La escuela alemana dejó una huella en el mundo de la arquitectura, las artes y el diseño. Su influencia resalta en países como Chile.
Hace casi un siglo se fundó en Weimar, Alemania, la escuela Bauhaus, un movimiento de arquitectura y artes aplicadas que inspiró a varias generaciones.
"Surgió en 1919 como un proyecto social en la reciente República de Weimar, después de la Primera Guerra Mundial", cuenta a DW David Maulén de los Reyes, investigador de la corriente.
Desde los albores, Bauhaus destacó por su vanguardia. Su fundador, el arquitecto, urbanista y diseñador alemán Walter Gropius, hizo un controversial llamado, en aquellos años, a sus discípulos: "¡Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos volver a la artesanía! Pues no existe un arte como profesión".
Una difícil tarea para un movimiento inserto en una época en que las artes estaban asociadas a conceptos clásicos y románticos. La Bauhaus quería romper esquemas y democratizar el diseño para que estuviese al alcance de todos.
Este nuevo espíritu se expandió por el mundo. América Latina se empapó de Bauhaus, desde México y Cuba por el norte, hasta Chile y Argentina por el sur.
El éxodo
Pero antes de cruzar cualquier frontera, la Bauhaus se tuvo que enfrentar a un régimen que nunca vio con buenos ojos sus postulados.
"Era una escuela de inspiración socialista, internacionalista y judía (…) Profundamente democrática, humanista y con un manifiesto sentido social, al contrario del régimen nazi que ponía la arquitectura al servicio de una ideología", describe para DW el arquitecto Claudio Martínez Cerda.
Debido a este carácter, la Bauhaus estuvo desde su fundación rotando por distintas ciudades. En 1919, Weimar, luego Dessau, en 1925, para finalmente ubicarse, y por unos meses, en una fábrica abandonada de Berlín.
En 1933, las autoridades prusianas -que se encontraban en manos del partido nacionalsocialista- decidieron cerrar la Bauhaus. Comenzó así un éxodo masivo de sus integrantes.
A la fecha existe registro de más de 20 exestudiantes o profesores de la Bauhaus que llegaron a América Latina para quedarse, o bien por otros temas, como proyectos de trabajo y estudios.
En Chile, su influencia aparece desde la década del treinta hasta los setenta del siglo pasado. "Se observa en viviendas sociales, de muy buena calidad, casas particulares, colegios, centros comunitarios, hospitales, industrias y otro tipo de edificios públicos que articulan la vida de la ciudad", señala David Maulén.
La obra
Muchas de las ideas que trajeron consigo los bauhauslers -así llamados los integrantes de esta escuela- se materializaron en importantes obras arquitectónicas de Latinoamérica, como el Parador Ariston en Mar del Plata (Argentina) o el Mercado Municipal de Concepción (Chile).
Un integrante de esta escuela, que arribó a Chile e influenció con sus ideas, fue Tibor Weiner. El arquitecto húngaro desarrolló proyectos entre 1939 y 1948. Se le atribuyen el edificio Banco Estado de la Avenida Matta, un conjunto de departamentos en la calle Guayaquil y las terminaciones al Estadio Nacional, todas construcciones ubicadas en la ciudad de Santiago.
Pero su actuación más importante iba a ser en la reconstrucción de las ciudades de Chillán y Concepción, después del terremoto de 1939. En Chillán, los edificios del cuerpo de Bomberos y de la Gobernación se vinculan a Weiner.
"Ambos edificios son una fiel expresión de esta escuela, en que el racionalismo y la funcionalidad se colocan como el eje de la creación arquitectónica", dice a DW el arquitecto Claudio Martínez.
En Concepción, el Mercado Central es un testimonio Bauhaus que se impone con su gran bóveda, y que hasta hoy se mantiene intacta, pese a haber soportado en 2010 un terremoto de magnitud 8,8 grados Richter y en 2013 un gran incendio.
En esta ciudad, además, curiosamente se empieza a hablar tempranamente de la Bauhaus. El arquitecto Luis Darmendrail Salvo, creador del sitio web Historia Arquitectónica de Concepción, cuenta que allí, y ya desde la década del 30, se sabe de las nuevas tendencias germanas y del trabajo de arquitectos como Hannes Meyer y Walter Gropius.
La Bauhaus se dispersó por todo Chile. Hubo proyectos que incluso se quedaron a medias, como el centro comunitario para la Villa Berlín, en Valparaíso, del arquitecto, pintor, escultor y diseñador gráfico suizo Max Bill y una iglesia del arquitecto alemán Paul Linder para la congregación Ursulina, en la comuna de Maipú, y de la que hasta ahora solo se conservan los planos.
Cambiar el mundo
Pero no solo arquitectura dejó la Bauhaus en Chile. La escuela también apostó por la educación integrada con la comunidad. Y la llegada de Tibor Weiner fue crucial para la aplicación de una reforma universitaria.
"Además, con la aparición de los gobiernos radicales en el país se buscaba una arquitectura moderna como sinónimo de un cambio con fuerte sentido social. (…) Los arquitectos querían luchar contra la pobreza, ¡querían cambiar el mundo!... con su pensamiento rebelde, opuesto al dogma y a la academia", cuenta a DW Luis Darmendrail.
La llegada de esta reforma finalmente se tradujo en un nuevo plan de estudios en la Universidad de Chile e incluyó clases dictadas por el propio Tibor Weiner entre 1946 y 1948.
Las cátedras fueron un aliento fresco para las nuevas generaciones de arquitectos chilenos. De ahí que en adelante surgiera un grupo de selectos discípulos nacionales, como Osvaldo Cáceres y Abraham Schapira, entre tantos otros, y que plasmaron el sello Bauhaus en cada una de sus obras.
Cucharas, teteras y más…
Pronta a cumplir un siglo de historia, en Chile, Alemania y el resto del mundo ya se preparan actividades para dar a conocer el legado que dejó esta escuela.
Desde exposiciones, documentales, concursos de fotografías, cursos y hasta charlas con destacados exponentes del mundo de la arquitectura y las artes aplicadas.
"Un fenómeno como la Bauhaus en su real y compleja dimensión, multivariable, permite reconocer con mayor claridad cuáles son los cambios actuales y las problemáticas o sistema de preguntas que permanecen sin resolver", opina David Maulén.
"Esas sencillas cucharas con que preparamos café todos los días, las cafeteras e incluso muchos artefactos y sillas que pensamos son de diseño reciente fueron creadas en los talleres de esta escuela", dice el arquitecto Martínez.
La huella Bauhaus sigue tan presente en la arquitectura, el diseño gráfico, industrial, pintura e incluso en la fotografía. Una revolución mundial, con casi un siglo de historia y de origen germano.