La autora del libro "La Ruta de la Felicidad", Emma Seppälä, desafía la idea de que el éxito exige estrés. "Si damos prioridad a nuestro bienestar, acabamos siendo más productivos, desempeñamos mejor nuestras funciones y nos relacionamos mejor con los demás", dice.
En “Ruta de la felicidad: cómo aplicar la ciencia de la felicidad para acelerar tu éxito” [The Happiness Track: How to Apply the Science of Happiness to Accelerate Your Success], Emma Seppälä, directora del Centro para la Investigación y la Educación de la Compasión y el Altruismo, de Stanford, desafía la idea de que el éxito exige estrés.
En una entrevista con Knowledge@Wharton, Seppälä identifica algunos mitos sobre el éxito y habla sobre los medios por los cuales la calma puede mejorar la productividad y el rendimiento.
A continuación, la versión editada de la entrevista.
-Usted comienza “El camino de la felicidad” con una historia sobre un escenario que le proporcionó dos puntos de vista muy diferentes sobre lo que significa trabajar y cómo interpretar el éxito. Por favor, comente esta experiencia y lo que aprendió.
Emma Seppälä: Trabajé para un periódico internacional importante en los alrededores de París, Francia. Mi trabajo era hacer de enlace entre los editores, que estaban en el segundo piso y eran en su mayoría estadounidenses, y el personal de la rotativa, que estaba en la planta baja y se componía sobre todo de trabajadores franceses. Fue muy interesante observar la diferencia entre los dos grupos. Ambos trabajaron con el mismo propósito: producir el periódico del día siguiente. Sin embargo, había dos estrategias muy diferentes para lograr este objetivo. En el segundo piso, las personas se sentaban encorvadas sobre el computador, comían sobre el teclado y no hablaban entre ellos. Era una atmósfera tensa. También era poco saludable, dada la falta de comunicación y el estado de ánimo general que se podía percibir.
Cuando descendía a la planta baja, en el sector de la maquinaria, me encontraba con gente de muy buen humor. La comida estaba a la vista. La gente me saludaba en voz alta en la sala. Por supuesto, se trata de dos culturas diferentes. Arriba había más estadounidenses; en la planta baja, la mayoría eran franceses. Era gente de cuello blanco frente a operarios. En general, sin embargo, esta experiencia muestra que las personas pueden trabajar con el mismo objetivo y tener dos estrategias diferentes.
El objetivo de este libro no es demostrar que los franceses tienen una mejor manera de hacer las cosas que los americanos. De ningún modo. Sin embargo, tenemos esta idea errónea de que para tener éxito, tenemos que posponer nuestra felicidad. Pero si se miran de cerca los datos, tal y como he estado haciendo en los últimos diez años, vemos que si damos prioridad a nuestro bienestar, acabamos siendo más productivos, desempeñamos mejor nuestras funciones y nos relacionamos mejor con los demás, lo que se traducirá en resultados más positivos.
-¿Puede hablar un poco más acerca de su definición de la felicidad y sus beneficios?
La felicidad se define a menudo de dos maneras. La mayoría de la gente piensa en la felicidad como algo hedónico. En otras palabras, las experiencias placenteras de la vida, tanto los logros, las conquistas, todo lo que nos proporcione breves momentos de estímulo. Lo que diferencia a este tipo de felicidad es que es breve. Vemos que, en el caso de una experiencia agradable, que puede provenir de una comida, el sexo, una bonificación en nuestro sueldo, o un logro, o incluso un momento de fama o de otro tipo de reconocimiento, experimentamos este estímulo, pero dura poco.
Hay otra forma de felicidad mucho más duradera. Yo diría que se trata, incluso, de una sensación de realización. Es una sensación de realización derivada de un sentido de propósito, de conexión social proporcionada por relaciones positivas con los demás e incluso un sentido de hacer algo por el bien mayor, algo que va más allá de nosotros mismos. La manera en que se aplica esto al lugar de trabajo, por ejemplo, está dada por la presencia de líderes y empleados que dan más apoyo a los que les rodean, en contraste directo con la teoría de que tenemos que buscar a alguien que es el número uno. Al final, su rendimiento es mejor, el nivel de relación es mejor y terminan siendo los más carismáticos, los más queridos. Por otra parte, las personas se vuelven más saludables y más longevas. Hay mucho que decir acerca de este segundo tipo de felicidad, pero no es común hablar demasiado sobre ello.
-Uno de los mitos del éxito del que habla es la tendencia de muchos de nosotros de mantenernos lo máximo ocupados posible y equiparar el estrés con el éxito. Usted dice que ni siquiera intenta controlar el estrés y recomienda explorar nuestra flexibilidad natural. ¿Cuál fue la eficacia de esto en su trabajo con los veteranos de guerra? ¿Y cómo puede ayudar y tener un efecto positivo en los demás?
Creemos que no se puede haber éxito sin estrés. Muchos de nosotros dependemos de la adrenalina que procede del exceso de cafeína que consumimos, de programar demasiadas tareas, de esperar hasta el último minuto para cumplir con nuestras obligaciones, porque creemos que esto nos hará más productivos. Sin embargo, si analizamos de forma eficaz los datos, lo que provoca el estrés a largo plazo —y probablemente hemos escuchado mucho esta historia— no sólo se limita al daño a nuestra salud física, sino también a nuestras facultades cognitivas, de nuestra atención y la memoria, por no hablar de la inteligencia emocional, nuestra capacidad de comunicarnos eficazmente con los demás.
