El Jefe de Medicina Nuclear e Imágenes Moleculares – PETCT de la Fundación Cardioinfantil de Colombia, comenta acerca de la forma en cómo se debe innovar en la industria sanitaria.
La innovación en la salud presenta obstáculos y dificultades respecto a la adopción de nuevos sistemas y técnicas, desafíos para los que deben prepararse tanto los equipos médicos como los centros médicos.
En el marco de este contexto es que en Cali, Colombia se realizó el pasado 6 de junio, el evento “Los Caminos de la Innovación en Salud”, organizado por América Economía Conferencias con el apoyo académico del Hospital Israelita Albert Einstein de Brasil y de la Clínica Mayo de Estados Unidos. En éste participaron expertos y directivos de hospitales que debatieron sobre cómo estos cambios están a su vez transformando radicalmente el modelo del hospital tradicional, y de la atención de salud centrada en el hospital.
El Dr. José Sinay Arévalo, Ex-Director de Innovación y Planeación de la Fundación Cardioinfantil (FCI), Colombia y actual Jefe de Medicina Nuclear e Imágenes Moleculares – PETCT de la misma, quien participó del evento, explica cuáles son los caminos de la innovación en salud.
- ¿Es muy difícil innovar en las instituciones de salud? ¿Hay muchas barreras y de qué tipo?
- Creo que la mayor dificultad está en el entendimiento mismo de que es innovación, puesto que lo usual es que se crea que la innovación va ligada solamente a la apropiación de tecnología de punta, o que la innovación se hace solamente con expertos en innovación o que la innovación y sus frutos se dan muy rápido, o en el peor de los casos, que solo innovan los más grandes y fuertes y reconocidos del sector. Con esto solo quiero ejemplificar, que la mayor dificultad está en nosotros mismos. Se teme arriesgar cuando consideramos que algo que hacemos está bien o se ve bien, o nadie más lo hace o nos hace sentir cómodos. En el cambio se ve usualmente un riesgo al fracaso. Es una gran barrera: es un tema cultural. Eso normalmente hace que se busque solo innovar ante situaciones problema o cuando ya hay riesgos organizacionales y eso, sumado al temor y al afán, hace que normalmente se busquen soluciones rápidas y no perdurables, de seguro además costosas.
- En su caso, ¿cómo lo manejó estando en la FCI?
- Creo que lo más importante estuvo en el trabajo que se hizo al buscar integraciones culturales y de competencias varias, que se encontraban en los grupos de trabajo. Poder reunir a doctores, equipos de enfermería y sus administrativos ante necesidades o propuestas que tenían en sus propios servicios o departamentos fue lo más importante, puesto que se crearon microcomunidades de conocimiento a las que había que apoyar con herramientas o de gestión o de tecnología o hasta con más metros cuadrados; pero lo que más valoraban eran los espacios de discusión y trabajo en equipo alrededor de una “causa común”. De igual forma, resaltar y exponer sus crecimientos y éxitos en reuniones públicas generó no solamente satisfacción y reconocimiento, sino una nueva manera de aprendizaje institucional. Había una especie de benchmarking intrahospitalario. Innovar llevando a otras disciplinas del conocimiento al borde de la cama del paciente o a la estación de enfermería o al mismo quirófano, fue fantástico. Ingenieros biomédicos, de procesos o industriales que compartían y luego transferían sus capacidades y herramientas con los cuidadores primarios. La cultura de la innovación debe florecer desde la asistencia y sus necesidades y oportunidades y debe mirar al mercado para responder a este y a la inteligencia y expectativa de los pacientes.
- ¿Cómo se innova con el paciente y cuál es la importancia de que participen de esto?
- La Medicina tiene su mirada legítima y debe basar sus objetivos centrales en los pacientes (aquí hablo en genérico del concepto paciente y familia, paciente y cuidador, paciente y equipo de cuidado). Con esto quiero decir que no queremos, y hablo como ciudadano, más medicina basada en las necesidades o expectativas de los doctores solamente o peor aún, “medicina basa en la industria”. Hay que escuchar a los pacientes, hay que involucrarlos; son sus necesidades y apreciaciones las que nos deben guiar, al momento de planear, de diseñar, de elegir y hasta de entrenarnos y medirnos. La voz de paciente es la clave. Para esto hay que empoderarlos y legitimarlos, pues es usual que no siempre coincidamos en metas comunes. El uso de grupos focales y de escenarios de participación ciudadana a nivel local es fundamental. Reconocer sus experiencias durante el proceso de atención o entender sus molestias y quejas, para incorporarlas en verdaderos planes de mejoramiento es hacer una Medicina respetuosa y cálida, en la que lo “primero es mi paciente”.
