Actividad ofrece la poco frecuente posibilidad de volver a disfrutar las destacadas obras que los chilenos no pudieron ver en septiembre de 1973. Pero, además, sirve de pretexto para dos proyectos paralelos.
“Estos primeros días de primavera parecen más bien invernales. Me recuerda mucho a Barcelona, de los últimos tiempos de la guerra, en 1938”.
La frase pertenece al curador y experto museógrafo mexicano Fernando Gamboa, quien en septiembre de 1973 llega a Chile mandatado por su gobierno para organizar una intensa exposición con obras de los muralistas Orozco, Siqueiros y Rivera en el Museo Bellas Artes.
Sin embargo, el golpe militar no sólo ponía fin a la democracia en Chile. Se iniciaba un largo camino de oscurantismo cultural. Gamboa registra todo ese ritmo compulsivo de la sociedad chilena en una grabadora.
Poco más de cuarenta años después de esa fallida actividad cultural mexicana en Chile, la historia hace lo suyo para que el círculo se cierre. Este jueves 19 de noviembre se inaugura en el mismo Museo Bellas Artes “La exposición pendiente 1973 -2015”.
Esta actividad ofrece la poco frecuente posibilidad de volver a disfrutar las destacadas obras de los artistas mexicanos que los chilenos no pudieron ver en septiembre de 1973. Pero, además, sirve de pretexto para dos proyectos paralelos.
Por una parte, destacar la trayectoria de Fernando Gamboa (fallecido en 1990 con poco más de 70 años) y –por otra- desarrollar un documental con la inquieta vida del experto mexicano, a cargo del realizador chileno Bruno Salas (“Escape de gas”).
Así, el vital ejercicio de refrescar la memoria, en este caso se potencia con la capacidad de mirar hacia el futuro.
“La exposición pendiente 1973 -2015” incluye casi 80 piezas de la muestra original, una exhibición con las grabaciones que Gamboa hace en sus paseos por Santiago (las que se comparten por primera vez) y las grabaciones del trabajo a cargo del realizador Salas.
En cuanto a su perfil pictórico, la exposición contiene óleos tempranos de Diego Rivera, cuadros de Siquieros que van desde los años 30 al 50 y litografías de Orozco provenientes desde los años 20 y 30, centrados en su interés por lo humanitario y lo existencialista.
Gamboa es el principal responsable de haber salvado las obras de la muestra. Su ubicuidad histórica lo situó siempre en el lugar y en el momento precisos. Tanto en Barcelona 1939 como en Bogotá 1948, el curador tuvo que realizar tareas que fueron mucho más allá del ojo estético.
Hubo que hacer cosas éticas, como organizar cuatro barcos con refugiados políticos desde España a México o salvar las obras de un voraz incendio en Colombia.
De todo esto trata la muestra del Museo Bellas Artes. Una exposición que, como muchas veces en la vida, subraya el carácter elíptico de la historia.
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