El panorama general de este sector es muy complejo
Desde hace más de diez años, los que estamos involucrados con el sector Salud, médicos y quienes manejan las decisiones del sector, hemos pensado y trabajado con la finalidad de integrar a todo el sector público de la salud en una sola institución que otorgue el servicio de atención sanitaria.
Sin duda es un noble objetivo que por supuesto incluye brindar atención médica a todos los connacionales. Los obstáculos que enfrenta el proyecto son muchos y han sido analizados desde diversos ángulos; menciono como uno de los más importantes las leyes de creación de cada institución sanitaria, que marcan obligaciones ineludibles con ciertos grupos específicos. Así, el IMSS, por ejemplo, en virtud del origen tripartita de sus recursos (trabajadores, patrones y gobierno), tiene la responsabilidad de atender únicamente a quienes aportan dinero, es decir, trabajadores del sector privado y a sus empleadores. Forzar a dicha institución a brindar atención médica a otros sectores de la población requiere cambios legislativos importantes.
El caso del ISSSTE no es muy diferente, con obligación primaria hacia los trabajadores del Estado. Estas dos instituciones además administran sus sistemas de pensiones y cada una ha desarrollado una relación laboral diferente tanto con sus empleados como con sus pensionarios. Con mucho, son las instituciones más grandes, pero el sistema es mucho más complejo debido a que no son los únicos esquemas mediante los cuales el Estado otorga salud a la población; existen diversas secretarías de salud estatales que obtenían sus recursos por el llamado Seguro Popular y además tenemos al circuito de los institutos nacionales de salud y a los hospitales federales de alta especialidad, que cobran cantidades diversas a la población que atienden. Debo añadir además que cada una de las instituciones tiene un sindicato y condiciones generales de trabajo diferentes que se han desarrollado a lo largo de sus muchos años de existencia.
El panorama general es muy complejo; las instituciones detentan muchas responsabilidades y tienen en muchos casos de impedimentos explícitos para abrir su atención a lo que llamamos “población abierta”, es decir, a quien esté enfermo y demande el servicio.
En los días pasados, hemos apreciado al presidente López Obrador efectuando visitas a centros de salud y hospitales, empezando por las zonas económicamente más débiles, lo que francamente celebro; pero tengo la impresión de que el anunciado Instituto para el Bienestar se va a enfrentar a tareas de momento imposibles de lograr sin incurrir en responsabilidades administrativas graves. Cuando fui responsable del programa de salud materna, arrancamos una estrategia interinstitucional para la atención de la emergencia obstétrica, es decir, que cualquier mujer gestante con una emergencia pueda ser atendida en cualquier unidad sanitaria y costó mucho trabajo diseñar un mecanismo para la facturación cruzada entre las distintas instituciones de salud. Ahora esperamos que se articulen todos los cambios legislativos y los diseños financieros que permitan efectivamente la atención universal a todos, en una sola gran institución sanitaria; pero eso, estoy seguro, no podrá iniciar en el corto plazo.