Con solo dos obras, el mexicano se cuenta entre los grandes de la literatura mundial. Nacido en Apulco, Jalisco, en 2017 cumpliría 100 años.
"La vida del joven Rulfo no parecía estar destinada a alcanzar la fama literaria mundial, pero fue marcada por numerosos sucesos históricos, a los que pudo recurrir más tarde en forma de recuerdos para crear su mundo literario”, dice Peter B. Schumann, periodista alemán especializado en América Latina, en un aporte para la radiodifusora DLF.
Juan Rulfo nació el 16 de mayo de 1917, en Apulco, Jalisco, aunque fue registrado en la ciudad de Sayula, donde se conserva su acta de nacimiento. Vivió en la pequeña población de San Gabriel, pero las tempranas muertes de su padre, primero (1923), y de su madre poco después (1927), obligaron a sus familiares a inscribirlo en un internado en Guadalajara, la capital del estado de Jalisco. En 1933 se traslada a Ciudad de México, donde asiste como oyente a cursos en la Facultad de Filosofía y Letras.
Novelista, cuentista, fotógrafo y editor, a Rulfo se lo reconoce, en especial, por su volumen de cuentos El llano en llamas (1953) y su primera novela Pedro Páramo (1955). Luego de la publicación de esos títulos, también entra en contacto con el cine. De su trabajo cinematográfico surgieron el largometraje El gallo de oro (1958) y el corto El despojo (1959), participando también en el filme La fórmula secreta (1964). Sus primeras imágenes como fotógrafo fueron publicadas en la revista América, en 1949. Durante las dos últimas décadas de su vida, editó en el Instituto Nacional Indigenista una de las colecciones de antropología contemporánea más importantes de México.
Las obras de Juan Rulfo, aunque pocas, le valieron reconocimiento en todo el mundo de habla española, que se concretó en premios tan importantes como el Nacional de Letras de México (1970) y el Príncipe de Asturias de España (1983). Pedro Páramo fue traducido a más de 40 idiomas y publicado en 90 países.
Carlos Fuentes llegó a decir que Pedro Páramo es la mejor novela jamás escrita en México, "una obra extraordinaria, aparecida en tiempos en que comenzaron las críticas a la Revolución Mexicana en forma de novela”.
"Pedro Páramo trata de esa época que marcó los destinos de México, sin embargo, solo al margen”, dice Schumann. Y agrega: "Rulfo se contentó, a diferencia de los emocionales relatos de autores de novelas sobre la Revolución, con poco medios y, a veces, solo con insinuaciones. Describe sus figuras y su mundo con la sequedad que les es propia”.
Para Schumann, "la Comala de Rulfo es un lugar mítico, dominado por figuras más allá del tiempo y el espacio, a menudo espejismos y fantasmas de muertos que no pueden morir del todo, y por un paisaje quemado, por el que la historia ha pasado sin dejar ni una chispa de esperanza, un mundo en estado de espera, en el que permanentemente llueve, sin que surja nada persistente”.