Por Alejandra Fuenzalida Stolzenbach, directora ejecutiva de United Way Chile.
Chile presenta, en materia educacional, la brecha de género más alta entre 37 naciones pertenecientes a la OCDE. Así de categórico es el informe que recientemente dio a conocer el organismo y que sitúa a nuestro país en una posición difícil respecto de sus compañeros. “Educación at a glance 2018” es el nombre del estudio que, una vez más, nos muestra un aspecto aún sin resolver, como es el acceso de las mujeres a los ambientes académicos y las desiguales condiciones salariales que debemos enfrentar.
En esta línea, la OCDE informa que las mujeres chilenas que cuentan con estudios superiores, ganaron un 65% de la renta que reciben los hombres por igual cargo e igual desempeño. ¿Qué pasa con nuestro país? Nos encontramos, en este ranking, justo a continuación de Brasil, en una posición que no contribuye a los esfuerzos que se están realizando para reducir la brecha de género.
El informe también arroja que en el grupo de mujeres entre 25 y 64 años, el 79% que egresó de la Educación Superior cuenta con trabajo, mientras que en el caso de los hombres el número llega a 91%. Son estos 12 puntos porcentuales los que dan cuenta de la diferencia en el acceso y sobre los que debemos trabajar a la brevedad, abogando por la equidad.
Otros datos interesantes que entrega el estudio se relaciona con la cobertura educativa en nuestro país. El 31% de mujeres entre 25 y 34 años cuenta con estudios superiores, mientras que el 52% registra escolaridad completa. En el caso de los hombres, los números llegan a 28% y 55% respectivamente. Si bien todos estos datos corresponden a 2015, la realidad es que hoy mucha de esta inequidad sigue latente.
¿De qué manera nos hacemos cargo de estos indicadores para generar el cambio que realmente necesitamos como país? ¿Dónde tenemos que focalizar nuestros esfuerzos como para acabar con esta brecha? A sólo 15 meses de entrar en la tercera década del siglo 21, parece insólito seguir levantando estas banderas, cuando el sentido común nos indica justamente el valor y la importancia de contar con igualdad de acceso de forma transversal en diversas áreas del desarrollo de las personas. Sin embargo, las diferencias persisten y debemos eliminarlas de manera efectiva y rápida.
El acceso a la educación es un Derecho Humano y, como país, debemos seguir trabajando para resguardarlo por el bien de las mujeres y su desarrollo personal. Es así como lograremos construir una sociedad más justa y con igualdad de oportunidades para la población en general, sin discriminación por género.