Nisman fue hallado muerto de un tiro en la cabeza el 18 de enero de 2015 en el baño de su casa, un día antes de que pudiera presentar ante el Congreso de la Nación una denuncia formal contra la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner por encubrimiento de los autores intelectuales del atentado contra la AMIA, perpetrado el 18 de julio de 1994.
Argentina se enfrenta nuevamente a uno de los capítulos más oscuros de su historia reciente: la muerte del fiscal Alberto Nisman en 2015, que investigaba el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires. El estreno de un documental en Netflix reaviva los enigmas en torno a su muerte, en un país donde los motivos de preocupación, tanto de orden económico como político, no faltan en este 2020.
Nisman fue hallado muerto de un tiro en la cabeza el 18 de enero de 2015 en el baño de su casa, un día antes de que pudiera presentar ante el Congreso de la Nación una denuncia formal contra la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner por encubrimiento de los autores intelectuales del atentado contra la AMIA, perpetrado el 18 de julio de 1994. Ese atentado terrorista, el más cruento en la historia de América Latina, dejó un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos. Fue precedido por un ataque a la embajada de Israel en la capital argentina, el 17 de marzo de 1992, con un saldo de 22 muertos y 242 heridos. A 27 y 25 años respectivamente, ambos atentados siguen impunes. Y luego de cinco años, también sigue impune la muerte del fiscal, que causó un terremoto político y social que pone en tela de juicio la independencia del sistema judicial del país.
"El problema principal en el caso Nisman es que los procedimientos judiciales en Argentina no aparecen como sólidos”, dice a DW Mariana Llanos, especialista en política argentina del Instituto GIGA. "Si bien eso se da en muchos casos, en uno tan grave como el de Nisman, esos procedimientos deberían ser intachables”. El otro aspecto, según Llanos, son los avances de la política sobre la Justicia, "escandalosos” durante el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999) cuando se perpetró el atentado contra la AMIA. "Pareciera que no se ha querido encontrar la verdad en el caso Nisman”, añade, "y que la Justicia se ha perdido en los vericuetos, en los laberintos colaterales”.
Diferentes hipótesis, pero continúa la impunidad. En Argentina se tejen principalmente dos hipótesis acerca de la muerte de Nisman. Una es que el fiscal se suicidó debido a la presión de tener que presentar su acusación ante el Congreso, porque no contaba con pruebas sólidas. Otra es que a Nisman lo mataron porque tenía pruebas contundentes -en el memorando de 289 páginas que preparó contra Cristina Kichner- de que el gobierno estaba intentando encubrir a Irán. "No hay pruebas sólidas de que a Nisman lo mataron”, señala Leandro Morgenfeld, historiador e investigador de la Universidad de Buenos Aires y autor de ‘Relaciones Peligrosas: Argentina y Estados Unidos', en entrevista con DW. "Si se abona la teoría del asesinato, habría que pensar a quién beneficia esa teoría. No benefició al gobierno de Cristina Kirchner, que fue, en realidad, el principal perjudicado”, explica. "Creo que fue un suicidio -inducido o no-, pero no hay pruebas judiciales de que haya sido un asesinato”. Para Morgenfeld, "si bien la Justicia argentina en este caso es inoperante, lo que está por detrás del atentado a la AMIA y de la muerte de Nisman, en realidad, son intereses geopolíticos”.
De todos modos, cabe preguntarse cómo es posible que en un país como Argentina, donde se lograron esclarecer los crímenes más aberrantes de la última dictadura militar, no haya todavía claridad sobre la muerte de un fiscal de la Nación. "Argentina no es ejemplar en el esclarecimiento de crímenes de lesa humanidad por su sistema de Justicia, sino porque hubo, y hay, una enorme presión social para el juzgamiento de los culpables de terrorismo de Estado y para impedir que haya impunidad. En el caso AMIA también hubo esa presión social. Pero en el caso de Nisman hay claramente un uso político de la causa por factores internos que hizo que hasta ahora no se llegara a la verdad”, sostiene.
