Tras el anuncio de la ley que prohíbe el uso de especies animales en shows, dueños de circos plantean sus inquietudes en torno a qué hacer con tigres, elefantes, cebras y jirafas, entre otros. Zoológicos dicen no tener abasto.
México busca hogar para unos 2.000 tigres, elefantes, jirafas, osos y otros animales exóticos que son utilizados en circos y que quedan en un limbo desde la entrada en vigor una ley que prohíbe el uso de animales en espectáculos.
La nueva norma, que establece que las especies deben desarrollarse en su hábitat natural, busca acabar con la crueldad contra los animales, algo por lo que organizaciones de la sociedad civil habían estado presionando desde hacía años.
Aunque la ley rige desde el 8 de julio a nivel federal, muchos circos cerraron porque autoridades capitalinas y de otros municipios ya no otorgan permisos para subir a los animales al escenario, según los empresarios circenses.
Los dueños están preocupados por el destino de los animales: advierten la imposibilidad de seguir costeando el oneroso cuidado y los grandes zoológicos han dicho que es complicado recibirlos.
"Estamos a la espera de una respuesta del gobierno en torno a qué va a pasar con nuestros animales", dice Armando Cedeño, presidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circos (Uneac), que agrupa a decenas de empresarios circenses.
Mientras, en un predio de Tizayuca, municipio vecino a la Ciudad de México, permanecen estacionados varios tráileres de circo. En algunas casas rodantes duermen artistas ahora desempleados, junto a instalaciones con tigres, jaguares, cebras, llamas, caballos y dromedarios.
A pesar de todo, el domador Bruno Raffo sigue con su rutina cotidiana. Temprano por la mañana limpia las jaulas, alimenta a trece tigres que supervisa y hace espacio para que se ejerciten.
Raffo, un argentino de familia de domadores con cicatrices de arañazos en sus brazos, asegura que el costo de mantener a los tigres es de casi US$200 diarios. A eso se suman los salarios de los cuidadores y de veterinarios especializados.
"La mayoría de los trabajadores se fueron a sus casas, otros están aquí 'parqueados' en los terrenos a la espera de un nuevo aviso, yo tengo que estar aquí con los animales para ver que se puede hacer más adelante", dice Raffo.
El proceso de ubicar a tigres, jirafas, elefantes y osos no es nada sencillo.
En los grandes zoológicos públicos como el de Chapultepec, administrado por el gobierno de la capital mexicana y que ocupa siete hectáreas, no ven muy factible recibir a ejemplares como los tigres de Raffo porque se trata un grupo de muchos animales acostumbrados a estar juntos.
"Nosotros tenemos ya un plan de colección donde tenemos una capacidad establecida de animales que podemos mantener en buenas condiciones y sería contraproducente en pensar en grupos tan numerosos", dijo Arturo Rivera, director general de zoológicos y vida silvestre del gobierno capitalino.
Para tratar de llegar a una solución, el Gobierno federal está evaluando qué instalaciones, desde zoológicos públicos y privados hasta centros de investigación científica o centros de ecoturismo podrían recibir a los animales.
Zoológicos privados como Africam Safari, uno de los más grandes del país donde los animales están sueltos y los visitantes recorren el lugar en auto, se ha mostrado dispuesto a ayudar en la reubicación de los animales. Pero aseguran que es un proceso complejo.
"Depende en gran medida de la condición física y mental de los mismos animales para adaptarse", dice su director, Frank Carlos Camacho.