La razón de por qué solemos mentirnos a nosotros mismos
Jueves, Agosto 10, 2017 - 10:35
La respuesta la tiene un sorprendente estudio realizado hace poco menos de 60 años, que sigue muy vigente hasta nuestros días.
Seguramente, alguna vez te habrás preguntado por qué te mientes a ti mismo, incluso dejando de lado tus valores y creencias, o tal vez no te diste cuenta en el momento, pero lo notaste después. Esto suele suceder en ciertas situaciones cotidianas o en momentos donde nos dejamos llevar por la mayoría para no quedar como desadaptados. La comprensión del siguiente experimento arroja una luz brillante sobre el mundo oscuro de nuestras motivaciones interiores.
Este estudio clásico de la psicología, fue llevado a cabo por Festinger y Carlsmith en 1959 y, a pesar de los años transcurridos, aún hoy sigue vigente. Este experimento es una obra maestra del engaño y para entenderlo es necesario ubicarnos en esa época y ser sujetos de este sondeo, recogido en el portal especializado Psy Blog.
El montaje
Estás en 1959 y eres estudiante de la Universidad de Standford, se te pide que tomes parte de un experimento para medir los resultados del desempeño en una tarea determinada, y como es obligatorio tomar parte de una cierta cantidad de pruebas para aprobar la clase, aceptas la propuesta.
Una vez en el lugar se te explica que la idea es medir cómo tus expectativas sobre la tarea a realizar afectan la experiencia de esa misma tarea. Al parecer hay dos grupos y en el tuyo se te pide, simplemente, que hagas la tarea sin darte ninguna expectativa positiva ni negativa respecto a la misma.
Haces la tarea, que consiste en mover cucharas dentro de una caja durante media hora y te parece aburridísima, la otra media hora la pasas moviendo clavijas en un tablero, lo que tampoco es muy atractivo. Cuando terminas de realizar el experimento te agradecen y te comentan que la gente encuentra la tarea muy interesante, pero te suena extraño, porque tú te aburriste muchísimo. Lo importante es que ya terminó y te da lo mismo.
El engaño
Cuando crees que puedes volver a tus tareas habituales, uno de los investigadores se te acerca y te explica que hubo un inconveniente y que necesitan tu ayuda. Hay que tomar la prueba al siguiente grupo, esa donde eran generadas expectativas sobre una tarea, y se te pide que tú seas quien genere esas expectativas. Por hacerlo te pagarán un dólar, que en 1959 no era despreciable.
De esa manera, debes decirle al sujeto que va a realizar la misma tarea que tú ya hiciste (la de las cucharas y las clavijas) que es muy interesante e importante. Y sientes una puntada de arrepentimiento, porque para ti fue solamente aburrida. Nuevamente el investigador agradece tu participación y ahora te pide que evalúes tú la tarea realizada. Te demoras un segundo y comienzas a pensar que quizás no haya sido tan aburrida como te pareció al principio, así que le das un puntaje de interés medio.
El autoconvencimiento
Tras finalizar la evaluación te encuentras con un compañero que participó en el mismo experimento y comparando notas te das cuenta de que hizo todo lo mismo que tú, no sólo la tarea de las cucharas y clavijas, sino que también le han pedido que ayude a estimular a otros participantes, pero que a él ¡le pagaron 20 dolares!
Ya empezaste a sospechar y le preguntas qué le pareció la actividad, entonces te responde que la tarea fue extremadamente aburrida. En cambio tú la defiendes, honestamente, alegando porque te pareció bastante interesante.
La disonancia cognitiva
¿Qué pasó aquí? Un punto de disonancia cognitiva: hay dos corrientes de pensamiento que se contradicen entre sí, entonces ¿cómo lidiamos con eso? Y ese es el verdadero punto del experimento.
En este caso realizas una tarea que te resulta en principio aburrida, pero luego se te pide que le digas a otro que en realidad es divertida, pero tú no andas por la vida mintiendo, así que ¿cómo resuelves la contradicción? Te convences a ti mismo de que la tarea fue entretenida, esto ayudado por el investigador que dijo que para otras personas fue interesante. Tu amigo, por otro lado, no tiene necesidad de recurrir a este truco mental, porque justifica su acción con el pago de 20 dólares.
El autoconvencimiento es una forma de reducir el malestar que conlleva lidiar con dos líneas de pensamiento contrarias, pero no es la única forma. La otra manera de reducir la disonancia cognitiva es interpretando la información para que coincida con nuestro punto de vista, aunque esto signifique tomar sólo aquella parte que coincide con nuestras creencias anteriores y desechar el resto.
A veces la forma de lidiar con la disonancia cognitiva se vuelve repetitiva y estereotipada, dando lugar a distintas patologías. La psicología cognitiva actual basa el tratamiento de los síntomas patológicos, buscando estas disonancias y procurando que el paciente encuentre la forma de repensar su solución.