Por Marcella Distrutti, Especialista en salud en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El otro día visité un centro de salud de primer nivel en el que trabajaban 50 personas en el cuerpo médico y ocho en el cuerpo de enfermería. Estoy segura que te sorprende tanto como a mí esa disparidad en números. Lo más interesante es que en la región de América Latina y del Caribe, esa diferencia es bastante común.
Según el Panorama de la Salud 2013 de la OECD, en la mayoría de los países miembros de esta organización, el número de personal de enfermería es significativamente superior al número del cuerpo médico. Sin embargo, en países como Brasil, México y Chile, ocurre lo contrario: en los países de la OECD hay 2,8 enfermeras o enfermeros por médico, mientras que en Brasil hay 0,8, en México 1,2 y en Chile, 2,4. En países como Suiza y Canadá, esta relación llega a 4,3.
El bajo número de enfermeros y enfermeras en los servicios acarrea ineficiencias productivas importantes en los sistemas de salud. Existen muchas causas por detrás de esta realidad en los países de la región, como el insuficiente número de graduados en cursos de enfermería, la ausencia de planes de carrera y políticas de incentivo para esta profesión, sumado a la emigración de personal calificado a otros países que tienen mejores salarios y status profesional. Además, hay un tema importante que se ha analizado escasamente: la inadecuada y, muchas veces, costosa combinación de profesionales y tareas en los servicios de salud.
Las tareas del personal de enfermería han evolucionado y actualmente este profesional está altamente calificado para realizar diversas funciones en los servicios de salud, o lo que se llama en inglés skill-mix. Esta combinación incluye actividades de salud pública y servicios clínicos que comprenden educación; promoción y prevención de enfermedades; atención a la salud “positiva” (asistencia prenatal, crecimiento y desarrollo de los niños y planificación familiar); y diagnóstico y tratamiento de enfermedades o problemas de salud, incluyendo atención a pacientes con padecimientos crónicos. El cuerpo de enfermería también está capacitado para realizar revisiones clínicas, solicitar exámenes diagnósticos y prescribir medicamentos (siempre y cuando estas actividades estén en conformidad con las normativas nacionales). Además, realizan actividades gerenciales.
La diversificación de actividades del cuerpo de enfermería, complementa las actividades del personal médico y facilita que éste se pueda enfocar en las actividades que requieren sus conocimientos y habilidades. La combinación de ambos grupos altamente capacitados genera un esquema más eficiente de recursos humanos en los establecimientos de salud. En efecto, estudios muestran que composiciones más eficientes pueden acarrear importantes ganancias en términos de acceso, calidad y reducción de costos.
El aumento del número y de las funciones del personal de enfermería en los servicios genera beneficios adicionales. Por lo general, su formación está muy enfocada hacia el cuidado del paciente, en su sentido más amplio, es decir, incluyendo el bienestar social, emocional y familiar. Esta característica, algunas veces considerada inherente a la profesión –la formación “humanista” o el “rol cuidador”–, aproxima al profesional con sus pacientes y a las familias de estos, fortalece la comunicación y permite una visión más holística de la salud del individuo; de esta forma, la combinación de capacidades del personal en los servicios de salud está asociada a una elevada tasa de satisfacción de los pacientes, porque debido a sus funciones, dedican más tiempo a los pacientes y se comunican mejor con ellos, les proporcionan más educación e información, – características muy asociadas al rol cuidador.
Además, el cuerpo de enfermería está asumiendo nuevos roles en los países donde tiene una participación más activa, como Canadá y Australia. Allí se cumplen roles de coordinación del cuidado del paciente al interior del establecimiento de salud y entre los diferentes niveles de asistencia; y garantizan la integralidad, en especial en equipos multidisciplinarios (por su perspectiva holística).
Estas nuevas funciones también son importantes para la región de América Latina y el Caribe, para garantizar la calidad de la asistencia al nivel hospitalario, para fortalecer la atención primaria, donde en general actúan cuerpos menores de enfermería–aunque la categoría profesional sea fundamental para el buen funcionamiento de este nivel de asistencia– y para poner en marcha el modelo de redes de atención que se está implementando en muchos países. La participación de este personal en la gestión del cuidado también debe ser promovido como un paso fundamental en dirección a la mejoría de la calidad y a la consolidación del nuevo modelo de asistencia.
Por todas estas razones, es muy importante superar los obstáculos que vienen contribuyendo con la baja participación del personal de enfermería en algunos países de la región. Es vital analizar las causas de la composición ineficiente de los profesionales de salud en los servicios y para ello es indispensable considerar:
1.- La necesidad de actualización de las normas nacionales que definen las competencias de cada categoría
2.- Las dinámicas de trabajo de los servicios de salud sustentadas en prácticas tradicionales de división de tarea que contribuyen a la resistencia al cambio
3.- La necesidad de ajustar los currículos de los profesionales de enfermería
En países como Canadá, Estados Unidos y Australia, por ejemplo, la “nueva” cátedra de enfermería avanzada, altamente especializada y con mayor autonomía para el desempeño de prácticas clínicas, sigue creciendo y demandando la redefinición de competencias, con evidencias positivas que pueden impactar en el acceso, en la calidad y en los costos. Es esencial que los cambios en este sentido se acompañen de entrenamiento y supervisión continuos; asimismo, es importante que se analicen las causas del bajo número de graduados en las escuelas de enfermería y la emigración de personal calificado.
En un periodo de cambios importantes en el perfil demográfico y epidemiológico de la población y frente a los retos financieros que se vislumbran para el sector de la salud en el futuro próximo, es muy importante que se promuevan iniciativas que incrementen la eficiencia del gasto y contribuyan para mejorar la salud de las personas. El aumento de la participación, en número y responsabilidades, del personal de enfermería en los servicios es un camino que debe ser explorado cada vez más por los formuladores de políticas de salud.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Gente Saludable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).