Gracias a este desarrollo acelerado, las empresas han tenido que incluir cada vez más herramientas digitales en sus procesos administrativos, operativos e incluso de venta y atención al cliente.
La tecnología progresa rápidamente y cada vez se integra más a nuestra vida cotidiana: desde el uso de dispositivos móviles y asistentes virtuales, hasta los vehículos inteligentes. Gracias a este desarrollo acelerado, las empresas han tenido que incluir cada vez más herramientas digitales en sus procesos administrativos, operativos e incluso de venta y atención al cliente.
Por ello, durante los últimos años se ha popularizado la automatización de procesos, un término que hace referencia a un proceso integral a través del cual los negocios impulsan sus tareas con la ayuda de herramientas digitales para hacerlas más eficaces, con mayor calidad y acercarlas más a la transformación digital.
Y aunque muchas personas aún lo vean como amenaza, la automatización ha continuado creciendo en las compañías: durante el año 2010, las empresas a nivel global invirtieron US$3.402 millones en Tecnologías de la Información (TI), mientras que en el 2019 se espera un total de US$3.732 millones, lo que representaría un aumento de 9.7% o 330 mil millones más durante los últimos 10 años, de acuerdo con el portal de estadísticas Statista.
“Es importante recordar que la automatización no siempre implica sustituir a las personas, ya que su objetivo es ayudar a los humanos a llevar a cabo su trabajo, dejándoles tiempo para concentrarse en problemas más importantes y específicos, en lugar de tareas diarias y repetitivas”, explica Gustavo Parés, director general de la firma especializada en Inteligencia Artificial (IA) y Cómputo Cognitivo, NDS Cognitive Labs.
Esto no quiere decir que las personas se quedarán sin empleo, sino que necesitarán nuevas habilidades para poder acceder a los nuevos puestos que la tecnología irá creando. Un estudio realizado por la empresa de investigación McKinsey’s, señala que la invención de las computadoras personales en 1980 creó cerca de 18.5 millones de nuevos empleos. Hoy, ejemplos como éste lo podemos ver sectores como las redes sociales, la Inteligencia Artificial y los dispositivos móviles, los cuales han creado nuevos puestos como los científicos de datos, desarrolladores de aplicaciones o especialistas en marketing digital.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), en la actualidad el 29% de las tareas laborales son realizadas por una máquina. Debido a los avances tecnológicos, para 2025 se prevé que esta cifra significaría la reducción de 75 millones de empleos. A pesar de ello, el mismo informe indica que estas mismas tecnologías darán vida a más de 133 millones de nuevos roles de trabajo, con lo que en lugar de tener una cifra negativa, se generarían 58 millones o 17.7% más empleos. Es decir, es un círculo en el que hay una pérdida de empleos tras el avance de la automatización, pero, al mismo tiempo, se generan nuevos.
“No hay duda de que las Tecnologías de Información se han convertido en una poderosa herramienta, pero también en un arma. Por ello, necesitamos aplicar nuevos enfoques para una era definida por las invenciones y soluciones digitales, las cuales serán aún más poderosas, como la IA”, detalla Parés. “Es importante que las empresas y los equipos de trabajo comiencen a prepararse para los retos laborales del futuro”, agrega.
La implementación de IA, automatización, chatbots y demás soluciones digitales seguirá creciendo en los próximos años. Tan sólo la adopción de estas tecnologías ha crecido un 270% durante los últimos cuatro años y son utilizadas por el 37%de las empresas a nivel global, frente al 10% de hace cuatro años, según un informe de la consultora Gartner. Esto no es sorprendente si se considera que, en algunas industrias, se espera que estas inversiones aumenten los ingresos en más del 30% en los próximos cuatro años, de acuerdo a un informe de Accenture.
Ante este panorama, es prioridad general para cada negocio que los empleados puedan adquirir nuevas habilidades, pues el potencial disruptivo de la IA exige una mentalidad que esté a favor de la adaptabilidad.