Más de 12 países en el mundo han insertado en el currículo escolar clases de programación desde los primeros hasta los últimos grados.
Llegamos a Hamilton cuando el sol cedía el paso a la noche de Nueva Zelanda. La cuarta ciudad más grande de los kiwis resultó tan apacible como el resto de la isla. La vida transcurre allí en medio de una calma que todos cuidan con esmero. Michael Walmsley, fundador de Code Avengers, nos esperaba en la puerta de su empresa. No es fácil adivinar que esa discreta construcción modular es la guarida de un grupo de “nerds” de la computación que han creado una plataforma de aprendizaje virtual con presencia en 30 países. Desde afuera simplemente parece una bodega de productos agrícolas.
Luego de un breve tour que comenzó por una recepción un poco desaliñada, un cuarto de juegos con mesa de tenis de mesa y puffs para descansar, una sala con unos doce puestos de trabajo, y pequeñas salas de reuniones, Michael explicó cómo nació todo:
Cuando enseñaba a uno de mis hermanos menores el lenguaje JavaScript, quise que usara algunas páginas online. Pero no eran divertidas ni motivantes. Comencé a pensar en crear una página que fuera más divertida y que atrapara a mi hermano.
Eso fue hace 7 años. Cuando Michael estudiaba un doctorado en aprendizaje de lenguajes asistido por computadora. Estaba interesado en desarrollar tecnología para enseñarle a las personas a aprender un nuevo idioma. Se había concentrado en español luego de un viaje por Suramérica. Pero el desafío de enseñarle programación a su hermano se tragó toda su mente, al punto que negoció con su asesor del doctarado para que le diera tiempo libre y poder desarrollar los primeros cursos virtuales de programación.
Code Academy, Code school y otras compañías ofrecían educación virtual para programar. Pero ninguna satisfacía todas sus expectativas. Ni la de su hermano. “En los primeros 6 meses cree un curso de java script”, recuerda Michael. Una buena coincidencia se cruzó en su camino. El gobierno de Nueva Zelanda, siguiendo los pasos de Inglaterra y Australia, decidió en 2012 integrar al currículo escolar, desde los primeros grados hasta el último, clases de tecnología digital obligatorias.
Todo fue una bola de nieve a partir de ahí. Michael le pidió a su primo XXX, ingeniero de programación, que se sumara a la empresa. Los primeros cursos los compartió a una asociación de maestros donde rápidamente muchos de ellos descubrieron que era una herramienta ideal para enseñar.
“Las plataformas virtuales como Code Avengers son útiles para los estudiantes de alto desempeño porque luego de que un maestro introduce un concepto ellos pueden ir por más material para progresar por su cuenta. Pero también para los más débiles que pueden ir a su propio paso. Y para los maestros es útil porque pueden tener un montón de datos sobre el desempeño de cada uno de sus estudiantes”, dice Michael satisfecho de ver que su empresa en poco tiempo se expandió hasta 30 países y ya tiene 19 empleados directos. Está convencido que es la tecnología la que permitirá elevar la calidad educativa.
Hace un tiempo, otro convencido de elevar el aprendizaje de programación al mismo de una segunda lengua, Mitchel Resnick, del grupo de investigación Lifelong Kindergarten en el Media Lab del MIT, creador de Scratch, un lenguaje de programación diseñado para niños, insistía en que es necesario “cambiar la forma como las personas y niños perciben la programación”.
*Esta historia surgió durante la participación en la Semana de la Tecnología de Nueva Zelanda gracias a una invitación de la agencia de promoción del desarrollo económico y comercial del país.
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