Esta enfermedad tropical llegó en 201 al viejo continente.
En 2014, el parasitólogo Jerome Boissier se sorprendió cuando en una sola semana, dos médicos de Francia y Alemania lo llamaron para contarle que dos familias que nunca habían salido de Europa habían desarrollado esquistosomiasis, una enfermedad infecciosa tropical que puede causar fiebre, escalofríos, dolores musculares y orina sanguinolienta.
Hasta ese año, y a pesar de que 230 millones de personas en el mundo estén infectadas con el parásito que la causa, no se habían registrado casos en Europa. Hasta ese momento se crería que los platelmintos esquistosómicos, que son los parásitos que causan la enfermedad, solo podían sobrevivir en lugares cálidos como África o Sudamérica. No en climas templados como el europeo.
Los epidemiólogos más tarde rastrearon los casos hasta el río Cavu en Córcega, una isla francesa en el mar Mediterráneo, donde los pacientes habían nadado durante unas vacaciones. Los científicos descubrieron que un caracol de agua dulce local actuaba como huésped intermedio, que es esencial para el complejo ciclo de vida de los gusanos planos que transmiten la esquistosomiasis. Al menos 120 personas se han infectado, y la enfermedad está apareciendo en otras partes de Córcega.
En un trabajo anterior, Boissier, investigador de la Universidad de Perpignan Via Domitia en Francia, había demostrado que el culpable de la enfermedad no es un parásito esquistosoma ordinario, sino más bien un híbrido de dos especies.
Ahora, su equipo ha descubierto la ventaja del híbrido: parece ser mejor que la especie de la que vienen para infectar tanto a los caracoles que le sirven de huésped temporal como a mamíferos. Dichos híbridos, descubiertos también en otras especies parásitas, podrían ampliar el rango de mamíferos hospedadores de un parásito, lo que complicaría los esfuerzos para controlarlo.
De acuerdo con Science News, los seres humanos y otros mamíferos infectados con esquistosomiasis arrojan huevos en sus heces u orina, que eclosionan si llegan a agua dulce a tiempo. Las crías luego se instalan en los caracoles, donde maduran y se reproducen asexualmente, produciendo pequeñas larvas que salen del caracol. Si esas larvas encuentran otro mamífero que nada o vadea, se esconden en su piel y se instalan en los vasos sanguíneos, completando el ciclo de vida. Dos especies infectan a los humanos; el más común, Schistosoma haematobium, causa esquistosomiasis urogenital. A menudo reside en venas en la pared de la vejiga o el tracto reproductivo y puede dañar los órganos o afectar la fertilidad.
Schistosoma haematobium alcanzó Europa después de que un paciente infectado viajó a Corsica y orinó en el Río Cavu, cree Boissier. También cree que la infección se originó en Senegal. Un análisis realizado en 2008 por la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) había recolectado las cepas originales del gusano y los había cruzado en el laboratorio para crear el híbrido. Luego, los investigadores probaron la capacidad de los padres y el híbrido para infectar a los caracoles y, como sustituto de los humanos, los hámsters.
En 2016, investigadores del Instituto Wellcome Sanger en Reino Unido, secuenciaron el genoma del híbrido, y descubrieron que las tres cuartas partes de su ADN provenían del parásito humano y el resto de S. bovis. Esa mezcla puede aumentar la capacidad del híbrido para infectar el caracol de Córcega y de prenderse a los humanos. El hecho de que el ADN de las dos especies parentales esté mezclado indica que los híbridos han existido lo suficiente como para aparearse con los padres y entre sí a lo largo de múltiples generaciones.
"El nivel de información genómica [en el estudio] es impresionante", Daniel Colley de la Universidad de Georgia, en Atenas, a Science Magazin. “No sabemos cómo se desarrollará en el largo plazo en términos de empeorar la diseminación o impedir el control de la esquistosomiasis", dice.
La esquistosomiasis es la enfermedad infecciosa transmitida por parásitos más extendida del mundo, después de la malaria.