Fadua Gajardo, gerente senior de Consultoría en Personas y de Gobierno Corporativo de EY.
Resalta a la vista que las mujeres sean manejadas como una minoría y que tengan que ser incluidas dentro de los planes de diversidad e inclusión, siendo que en la realidad las mujeres conforman más de la mitad de la población de Chile. Esto evidencia la deuda que tiene el país con el rol que cumplen en diversas áreas de desarrollo, sobre todo en lo laboral.
Si bien hace 40 años Chile ratificó la “Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer”, no fue hasta el 2016 que formalmente se estrenó el Ministerio de la Mujer y Equidad, el cual se estableció para reforzar la actuación del Estado en los temas de relevancia en cuanto a la equidad de género.
Sin embargo, esta temática sigue sin instaurarse en la agenda pública, y la poca prioridad que tiene hoy en día hace que ocurran eventualidades como tener el ministerio correspondiente sin titular por casi dos meses.
Esto se observa latentemente en el bajo desarrollo de Chile en la materia versus nuestros pares latinoamericanos. Según un estudio de la OCDE, la brecha de género en la participación de la fuerza laboral en Chile es de 22 puntos porcentuales, lo que está por debajo del promedio de América Latina y el Caribe (25). Chile está en deuda con sus ciudadanas y se hace urgente un cambio de mentalidad en la materia para que, desde la base, se aplique una variación importante en cómo se percibe a la mujer y su rol social.
Un largo camino
Faltan más y mejores condiciones para incorporar a las mujeres a la fuerza laboral. Un estudio realizado por Cristina Manterola, directora y miembro del Consejo de Diversidad e Inclusión de Egon Zehnder, asegura que Chile es el segundo país de la región donde hay más compañías sin presencia de mujeres, con cerca del 57%.
Esta inclusión se logra valorizando el aporte que entrega a compañías y áreas de trabajo una presencia femenina fuerte y marcada. Los estudios estiman que el PIB de América Latina y el Caribe crecería US $2,5 billones si la brecha de género en participación se cerrará completamente. Además, las empresas de la región que cotizan en bolsa, y que cuentan con una o más mujeres en altos cargos de gerencia, muestran una rentabilidad del capital 44% mayor.
Percatarse del valor agregado que aporta la mujer a la fuerza laboral es el primer paso para comenzar a pagar el gran déficit que tiene Chile para con sus mujeres. Estas transformaciones no solo dependen del rol del Estado o cargos legislativos, sino que, debe haber un cambio de mentalidad que parta desde la ciudadanía como un todo.