Laura Ginsberg: se debe formar "una comisión de investigación independiente”. Por su parte, Laura Ginsberg, referente de la Asociación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA), dijo a DW que Nisman fue parte de "la política de encubrimiento sobre quiénes fueron los responsables del atentado contra la AMIA, un encubrimiento que se sostiene por 25 años”. Según ella, "Fue Nisman quien articuló y orientó la conexión internacional y nos puso en un contexto casi bélico en el que había que ir tras el eje del mal, es decir, Irán. Todo eso, al servicio de intereses que no tienen que ver con los verdaderos responsables, que están aquí, en Argentina”. "La bomba en la AMIA fue una operación controlada por la misma SIDE (Servicios de Inteligencia del Estado, hoy AFI), no por la inteligencia iraní", sostiene.
"El crimen político contra la AMIA tampoco se va a resolver a través de la vía jurídica, por la sencilla razón de que la responsabilidad recae sobre el Estado argentino”, asegura. Laura Ginsberg dice tener la esperanza de que los casos AMIA y Nisman se esclarezcan, pero no por parte del Estado, sino con la formación de una comisión investigadora independiente."Hay que terminar con la polarización, con las novelas, y pasar a lo que sí se puede concretar. Sí se puede conocer la verdad. Pero hay que abandonar las vías jurídicas que ya han fracasado totalmente”, subraya.
"La muerte de Nisman se produce en un contexto de polarización política”, dice Mariana Llanos. "Hay muchas posibilidades de que se escape la verdad. Desde la ineficiencia, la falta de ética, la corrupción, y en el entramado se pierde el objetivo a largo plazo. Cada actor responde a sus intereses inmediatos, algo que lamentablemente siempre pasa en Argentina". En su opinión, en los años 80, después de haber recuperado la democracia, Argentina estaba unida para cimentar sus instituciones. Durante los 90, se comenzaron a instrumentalizar las instituciones y la Justicia, mientras que "en Alemania, por ejemplo, a nadie se le ocurriría instrumentalizar el Estado de derecho por una causa judicial”.
El caso Nisman y el nuevo gobierno argentino. El objetivo de la Justicia, en el caso Nisman y en el caso AMIA, debería haber sido siempre conocer la verdad, más allá de intereses políticos, y caiga quien caiga. Pero los puntos ciegos y las contradicciones siguen oscureciendo el camino. Alberto Fernández señaló en 2017 sobre la muerte de Nisman: "Dudo de que se haya suicidado”. Pero puso en tela de juicio que la denuncia contra la entonces presidenta argentina pudiera ser sustentada con pruebas. En ese entonces estaba alejado de Cristina Kirchner, tras haber renunciado como jefe de Gabinete, en 2008.
Actualmente, el ahora presidente argentino parece haber cambiado de opinión, y cuestiona el peritaje de Gendarmería diciendo que "parece carecer de todo rigor científico”. Así, se suma a quienes desconfían de la hipótesis del crimen. El miércoles (1.01.2020), Alberto Fernández dijo al diario Clarín: "Las pruebas acumuladas no dan lugar a pensar en que hubo un asesinato”. Sin embargo, tampoco cree en la hipótesis de un suicidio. La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, pidió incluso la revisión del caso. Esto generó críticas por parte de la oposición y de familiares de Nisman. Cristina Fernández de Kirchner sigue sosteniendo que fue un suicidio. Alberto Fernández tiene ahora la posibilidad de esclarecerlo estableciendo una comisión independiente.
"Si Argentina quiere conocer la verdad sobre el caso Nisman, todavía tiene posibilidades”, señala Llanos. "Pero es importante contar con información genuina, no perder el foco en la verdad y plantearse las preguntas correctas, evitando posturas que tengan contenido político. Un marco político polarizado no me parece el más propicio para encontrar las respuestas”, concluye.