Ya se está haciendo habitual en la escena bohemia de los bares de Londres la realización periódica de "las fiestas de la feromona", en la que las personas huelen bolsas con camisetas del sexo opuesto, buscando el atractivo a través de los aromas.
“Vamos, huelan todas las bolsas que quieran ¡diviértanse!”, anima la organizadora, Judy Nadel. La escena se desarrolla en un bar de moda del este de Londres, en el que decenas de personas olfatean unas bolsas de plástico en cuyo interior no hay ninguna sustancia ilícita, sino que unas camisetas usadas y vigorosas de olor.
La idea se le ocurrió en el año 2000 a las artista estadounidense Judith Prays, quien reconoce la parte experimental de esta nueva moda. “La primera vez que salí con alguien por razones puramente físicas relacionadas con el aroma fue increíble”, dijo al diario online The Daily.
“Quedé totalmente atraida por su olor, incluso cuando se me hacía objetivamente repugnante. Entonces me pregunté: ¿y si las personas se pudiesen elegir por su olor?”, naciendo así el pseudo-científico concepto de la “Feromona party”. El año 2000 Prays organizó la primera velada en Nueva York y fue un éxito.
El fenómeno fue pasando por diversas ciudades y estados, llegando a cruzar el océano e instalándose en la bohemia londinense.
El modus operandi es simple: se debe dormir con una polera de algodón blanco, limpia, durante tres noches para capturar la impronta de las feromonas. Luego, se refrigera en una bolsa plástica.
Hay que llegar a la fiesta con dicha bolsa, la que será numerada, marcada con una etiqueta (azul para los hombres, rosa para las mujeres) y situada en una mesa junto a otras. Los invitados pueden entonces oler a voluntad las diferentes bolsas a lo largo de la jornada.
Cuando un invitado cree haber encontrado su felicidad olfativa, se hace inmortalizar con la bolsa de su elección por el fotógrafo oficial. Las fotos se proyectan en diapositivas sobre un muro durante la velada. Y es entonces cuando se forman, o no se forman, las parejas…