El diseñador alemán se inspiró en libros animados para crear la propuesta primavera-verano basada en colores de un "trópico parisino".
Con los colores de un "trópico parisino", Chanel floreció en un decorado de naturaleza sintética para anunciar la primavera-verano de la colección de Alta Costura que el modisto alemán Karl Lagerfeld presentó en la Semana de la Moda de París.
"Después de este oscuro, horrible, comienzo de año, se necesitaba algo así", declaró tras el desfile el director creativo de la casa francesa, una de las agujas más reputadas y veteranas del diseño textil, sobre el contraste entre su jovial recital y un país conmocionado por los recientes atentados terroristas.
¿Qué presentó Chanel que pudiera hacer soñar? El público invitado a la cita encontró a su llegada al Grand Palais un invernadero con esquemáticas plantas grises.
Poco hacía presagiar que ese riguroso follaje fuese a insuflar alegría a una pasarela que empezó sin música -algo poco habitual en este tipo de eventos-, con unos chicos ataviados con chaleco y pantalón pirata camel, camisa blanca, alpargatas y sombrero de paja.
Uno de estos modelos, cuya estética explotaba el imaginario de las islas tropicales, roció con agua ficticia el decorado con una regadera (de marca Chanel, ¡por supuesto!), mientras intercambiaba miradas cómplices y sonrisas con la audiencia y las cámaras.
Al retirarse de la pasarela de gravilla blanca, como si las estatuas hubiesen recibido el sustento que necesitaban, empezaron a abrirse para dejar aparecer un sinfín de flores de colores, al ritmo de las primeras notas musicales.
Lagerfeld tomó la inspiración de los libros animados y de la sorpresa que genera abrir sus páginas y encontrarse con figuras de papel en relieve.
La organización se había esforzado por mantener en secreto este golpe de efecto, a pesar de que sus invitaciones guardasen una estructura de pliegues en su interior, puesto que como el propio artífice confesó: "Quería que la gente disfrutara de la apertura de las flores".
Acostumbrado a reaccionar a cuestiones de actualidad, Lagerfeld aseguró que, a pesar de los trágicos episodios, la vida sigue y de ahí que defendiese la necesidad de esta puesta en escena, que empezó a concebirse hace seis meses.
"Somos gente del espectáculo", aseguró el modisto, que reconoció ser muy afortunado por vivir "en un mundo muy protegido" que le coloca en una situación desde la que puede desarrollar y estimular sueños, aunque no se trate de "la realidad del día a día".
Este adelanto de una primavera cautiva en un gris París fue recibida con gusto por el público invitado a este primer desfile de la jornada.
Su "mujer flor" del siglo XXI, una fórmula que citó el propio Lagerfeld y que remite inexorablemente al concepto popularizado por Christian Dior, vivió con Chanel una nueva estética.
Los apuntes de naturaleza se expusieron en ostentosos lugares donde se elevaron exuberantes pétalos de tejido, como en los hombros o en la cintura, o se colaron por los más delicados detalles, como en unos puños abiertos por una cremallera que dejaron salir tules plisados de planta tropical.
Chanel desarrolló un profuso y rico catálogo de flores bordadas en relieve, que pesaron en los bajos de los abrigos y engalanaron los boleros.
"Me gusta el lado íntimo de la costura", confesó Lagerfeld para añadir que la posibilidad de desvelar su obra en un espacio reducido y con un aforo limitado permite a la prensa y a la clientela observar con mayor precisión el trabajo de los talleres.
Precisamente, citó el caso de la cola de su vestido de novia que requirió una mano de obra de quince personas y un mes de dedicación para recubrirla de delicados adornos.
Las siluetas también recordaron la naturaleza, con sus faldas de vuelo, sus volantes y sus muselinas, en una colección donde no faltó el "tweed" ni el contraste entre el negro y el blanco.
Lagerfeld combinó chaquetas largas con faldas cortas, así como partes de arriba cortas con faldas largas, que dejaron el vientre al descubierto como si fuera un "nuevo escote".
Las gorros de punto con perlas y flores y las pamelas de tul negro sobre un sombrero de paja coronaron la Alta Costura de Chanel.