Por Gonzalo Reyes, economista jefe y socio de Abaqus.
Después de la crisis de 1929 parte importante de las economías del mundo aumentaron significativamente sus aranceles gatillando una guerra comercial. Este fenómeno ha sido estudiado desde esa época y el consenso absoluto es que los conflictos comerciales son malos para todos los involucrados.
Sin embargo, Donald Trump, haciendo caso omiso de la toda la política comercial que ha tenido su partido en los últimos 40 años y de toda la evidencia existente sobre comercio internacional, ha decidido enfrascarse en un conflicto comercial donde su principal opositor es China.
¿Qué hay detrás de esto? Es acaso Donald Trump un demente o ignorante como múltiples analistas políticos lo han descrito o esta es una decisión racional desde su punto de vista. Hoy, a 560 días de iniciado su gobierno, sólo Harry Truman (1945-53) ha tenido un nivel de desaprobación tan alto (53%). Lo anterior se exacerba producto de que estamos a pocos meses de las elecciones de mitad de periodo, donde se renueva toda la cámara baja, un 33% del congreso y se eligen gobernadores para 36 de 50 estados.
Una derrota importante en estas elecciones podría perjudicar significativamente la capacidad legislativa de Trump al tiempo que disminuye considerablemente sus posibilidades de reelección. En este contexto, es razonable para Trump tomar medidas que tengan una gran rentabilidad electoral. Las políticas proteccionistas tienen esta característica, pues sus beneficios se ven extremadamente rápido, con trabajadores felices en las industrias protegidas, mientras que sus perjuicios tienden a diluirse en la sociedad y en el tiempo.
China entiende las intenciones políticas detrás del proteccionismo y por lo mismo la estrategia que ha tomado es enfocarse en poner sanciones sobre industrias de interés político para Trump, es decir en distritos y estados donde se podría definir la elección de noviembre. Un ejemplo de esto son las tarifas especiales para productos Harley-Davison, provenientes de Wisconsin, estado en el cual Trump ganó por muy poco.
Estas represalias han generado que caiga la popularidad de las medidas proteccionistas y consecuentemente su retorno electoral. De esta forma, no debiera sorprendernos que los ruidos de guerra comercial tiendan a apaciguarse en los próximos meses. Dejando en evidencia su naturaleza como treta política de cara a las elecciones de noviembre.