Plan nacional “Leer es mi cuento” fue clave para que el hábito creciera en los últimos cinco años.
En 2005, el promedio de lectura de los colombianos de las cabeceras municipales era de 1,6 libros por habitante al año. En 2008, el índice subió hasta 2,0 libros y en 2012 bajó de nuevo a 1,9. Habían pasado ocho años, dos gobiernos y multimillonarias inversiones en bibliotecas públicas, pero la estrategia para incentivar y promover la lectura en el país no despegaba. Los colombianos de las ciudades no estaban leyendo lo suficiente. Ni lo necesario. Los colombianos del campo ni siquiera aparecían en los registros. El estudio de hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y consumo de libros ubicaba al país muy por debajo de otras naciones latinoamericanas, como Argentina, México, Brasil y Chile.
Hoy en día, los habitantes de los 1.122 municipios de Colombia han pasado de leer 1,9 libros en 2012 a leer 2,9 libros en 2017, un crecimiento aproximado del 50%, según la Encuesta Nacional de Lectura realizada por el DANE y aplicada a 108.383 personas en 33.995 hogares. El estudio reveló que la población lectora de las cabeceras municipales leyó en 2017 5,4 libros, mientras que en 2012 la misma población leía sólo 4,1 libros anuales. Las capitales del país con mejores índices de lectura fueron Medellín, con 6,8 libros, por habitante al año; Bogotá, con 6,6, y Tunja, con 6,5. Además, esta es la primera vez que un estudio se acerca a los comportamientos de lectura de los habitantes de las zonas rurales del país, y los resultados son alentadores: en 2017, los campesinos colombianos leyeron 1,9 libros por año, lo mismo que leían los habitantes de las grandes ciudades en 2012.
¿Cómo se logró este avance sin precedentes? ¿Por qué los colombianos están leyendo cada vez más? ¿Qué política pública convirtió al país en uno de los más lectores de la región? La respuesta es el Plan Nacional de Lectura y Escritura “Leer es mi cuento”, que priorizó las bibliotecas públicas, la primera infancia y los hogares de escasos recursos.
“No sólo las campañas de promoción eran suficientes para subir los índices de lectura en el país; teníamos que hacer una política integral. Por eso creamos ‘Leer es mi cuento’, un plan que contempla la construcción, dotación y modernización de las bibliotecas públicas y la formación de los bibliotecarios. También incrementamos el acceso a los libros infantiles y trabajamos con las regiones para convencerlas de incluir la lectura en sus planes de desarrollo. Nada más importante para un país que le apuesta a la consolidación de la paz que fomentar el acceso al libro y a la lectura”, aseguró la ministra de Cultura, Mariana Garcés.
Una mirada retrospectiva revela que en el comienzo del gobierno de Uribe, en el país había cerca de tres millones y medio de libros disponibles y la población nacional superaba los 40 millones de habitantes, es decir, había un libro por cada 13 personas, mientras que la Unesco recomendaba mínimo dos libros por ciudadano, es decir, 80 millones de libros. Ocho años después, en 2010, con la construcción de 500 bibliotecas distritales, equipadas con 2.600 libros cada una, y otros esfuerzos de dotación, el país tenía cerca de 8 millones de libros disponibles. Se había duplicado la oferta de lectura, pero el déficit continuaba.
Las encuestas de ese entonces mostraban que 28% de los hogares colombianos no tenía un solo libro y que en el 23% había menos de cinco. El reto, entonces, era poner la lectura más cerca de la gente, buscar la forma de llegar con libros a las zonas afectadas por el conflicto armado y atender las necesidades lectoras de los estratos 1, 2 y 3.
“Queríamos que la lectura fuera un derecho fundamental para todos los colombianos”, dijo Consuelo Gaitán, directora de la Biblioteca Nacional, al referirse al principal objetivo del programa. Por eso, el Ministerio de Cultura destinó $687.000 millones entre 2011 y 2018, equivalentes al 39 % de su presupuesto, para “Leer es mi cuento”. Con este dinero se compraron, produjeron y distribuyeron 20,2 millones de libros, de los cuales 14,2 millones eran de literatura infantil y juvenil. El Ministerio de Educación, por su parte, entregó 9,3 millones de libros diferentes a textos escolares en 20.000 sedes educativas del país.
Con estas decisiones, hoy en día en Colombia hay más de 40 millones de libros, 13 veces más de lo que había hace 18 años, repartidos entre las 1.484 bibliotecas públicas del país, las unidades de servicio del Icbf, salas de lectura de la primera infancia, viviendas gratuitas, casas de cultura y escuelas municipales de música y danza. Esta nueva realidad es, sin duda, uno de los principales motivos por los que los colombianos leen cada vez más.
En el último año, además, 12 millones de personas visitaron las bibliotecas, un aumento de 5 millones frente al 2012. Para Gaitan los responsables de este incremento exponencial son los bibliotecarios y los promotores de lectura."Hoy la profesión de bibliotecario en Colombia es un símbolo de excelencia. Es gracias a ellos, nuestros héroes regionales, y a su dedicación y esmero en hacer de las bibliotecas escenarios de paz y lugares de encuentro en sus municipios y veredas, que avanzamos hacia la meta de hacer de Colombia un país de más lectore".
De hecho, en los ocho años de gobierno, 1.510 bibliotecarios se capacitaron en apropiación de uso de las tecnologías y la prestación de nuevos servicios como cine-foros, fotografía y memoria, y estrategias de investigación a través de la tecnología.
Otra de las iniciativas que promovió la lectura fue la campaña ‘Lee lo que quieras, pero lee’, que aprovechó los medios digitales para acercarse a los jóvenes y proponer contenidos de lectura innovadores. Un ejemplo es la aplicación móvil ‘Lee más’, con 40 contenidos literarios, que ha logrado cerca de 10 mil descargas. Además, el gobierno reveló que cinco mil colombianos de diversas regiones han participado en ‘Relata’ y ‘Libertad Bajo Palabra’, dos programas de formación en escritura creativa que buscan promover la lectura crítica como paso necesario para la cualificación de la producción literaria.
“Con ‘Relata’ se promueven los procesos de formación en escritura y lectura, así como la integración, circulación y divulgación de nuevos autores en las regiones. Por su parte, ‘Libertad Bajo Palabra’ tiene como objetivo promocionar la lectura, la escritura y el acceso a servicios bibliotecarios entre la población carcelaria del país y sus familias, contribuyendo a sus procesos de socialización”.
En esto años de gestión, la Biblioteca Nacional ha digitalizado 94.000 recursos literarios con el propósito de para llevar a la web libros antiguos y modernos. Además, se lanzó la ‘Biblioteca Básica de Cultura Colombiana’, un proyecto con una colección de 150 libros digitales escritos por los grandes pensadores de nuestro país dentro de los que se destaca el libro digital de Antonio Caballero ‘Historia de Colombia y sus oligarquías’, el producto más leído de la Biblioteca, que circuló mensualmente en la página de internet de la Biblioteca (13 capítulos), y tuvo más de 264.000 visitas.
Imagen: cortesía Duván Barrea