- ¿Es factible implementar sistemas como PETCT en otros hospitales en Colombia o en América Latina?
- Hay muchos servicios PETCT tanto en Colombia como en los demás países de la región y del mundo. Es un tema hoy de tecnología, de decidir que lo quiero y comprarlo. Pero por ahí no va la presentación ni el tema. Lo importante es que, y solo tomando como ejemplo el PETCT digital con un escanógrafo híbrido de 128 cortes que adquirimos en la Fundación Cardioinfantil, se hicieron otras cosas más, que como proyecto generó muchas controversias, apoyadas por unos, rechazadas por otros, etc. Aquí lo importante está en resaltar el control y seguimiento del proyecto de manera disciplinada y ajustada, desde el presupuesto y lo técnico hasta el apoyo para procesos y flujos y cumplimientos normativos, más un liderazgo progresivo de parte de varios involucrados. Sumado a esto, la participación de muchos de los miembros del equipo de cuidado en los detalles de los flujos de trabajo, de los desplazamientos, sus instrumentos y las condiciones. La defensa de los tamaños de las áreas, la implementación de aromas que ayudan a relajar, de luces y colores que junto a la calidez del personal ayudan a modular el afecto. Sonidos relajantes que compitan con los silencios traumáticos o los ruidos desagradables de las máquinas. Estrategias de información y adherencia para las preparaciones. Hoy esto es lo que resaltan los pacientes y los mismos doctores cuando sus pacientes se los cuentan. A esto por supuesto, el profesionalismo diario de enfermería, de tecnólogos y coordinadores y de los médicos y administrativos. De todo un equipo que ama y respeta a sus pacientes y que no solo hace bien lo que inicialmente se esperaba de ellos: realizar estudios de medicina nuclear y PETCT. Un equipo que siempre da algo extra por nuestros pacientes y por el hospital.
- ¿Cómo afectan hoy los cambios y la innovación a los doctores? ¿Se están incorporando bien a las nuevas tecnologías como IA y otras?
- Los médicos estamos expuestos fuertemente a los resultados de la innovación, especialmente a la tecnológica ya la de pharma. Siempre queremos tener lo último para trabajar mejor y para entregar mejores resultados, eso es lo que legítimamente queremos. Pero de ahí a que en general seamos buenos coequiperos, a que conozcamos nuestros procesos, a que seamos disciplinados, a que registremos y a que entendamos que la variabilidad de las estrategias del cuidado es una enemiga casi más potente que las infecciones, estamos lejos, en muchos casos. Hoy queremos y nos angustia la IA, pero no hacemos buenos registros ni tenemos bases de datos, es una paradoja. Queremos investigar e innovar, pero nuestras agendas están copadas y nuestras historias clínicas algunas veces son pobres. Queremos utilizar robots, realidad aumentada, etc., pero casi no tenemos tiempo para cumplir entrenamientos formales y rigurosos. Otras veces, queremos, podemos y estamos entrenados, pero no priorizamos o coincidimos con estrategias, políticas o momentos. No es fácil innovar en coincidencia con las necesidades del paciente, de la institución y del país, pero no vamos a desfallecer.
- Respecto a interoperabilidad de datos y fichas clínicas, ¿cómo cree que está la región respecto a países más avanzados en la materia?
- Aquí si que hay un reto gigante, pues en compartir la información y en promover la colaboración al interior de las organizaciones y entra las mismas está el éxito de seguridad, uso de pruebas, ahorros y eficiencias, por decir lo menos. Nos hemos desgastado haciendo soluciones a la medida, adquiriendo tecnología sin estándares y no hay acuerdos claros para alcanzar interfaces a costos razonables. Esto es ya casi que inaceptable. Los pacientes necesitan sus datos, deben portarlos, deben decidir que hacer con ellos y los doctores y cuidadores debemos saber que pasa con nuestros pacientes. Que decir de los aseguradores o planeadores de estrategias públicas en salud. Que decir de los investigadores de enfermedades catastróficas o de baja prevalencia. En fin, debemos enfilar baterías para lograr interoperabilidad y portabilidad de datos en salud. Es un tema más que técnico, ético.