La falta de una estrategia de México para obtener mejores beneficios con China se remonta a muchos años atrás, y se vincula fuertemente con una política industrial errada y una sobre dependencia con Estados Unidos que tampoco ha dado los mejores frutos.
Las relaciones China y éxico pasan por un buen momento económico, con mayor exportación de carne de res, un incremento del 2% en el comercio agropecuario y un alza de 160% en la inversión directa de China en el país.
Pero el sector académico mexicano considera que las cifras podrían ser mucho mejores.
Para Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México (CECHIMEX) de la UNAM, México ha dejado pasar oportunidades para fortalecer su relación con China porque no tiene una propuesta detallada a tal efecto.
“Lamentablemente, México sólo voltea a China cuando hay crisis o está en problemas, y eso saldrá caro porque en unos años el país se convertirá en la economía más grande del mundo”, dijo en marzo de este año el coordinador del centro de estudios citado por el diario electrónico Estrategia Aduanera.
En uno de los varios análisis que realiza el académico Dussel Peters para CECHIMEX y la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China (Red ALC-China) detalla que el gigante asiático se convirtió en el segundo socio comercial de México en 2003, y desde 2010 su comercio bilateral superó al de la UE.
La balanza comercial de ambas naciones evidencia el déficit de México respecto de China, con US$ 76.197 millones, que es 30 veces superior a la cifra de 2000.
Según menciona en su libro “Dragonomics”, la académica de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Southern California (USC), Carol Wise, la falta de estrategia de México para obtener mejores beneficios con China se remonta a muchos años atrás y se vincula fuertemente con una política industrial errada y una sobre dependencia con Estados Unidos que tampoco ha dado los mejores frutos.
“México en los 80, después de la crisis, hizo un esfuerzo por exportar bienes industrializados manufacturados, pero al entrar al tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos abandonaron al mismo tiempo su política industrial […] es una gran contradicción y ahora México es el único país en Latinoamérica cuyas exportaciones se traslapan con China, porque ambos exportan productos intermedios a terceros mercados”, explica Wise.
La consecuencia de esto fue que en los albores de que México entrase al NAFTA bajó sus barreras comerciales “y los bienes chinos inundaron el mercado mexicano: el sector privado mexicano compra bienes intermedios chinos porque son más baratos y mejores. Y también lo hace Estados Unidos […] aquí es cuando empieza el déficit de comercio [que] nunca se ha revertido”, detalla la académica.
Ese impasse de principios de los 90 sería el inicio de una especie de relación de amor-odio entre ambas naciones, desde que en los 70 México fuera un pionero en reconocer a China globalmente.
“México apoyó la expulsión de Taiwán [desde la ONU], el presidente Luis Echeverría fue el primer mandatario latinoamericano en ir a China en 1973 y luego López Portillo en 1978 […] pero el déficit comercial, la competencia [generó] una relación delicada, que pasó de maravillosa a horrible con México tratando de bloquear la entrada de China a la OMC en 2001”, enumera Wise.
Y para peor, China se ha ido instalando en Estados Unidos a lo largo de estos años como protagonista, incrementando entre 2000 y 2005 un 143% sus exportaciones a EE.UU. versus un aumento 25% de las exportaciones mexicanas al mercado estadounidense.
“La relación entre México y China es un romance complejo por un tercer país. Es imposible analizar este vínculo sin que Estados Unidos esté presente, en casi todas las esferas. Tiene diversas aristas y la más compleja es la económica (...) La enorme dependencia de México respecto de Estados Unidos lo complica siempre”, comenta Dorotea López Giral, directora del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile.
De acuerdo con las académicas entrevistadas, México hoy tiene dos situaciones con China. Por un lado, el poco margen que le deja para profundizar sus relaciones comerciales el T-MEC.
“El artículo 32 ha sido llamado la ‘cláusula antichina’ por eso”, dice López Giral, en referencia a una cláusula del T-MEC que no permite el establecimiento de acuerdos comerciales con economías que no sean “de libre mercado”, estatus reconocido por México hacia China.
El segundo factor es que, a pesar de las presiones y la dependencia con Washington, la evidencia indica que acercarse a China ya está dando buenos resultados. Pero ha sido una relación con altos y bajos.
El país asiático ha buscado establecer un acuerdo comercial con México desde inicios del siglo XXI, con el establecimiento en junio de 2013 de una Asociación Estratégica Integral.
“Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se anunció una intención explícita y clara de relanzar la relación con China sobre bases diferentes (...) Entonces, un proyecto muy importante fue la construcción de obras de infraestructura. Muchas terminaron frustradas, como el aeropuerto internacional o el tren México-Toluca, o como el tren bala que iba a transitar de la Ciudad de México a la ciudad de Querétaro”, indica en un documento de estudio de 2019 el académico José Luis León-Manríquez, internacionalista de la UNAM y doctor en Ciencia Política de la Universidad de Columbia.
“La gente de Peña Nieto empezó a buscar un espacio en el mercado chino para productos como los berries. Pero tienes que hacer promoción de la exportación para llegar al mercado chino, no ocurre sólo. Al no tener un TLC con China hay que conseguir protocolos, licencias, permisos sanitarios. Peña Nieto abrió estas oficinas de ProMéxico en las ciudades grandes de China, pero AMLO canceló todo eso, porque él es nacionalista”, lamenta Carol Wise.
Lea acá este artículo completo: México y China, una oportundiad desaprovechada.