Podemos.
Para mí, es un partido totalmente demagógico, que no propone cambios reales y que se va a deshacer. Son colectivos "fenómeno", como productos del mercado, lo mismo que Ciudadanos, que también es algo totalmente artificial. El problema de España lo supo leer muy bien el 15 M. El asunto de fondo es político y no económico. La partitocracia es la amenaza.
El lema del 15 M fue "Democracia real ya" y ese es el punto. La democracia española necesita regenerarse, está deteriorada. Hay un verso de Bob Dylan que dice algo así como “quien no está ocupado en nacer, está preocupado en morir”. La democracia es igual. O mejora o empeora. Y hemos dejado que empeore.
- Pero esa renovación tiene que surgir en los propios partidos, entonces..
- Sí. El tema es que los partidos son el problema y la solución. Y el asunto es que no quieren renovarse. En España los partidos no son organismos democráticos, ya que no hay democracia interna. Y han colonizado toda la sociedad española, la controlan totalmente. Este es el gran problema de España y la principal causa de la crisis.
Podemos no es la respuesta para España y de hecho jamás han hablado de esta problemática. Es un cambio sin cambio o un cambio disparatado. Estos muchachos primero fueron bolivarianos y ahora se dicen socialdemócratas. Un cambio muy radical en menos de un año. Yo no quiero la "latinoamericanización" de España si eso se hace mirando a Chávez.
La gente les ha votado porque lograron canalizar el cabreo y el enfado. Eso no va a durar, principalmente, porque en España aún la gente tiene cosas que perder. Claro, estamos mal, pero aún el sistema da respuestas y estamos en Europa.
La salida es mala, es verdad, porque los partidos tradicionales son los que tienen que cambiar. Pero no soy pesimista, ¿eh? Sencillamente porque los últimos cuarenta años han sido los mejores para el sistema democrático en general. Nunca ha habido una democracia que haya durado tanto en España y nunca se había vivido en la era moderna de Europa. Todo está en nuestras manos.
- Y haciendo un juego con tu última novela, todo este proceso ¿no encierra el riesgo de que surga otro impostor?
- La verdad es que los impostores están por todos lados. Siempre lo estarán. Vargas Llosa decía en un artículo sobre mi libro que estamos en la era de los impostores. Por una parte estoy de acuerdo y por otra no. Pienso que la impostura forma parte de lo que somos. Todos ocultamos la verdad y somos incapaces de aceptarla, nos maquillamos frente al espejo, sólo que Marco lo llevó a un nivel monstruoso.
En lo que tiene razón Vargas Llosa es que vivimos en una sociedad completamente mediática. Los medios de comunicación no sólo reflejan la realidad, sino que también la crean o la fabrican. En una sociedad así la impostura es mucho más frecuente, dependemos completamente de nuestra imagen.
En este contexto ser como uno es, resulta ser muy complicado. Pero también más necesario que nunca. Sin embargo, un impostor como Marco no sale todos los días, es un genio, es un Maradona. Aunque sí es cierto que estamos rodeados, yo conozco un montón. En la vida política e intelectual está lleno. Gente que infla su currículum, tal como Marco, de manera casi perfecta.
Por ejemplo, partidos como Podemos entregan espacios para impostores, son colectividades de aluvión en los que se mete mucha gente, muchos pescadores en río revuelto, el mejor escenario para los impostores.
(Foto principal: Joan Tomas)