Por María Soledad Mosquera, gerente de Negocios y Operaciones en Mandomedio.
No hay una segunda oportunidad para dar la primera mejor impresión. Cuando nos enfrentamos a un producto, el envoltorio habla mucho de su contenido. Cuando entramos en una tienda la atención que recibimos de los dependientes es crucial. Cuando llamamos a un call center para pedir ayuda, la disposición a solucionar nuestro problema es casi más importante que la solución misma.
Los estudios de marketing de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo y los consejos de psicólogos laborales coinciden en que la imagen es elemental en el área de ventas y que esa imagen es una suma de factores compuesta por la presentación personal, la forma de vender y el conocimiento que se tiene sobre el producto o servicio; el lenguaje que se utiliza para persuadir al cliente o consumidor; la postura corporal y el lenguaje no verbal también son relevantes a la hora de vender; porque lo que se dice no se puede contradecir con lo que expresa el cuerpo.
A este conjunto de elementos de la imagen personal se suman una serie de buenas prácticas en el proceso de venta que potencian la imagen del ejecutivo de ventas; pero que mal manejadas pueden incluso destruirla.
Durante las reuniones es necesario cuidar la puntualidad y eficacia con la que se desarrollará ese encuentro con el cliente. De eso dependerá la confianza inicial que éste deposite en el ejecutivo de ventas. Asimismo, es importante tener la disposición a resolver todas las dudas y estar disponible para futuras consultas posteriores a una reunión.
La imagen también se extiende a los canales de comunicación que use el ejecutivo de ventas. En el correo electrónico es crucial cuidar la ortografía, expresarse con una adecuada redacción que no dé paso a interpretaciones erróneas y tener la costumbre de responder todos los e-mails; porque un simple ok, acusando recibo de una información; un quedo atento, expresando su disposición a ayudar o un hasta una próxima oportunidad, pueden hacer la diferencia entre concretar un negocio o perderlo.
La imagen entendida como este conjunto de atributos que transmite nuestra identidad y las buenas prácticas que demuestran nuestro profesionalismo son una puerta de entrada eficaz y efectiva en el tiempo. Por esto es cierto cuando alguien dice que no hay una segunda oportunidad para dar la primera mejor impresión.