A pesar de tener tiempo para prepararse para otra ola de contagios, el gobierno indio se centró en la negación. Pero ya es hora de que reconozca sus errores en lugar de culpar a otros.
Mi grupo de asistencia de COVID-19 en WhatsApp recibe cada segundo solicitudes de oxígeno, medicamentos antivirales y camas de hospital. Todo lo que puedo hacer es preguntarme cómo el gobierno del Partido Popular Indio (BJP) falló en su respuesta a la pandemia.
El gobierno tuvo un año para prepararse para esta ola. Pero cuando 2021 comenzó, se volvió complaciente, desmanteló los centros temporales de aislamiento y relajó el distanciamiento social y las medidas de cierre, a pesar de las señales de advertencia de una próxima ola y nuevas variantes en otros países.
India siempre ha tenido una brecha entre capacidad y necesidad en su sistema de salud. Los expertos lo han advertido por años.
Pero los líderes indios estaban demasiado confiados en que el hinduismo, los templos y un desafío ciego al COVID-19 eventualmente "expulsarían" el virus del país.
El 20 de marzo, el primer ministro Narendra Modi, un "héroe" para muchos, se dirigió a la nación e instó a la gente a quedarse en casa para evitar otro cierre. Pero mientras se esforzó por glorificar la respuesta de India a la ola actual de infecciones, no ofreció ningún plan para una inversión inmediata en atención médica.
El gobierno ahora está empeñado en culpar a la oposición y a los estados no controlados por el BJP por la mal administrada respuesta. Este nivel de política sucia está poniendo en peligro la vida de todos los indios, incluso de los que votaron por Modi y por el BJP.
Si el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, hubiera podido visitar India este mes, habría visto un país al que muy poco le importa el distanciamiento social, el uso de mascarillas o tomar otras precauciones. Algunas personas incluso llegaron a afirmar que el virus había abandonado el país.
Los indios creían que podían combatir el virus al confiar en medicamentos y remedios no certificados anunciados en WhatsApp, como la "kadha", una bebida ayurvédica, o Coronil, un medicamento fabricado por Patanjali, una empresa propiedad del practicante de yoga indio Baba Ramdev.
Durante esta pausa, surgió una nueva mutación del virus, mientras que los expertos y médicos continuaron advirtiendo sobre una nueva ola de coronavirus. El gobierno hizo la vista gorda a todo.
Pronto, la gente estaba haciendo llamadas desesperadas a políticos, burócratas y otras personas influyentes para usar su influencia y salvar a sus familiares. Los que no pudieron, vieron morir lentamente a sus seres queridos.
Yo misma fui víctima de esta nueva ola. Mi suegro no fue ingresado en un hospital a tiempo, lo que lo llevó a desarrollar neumonía. Finalmente murió el jueves.
No muchos tienen la suerte de conseguir una cama de hospital. Los hospitales de la capital Nueva Delhi están desbordados en este momento, con más de un paciente por cama.
Los menos afortunados están muriendo en los pasillos de los hospitales o en las ambulancias. El oxígeno y las drogas antivirales se acumulan en el mercado negro y personas inocentes desembolsan miles de rupias para asegurarse los escasos recursos.
INDIA SE ESTA AHOGANDO
Casi todas las personas que conozco tienen una historia desgarradora que compartir sobre la nueva ola de India. La infraestructura de salud del país se ha derrumbado bajo el peso de miles de casos. Los médicos están trabajando con sueño y energía limitados, mientras que los hospitales ahora están consiguiendo que los microbiólogos reemplacen a los doctores debido a la escasez de personal médico.
La gestión de la crisis de India es probablemente la peor del mundo en este momento, pero el gobierno de Modi cree que inyectar dinero en mítines electorales con miles de personas y renovar el área administrativa central de India traerá más laureles que salvar personas.
En lugar de admitir deficiencias obvias y tomar medidas concretas, el gobierno se ha rebajado tanto como para negar abiertamente que ha fracasado, e incluso ha contrarrestado las recomendaciones sobre el manejo de la pandemia del ex primer ministro Manmohan Singh, quien también dio positivo.
Lo que más me sorprende en este momento es que los políticos del partido gobernante están acaparando viales de remdesivir, a la vez que se niegan a compartir datos sobre la vacuna producida en India, pasando por alto el hecho de que el virus está literalmente en el aire.
Los políticos de alto nivel del BJP están luchando por conseguir camas de hospital para sus familiares. El año pasado, Modi hizo un llamado a los indios para que donaran a un fondo de COVID-19, pero el dinero no parece haber llegado al sistema de salud.
El pueblo necesita hacer que este gobierno rinda cuentas en las próximas elecciones nacionales, en lugar de complacer su estilo habitual de política religiosa. Las divisiones religiosas no están destruyendo a India, sino la flagrante negligencia administrativa.
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