Mientras, en promedio, un francés bebe 52 litros de vino al año y un italiano 51, un español no supera los 17. Hace casi medio siglo la cifra llegaba a los 70 litros. La preferencia por otros licores merma el consumo en uno de los países más importantes de Europa en la producción de vinos.
Los países que producen vino son, por lo general, países que beben vino; hay excepciones curiosas, como Inglaterra, que lleva sin elaborar vino desde los tiempos de Enrique VIII pero que, a falta de vinos propios, ha mostrado siempre una gran afición a los que se elaboran en otros países.
La paradoja es que el país que, hoy por hoy, produce más cantidad de vino (más de cincuenta millones de hectolitros) esté casi a la cola del consumo por persona y año en Europa; pero eso es lo que sucede en España, que en menos de medio siglo ha pasado de consumir setenta litros por persona y año a unos ridículos 16,3, unas veintidós botellas cada año por persona. Para que se hagan una idea, cada francés se bebe al año 52 litros, y cada italiano, 51.
Esto podría sonar a estadísticas del tipo de las que demuestran que si usted se ha comido medio pollo y yo no lo he probado, nos hemos comido medio pollo cada uno. Pero va a ser que no, que es verdad, pese a que uno ve que la gente bebe vino; debe de ser que los bares que yo frecuento son de los llamados "de vinos", cuyo nombre lo dice todo, y no piso los denominados "de copas", así que mi visión es parcial.
En un pueblo llamado Barrantes, una región tradicionalmente bebedora de vino, de más vino del que producía, sucede algo un tanto extraño y es que las personas prefieren consumir agua, refrescos varios, cerveza por sobre el vino. Incluso, en algunos restaurantes donde hay grupos de unas 20 personas no se suele ver ni una botella, o peor aún, ni una copa de este licor sobre la mesa.
Se podría pensar que este fenómeno es por un tema de abstinencia al momento de conducir, pero de ser así, esto también afectaría a otros licores. También da para creer que es por un tema de facturación, sin embargo, el precio del vino, sobre todo en dicha zona, no es para asustar a nadie.
El margen que se aplicaba al vino en los restaurantes hasta hace poco era, sí, escandaloso; pero, primero, los hosteleros prefieren hoy vender más vino más barato a tener vino inmovilizado por cargarle un doscientos por ciento o más y, además, los precios de los vinos en esa casa no son como para disuadir a nadie.
Vale tener presente que hace poco acabó la LXII Fiesta del Albariño, en la que se beben, solo en los estands, entre 70.000 y 80.000 botellas de albariño. Un indicio que este fenómeno podría repuntar.
* Crónica EFE