Sin embargo, no sabemos qué hacer, ya que tenemos tantas responsabilidades, exigencias en el lugar de trabajo, demandas personales. Es muy fácil sentirse estresado. Insisto en que la tensión temporal es buena; ayuda a cumplir con los plazos. Sin embargo, el estrés crónico y a largo plazo, como se muestra ampliamente en la investigación, tiene un efecto negativo sobre nosotros. Entonces, ¿qué podemos hacer? No podemos cambiar las exigencias que tenemos. Lo que podemos hacer es cambiar nuestra flexibilidad interna y nuestra capacidad para hacer frente a estas demandas. Aprendemos, por tanto, a dar el puntapié inicial a nuestro sistema de accionamiento, nuestra respuesta al estrés, una respuesta en forma de lucha o huida. Somos muy buenos en eso.
De hecho, somos tan buenos en eso que, a menudo, tenemos problemas para desligarnos de ello, por lo que llegamos a casa por la noche y, a veces, preferimos beber algo para calmarnos. De lo contrario, vamos a necesitar medicamentos para dormir. Una gran cantidad de personas lo necesitan, sólo para dormir. Hemos olvidado cómo explorar el otro lado de nuestro sistema nervioso, el sistema nervioso parasimpático, el sistema nervioso del descanso y la digestión, el sistema nervioso restaurador. He trabajado con algunas de las personas más estresadas de nuestra sociedad, los veteranos que habían regresado de la guerra de Irak y Afganistán. Ellos viven en estado casi constante de estrés debido a la ansiedad que es resultado directo de sus experiencias.
Hicimos una intervención basada en la respiración. Curiosamente la respiración, por simple que parezca, es una ruta directa a la parte tranquilizadora de nuestro sistema nervioso, el sistema nervioso parasimpático. Descubrimos que, muy rápidamente, los veteranos podían dormir de nuevo. Se las arreglaron para vivir otra vez la vida que llevaban, en lugar de vivir en un constante estado de ansiedad. Si ellos han sido capaces de hacerlo, nosotros también podemos. La respiración es una manera simple de calmarnos, pero también nos proporciona una manera de explorar una manera muy natural de restaurarnos, recuperar la energía, y tener un excelente rendimiento.
-Emma, ¿podría hacer un ejercicio de respiración con nosotros?
Claro. Sabemos que nuestra respiración cambia con nuestras emociones. Cuando uno se siente estresado, ansioso, nervioso, la respiración es más corta, más rápida. Del mismo modo, cuando alguien está más relajado, más feliz, su respiración es más profunda. Sabemos que cuando inhalamos, los latidos del corazón se aceleran. Cuando exhalamos, se desaceleran. Por lo tanto, nuestro objetivo es alargar el tiempo que dedicamos a la exhalación. La idea es inhalar profundamente y por largo tiempo y alargar el momento de exhalación.
Podemos hacer un ejercicio de estos ahora mismo. Respire larga y profundamente, cuente hasta cuatro y contenga la respiración durante unos segundos. Luego exhale contando hasta ocho. Vamos allá.
Lo interesante es que se puede hacer en una reunión del consejo de administración, en su escritorio, cuando se está conduciendo de regreso a casa. Alargar el tiempo de inhalación, y hacerlo de una manera profunda, ayuda a que el corazón calme su sistema nervioso. Hay mucho que aprender sobre la respiración, pero este es un muy buen ejercicio introductorio.
-Usted habla mucho acerca de la gestión de la energía y el aumento del bienestar. ¿Qué nos deja exhaustos? ¿Qué nos puede ayudar a sentirnos mejor?
Para pasar el día, eso también nos agota rápidamente debido a que la respuesta al estrés cobra un peaje a varios sistemas de nuestro cuerpo, desde el sistema inmune a nuestras capacidades cognitivas y muchas otras partes del cuerpo. Por lo tanto, debemos pensar en la introducción de un poco más de calma en nuestras vidas. Esto no es una palabra muy popular, especialmente en los EE.UU.. Si le preguntas a un americano qué es la felicidad, la definirá como un conjunto de emociones muy intensas, como la excitación y el entusiasmo, la euforia y la emoción.
Tenemos esta idea de trabajo duro, juego duro. La idea de que siempre hay intensidad. Cuando trabajas, te sientes muy estresado, y cuando juegas, te sientes emocionado y eufórico. Todo esto es muy bueno. Sin embargo, estas cosas agotan nuestra energía. La alta intensidad es algo que desgasta. Se activa nuestra respuesta al estrés. No importa si usted está demasiado excitado o demasiado estresado, se activa la respuesta del estrés en el cuerpo.
Una cosa que debemos hacer es disponer de más tiempo para las actividades que nos calman. Si le preguntas a la gente en los países del Este de Asia que definan la felicidad, van a responder con palabras como “serenidad”, “tranquilidad”, palabras que denotan baja intensidad …
Si aprendemos a estar más tranquilos en nuestro día a día o en nuestra agenda, nos encontramos con que gestionaremos mejor nuestra energía y vamos a tener más energía de reserva cuando más la necesitemos. Un ejercicio descubierto por nuestros investigadores, y que es muy útil, consiste en alternar, durante las actividades diarias, las de alta intensidad y baja intensidad. Así que tal vez su actividad requiera una gran cantidad de su intelecto; puede que tenga que escribir un artículo o hacer una presentación de PowerPoint o algo así. Compensar este tipo de actividad con otra menor intensidad: por ejemplo, introducir datos en el ordenador, o hacer la limpieza del escritorio, revisar la correspondencia, etc. Esto ayudará a conseguir el pico de energía que se necesita.
Al mismo tiempo, también le hará una persona más creativa. Cuando estás siempre concentrado, no estás en sintonía con tu capacidad creativa natural. Este es otro error que cometemos. Creemos que para ser creativo hay que centrarse constantemente en nuestro campo. Sin embargo, la creatividad surge —esos momentos eureka— cuando nuestra mente está más relajada, quizás ejecutando una actividad de menor intensidad y que requiere menos concentración.
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