El popular actor habla de algunos de sus roles en el marco de su participación en la película “Richard Says Goodbye”, escrita y dirigida por Wayne Roberts.
Los diferentes tatuajes en perfecta combinación con los enormes anillos de plata que hacen juego con otros tres collares y tres aretes colgando de la oreja izquierda no son parte del vestuario del capitán Jack Sparrow. Pero después de cinco superproducciones con el mismo rol, Johnny Depp sigue pareciendo un pirata al llegar a la alfombra verde del Festival Internacional de Cine de Zúrich, aunque esté a 8.000 kilómetros del Caribe. Y antes del estreno mundial de Richard Says Goodbye, llegó al cine Filmpodium dispuesto a llevarnos de viaje por los mejores momentos de su carrera, para abrir juntos un imaginario cofre donde guarda el tesoro de sus más inolvidables personajes del cine.
En la película Richard Says Goodbye, Johnny Depp interpreta un profesor universitario que, debido a una enfermedad terminal, decide tirar por la ventana todas las pretensiones más convencionales para vivir su vida con total libertad y el mejor sentido del humor, con cierto toque de locura. Viviendo al máximo cada momento, justo cuando se enfrenta con el final de su aventura personal. Y a medida que la cuenta regresiva llega al juicio final, también acepta la verdad de su vida, aprendiendo a tratar a aquellos que hiere aunque los ame con todo su corazón.
¿Qué necesita un guion para cautivar su interés en un personaje de cine determinado?
Quiero sorprenderme en los dos primeros minutos del guion, buscando algo que no esté basado necesariamente en una fórmula, con un personaje vivo que también quiera interpretar. Eso es lo que realmente busco. Después viene el trabajo, hundirme en el personaje, para construirlo directamente y tratar, al final, de hacer algo que nunca antes se haya hecho, algo diferente. Todos los personajes tienen una nueva visión para mí. Y creo que tengo que tratar de encontrar la posibilidad incluso de caerme de cara al suelo, si es necesario.
¿Arriesgarse es la clave?
Sí, creo que se lo debo a la gente: buscar algo diferente, comprometerme totalmente con el personaje y tratar que la visión del director también sea mi visión.
¿El rol del capitán Sparrow fue un riesgo?
El capitán Sparrow fue algo totalmente inesperado para mí, más allá del punto comercial de mi carrera, en términos de trabajar en Hollywood y el estilo de cine que recauda suficiente dinero, después de haber tenido una carrera de 20 años de fracasos. Yo era un fiasco para muchos. Lo más curioso del capitán Sparrow es la forma en que lo aprovechas fuera del cine, vistiéndote con ese mismo personaje para visitar niñitos muy enfermos en hospitales.
¿Qué tiene Jack Sparrow de particular para semejante tarea?
Aprecio tanto que la gente haya aceptado al capitán Jack en sus vidas... y te hablo de todas las generaciones. Es fascinante. Por eso, ir a hospitales donde hay niñitos muy pero muy, muy enfermos, que enfrentan dolores de adultos, que enfrentan lo más difícil en la vida que cualquiera pueda afrontar, que es la muerte, por un momento quiero sacarlos de esa idea y darles al menos una sonrisa. Es asombroso ver el coraje que tienen en los ojos, detrás de las enormes sonrisas. Tengo que hacerlo. Me da mucha satisfacción. Si puedo tocar la vida de alguien por un segundo, me encantaría hacer eso el resto de mis días.
¿Qué es lo que más le gusta de “Richard Says Goodbye”?
El guion había hablado por sí solo, con algo muy raro, porque en los primeros 30 segundos el protagonista da la noticia de que está por morir en cualquier momento, sin la mínima posibilidad de vivir. Y ni siquiera se toma un momento para decir que se tiene lástima. Eso me pareció muy inteligente. En esa forma de pensar tan extraña encuentra la paz y el sentido del humor sobre el tema, buscando aquello que no había intentado antes. Y cuando algo se le presenta, no duda en aceptarlo. Lo que se ve es una persona que trata de unir las viejas piezas de su vida, hasta encontrar la forma de desaparecer en la distancia.
¿Qué opina de la escena donde se sienta con los estudiantes en el bar y les dice: “Escuchen, todos sabemos que vamos a morir... ¿Por qué no vivimos finalmente?”?
La noticia de su muerte le da la oportunidad y la libertad de decir: “Está bien, esta es la carta que me tocó y voy a aprovecharla al máximo”. Y si te fijas, estamos todos en la misma situación. Yo haría exactamente lo mismo: salir y vivir la experiencia lo mejor que pueda, evitando las amarguras, experimentando gente, pasando un buen momento.
Y a la hora de aceptar riesgos, ¿confía por completo en alguien como Tim Burton?
Sí. Es lo más importante que hay entre un director y un actor: la confianza. Es necesario saber que él confía en uno. Y al momento de intentar algo nuevo se puede encontrar lo que sucede en algo desconocido. Con Tim Burton, nuestra relación es obviamente una amistad que fue solidificándose con los años. Filmamos El joven manos de tijeras en los 90 y desarrollamos un atajo en el que un electricista puede escucharme hablar con Tim y después de 15 minutos no entiende una sola palabra.
¿Piensan volver a trabajar juntos?
Estamos hablando sobre un par de cosas y estoy seguro de que haremos algo al final del camino que pueda funcionar para los dos. Eso espero. Tim es una de esas personas que si quieren filmar conmigo después de juntar del suelo algunos trozos de papel, yo lo haría con gusto. Sí.
¿Y el personaje de Gellert Grindelwald en la segunda versión de “Animales fantásticos” en el mágico mundo donde después surgió Harry Potter?
¡Me encantó! Me gustó porque es una arena por donde se puede volar, intentar algo diferente, acercándome al personaje. Y llevar a un fascista para interpretarlo como un poderoso mago, sensitivo y manipulador, fue maravilloso. No veo la hora de seguir. Creo que van a empezar conmigo la próxima.
¿La próxima película?
Waiting to the Barbarians. Es una película que estoy filmando. Está basada en un ganador del Premio Nobel, un autor llamado J.M. Coetzee que escribió el libro. La va a dirigir Ciro Guerra, que es un director magnífico. Y trabaja alguien a quien admiro mucho, que es Mark Rylance, que me parece un genio. Probablemente sea el mejor actor de Shakespeare hoy. Y se niega a reconocerlo. Además de Mark Rylance también está Robert Pattinson. Y empezamos a filmar en Marruecos, en octubre.
¿El amor por la música y el rock es tan grande como su amor por el cine, con películas como “Richard Says Goodbye”?
Hay una gran diferencia entre mi trabajo en el cine y la música. La música es algo muy intenso y permite una sola toma. Pasa por dar todos mis sentimientos al público en una canción, en forma inmediata. En el cine, en un estudio, esencialmente uno explora diferentes posibilidades de una escena para darle opciones al director. Y una vez se hace la escena, una vez la película se termina, ya no es asunto mío lo que pasa.
¿Disfruta más entonces la reacción inmediata del público que no ve tan rápido con la actuación en el cine?
Sí, con la música el intercambio con el público es inmediato. En cine, la única posibilidad es trabajar, pero la reacción llega cuando la película ya está filmada. Eso se siente.