La agrupación inglesa se presentará en Colombia en el marco de Cartagena XIII Festival de Música.
En 1977 las sondas espaciales de la NASA, Voyager 1 y 2, partieron a explorar el universo más allá de nuestro sistema solar, y cada una de ellas viaja en este momento con un disco de oro que contiene, entre otras cosas, imágenes y sonidos de nuestro planeta, saludos en numerosos idiomas y muestras musicales de la civilización humana, como el primer movimiento de la Quinta Sinfonía, de Ludwig van Beethoven, interpretado por la Orquesta Filarmonía de Londres (Philharmonia Orchestra), bajo la dirección de Otto Klemperer. Esa misma agrupación, cuyos sonidos se desplazan en los únicos objetos de fabricación humana que han salido del sistema solar, como parte de un mensaje amistoso y de buena voluntad dirigido a destinatarios inciertos, llegará a Colombia como orquesta oficial del Cartagena XIII Festival Internacional, que explorará ampliamente en su programación las relaciones entre música y ciencia.
La orquesta londinense subirá esta noche al escenario del Teatro Adolfo Mejía e inaugurará el Festival con un programa encabezado por el Concierto para clavecín N° 1, de Johann Sebastian Bach, en su transcripción para piano, a cargo de la gran virtuosa y especialista canadiense Angela Hewitt, quien además actuará como directora del conjunto. Por la atención que pone este evento en el elemento científico, la música de Bach cumplirá un papel importante, dada su capacidad para desplegar juegos numéricos que aluden a proporciones y simetrías.
Las otras tres obras del concierto inaugural serán dirigidas por la australiana Natalie Murray Beale, quien ha desarrollado buena parte de su carrera en Gran Bretaña y ha trabajado en varios proyectos con el director titular de la Filarmonía, el finlandés Esa-Pekka Salonen, convertido en uno de sus mentores. Bajo la batuta de esta mujer sonará primero Música celeste para orquesta de cuerdas, del estadounidense Aaron Jay Kernis. Luego vendrá el primer movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven, el mismo que ahora vuela en el espacio interestelar; y terminará con la Sinfonía 41 de Mozart, la última que compuso, apodada Júpiter por razones nunca aclaradas, pero que le hace un guiño con su nombre al tema del Festival.
La Filarmonía -que vino por primera vez a Colombia en 2014- llega cargada con su rica historia de 73 años, que la ha convertido en una de las grandes orquestas de Londres y el mundo. Nació ligada a los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial y se transformó en luz en la atmósfera de los estudios de grabación. El productor discográfico Walter Legge la fundó en 1945 para tener a su disposición una orquesta del más alto nivel, en un momento en que conjuntos más tradicionales de la ciudad, como la Sinfónica de Londres y la Filarmónica de Londres, habían sido mermadas y seriamente afectadas por el conflicto bélico. Reclutó los talentos más brillantes disponibles en el país, llamó a trabajar en el podio a directores legendarios como Richard Strauss, Wilhelm Furtwängler y Arturo Toscanini, y a jóvenes promesas como Herbert von Karajan, y en pocos años construyó una orquesta sinfónica de primer orden.
Aunque la agrupación ofrecía conciertos públicos, su principal actividad en los primeros años se desarrollaba en sesiones de grabación ante los micrófonos de la EMI, que creó un legado sonoro invaluable para la música clásica, con la firma de Legge como director artístico, en un tiempo en que se produjo la transición de la tecnología monofónica a la estereofónica. Entre los resultados atesorados entonces está el primer ciclo que grabó Karajan de las nueve Sinfonías de Beethoven. Hay un registro de referencia de Tristán e Isolda, de Wagner, con la dirección de Furtwängler y la voz de la soprano Kirsten Flagstad; y numerosas grabaciones de la mítica María Callas (Norma y Tosca, entre ellas, en este caso con la Orquesta de La Scala de Milán) que aún se consideran aportes imprescindibles al mundo de la lírica. Con algunos vaivenes y dificultades, luego vendrán para la orquesta las épocas de Klemperer, Riccardo Muti, Giuseppe Sinopoli, Christoph von Dohnányi y ahora la de Esa-Pekka Salonen, que desde el año 2008 es su director titular. Y Colombia puede afirmar que ha aportado su cuota a esa brillante trayectoria, porque en 1969 el violinista caleño Carlos Villa, después de un riguroso examen, fue escogido por el propio Klemperer para ocupar la plaza de violín principal (concertino), cargo que desempeñó durante cinco años.
La Filarmonía de Londres, entonces, llega al Caribe colombiano como ilustre invitada del Cartagena XIII Festival Internacional de Música, el mismo Caribe donde alguna vez, siendo niño, Carlos Villa se enamoró del sonido de violín, sin llegar a imaginar que años después se sentaría en el atril principal de las cuerdas de esa orquesta legendaria, que acaso tampoco pensó en llegar con su música a estas lejanas costas tropicales que hoy la reciben con admiración.