Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Cuando en el 2013 el Consejo de Administración de la farmacéutica americana Abbot decidió escindirse en dos compañías, nació Abbvie. Fue una iniciativa diferente dentro de las estrategias que han ido haciendo otras farmacéuticas multinacionales para ubicarse dentro del reacomodo mundial del sector que en cierta forma obligaba a definir el rumbo: o le entraban a los imparables genéricos y biocomparables o se concentraban en la más costosa y a veces poco reconocida innovación.
Abbvie, aunque salió de Abbot, fue conformada desde un inicio como una compañía de innovación con su propia fuerza, cotizando por separado en el mercado accionario y totalmente desligada de su compañía madre. Se quedó con las innovaciones más fuertes para inmunología, VIH, medicamentos para males respiratorios, renales y otros fármacos de última generación.
A tres años de su nacimiento, Abbvie, presidida por Richard González, está confirmando que fue una buena apuesta, pues en este periodo prácticamente ha duplicado su valor accionario, y trae un pipeline (línea de próximos lanzamientos) con promesas que le auguran un futuro cercano muy redituable.
En principio, está imponiendo su liderazgo en el portafolio de inmunología. Su éxito mundial ha sido Humira (adalimumab), un biotecnológico convertido en uno de los medicamentos más vendidos del mundo, que ha ido revelando su utilidad para distintas indicaciones sobre el sistema inmune. Ha sido aprobado para tratar artritis —reumatoide, psoriásica, idiopática juvenil, en placas—, espondilitis anquilosante, enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. Se trata de un anticuerpo monoclonal, al cual los inversionistas le están augurando una larga vida redituable, pues viene con mucha fuerza de ventas; sus últimas indicaciones autorizadas en Europa y Estados Unidos son para hidradenitis supurativa y uveítis no infecciosa.
Algo interesante es que las innovaciones de Abbvie, nos cuenta su director médico en México, José Luis Cañadas, no son sólo de grandes moléculas biotecnológicas, sino también de fármacos sintéticos como algunas combinaciones con inhibidor de proteasa lanzadas para tratar hepatitis C y que están resultando igualmente exitosas; tienen la opción de atacar a varios genotipos del virus, los más comunes. Por cierto, en México, donde la compañía es dirigida por John Guerrero, esta terapia fue aprobada en tiempo récord el año pasado.
Ahora la expectativa está puesta en Venclexta, su promesa para oncología, en principio en cánceres hematológicos llamados tumores líquidos porque se presentan en la sangre, un área donde Abbvie se abre camino. Se trata de otra molécula sintética que está dando buenos resultados para leucemia linfocítica aguda (esperan sacar luego la versión para la leucemia mieloide) en Estados Unidos y Canadá; en México está en espera de la aprobación de Cofepris. Abbvie trabaja en desarrollos de anticuerpos monoclonales para otros tipos de cáncer vislumbrando dos dianas nuevas muy específicas que se están usando para eliminar células cancerígenas. Aparte, trae novedades neurológicas ya aprobadas para Parkinson y esclerosis múltiple.