Reporte IPBES determinó que el continente tiene el 40% de la capacidad ecosistémica del planeta para producir los recursos biológicos demandados.
Sobreexplotación y uso insostenible de los recursos naturales; contaminación del aire, tierra y agua; aumento del número de especies exóticas invasoras y cambio climático, son, entre otras, las causas de la degradación, reducción y pérdida de la biodiversidad mundial, según los informes regionales de evaluación del estado de la misma que se han presentado en el marco del congreso del Panel Intergubernamental Científico-Normativo para la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés) que se celebró en Medellín (Colombia).
Los informes regionales del IPBES, con sede en Bonn (Alemania), pretenden responder a cuestiones clave como la importancia de la biodiversidad, sus avances, amenazas y oportunidades y el ajuste de las políticas para un futuro más sostenible. "La evaluación de las Américas", que se ha elaborado durante cerca de tres años, ha contado con la participación de 130 expertos de 23 países del continente americano, entre presidentes, autores coordinadores, autores principales, autores colaboradores y editores revisores.
A pesar de que aún queda por registrar científicamente gran parte de la biodiversidad de todos los tipos de ecosistemas, particularmente en Sudamérica, "es la primera vez que se sistematiza buena parte del conocimiento disponible relacionado con los valores de la naturaleza, no solo de carácter económico sino también la relación de la naturaleza con la salud humana, los medios de vida y la cultura, así como de la importancia de la cosmovisión de los pueblos originarios. Esto ha permitido realizar una evaluación integral de la relación sociedad-naturaleza”, dijo a DW el costarricense Bernal Herrera-Fernández, autor principal y coordinador del reporte de IPBES para las Américas.
"La actividad económica en América Latina depende de las contribuciones materiales que brinda la naturaleza que también generan ingresos y apoyan las formas de vida y la salud de nuestras sociedades”, resaltó Vanesa Rodríguez Osuna, autora principal del resumen de la evaluación de las Américas. De este modo, hizo referencia a los alimentos, medicinas, fibras, materiales de construcción y fuentes de energía.
No obstante, el informe apunta que la pérdida de dicha biodiversidad tiene un alto costo económico. "El valor de la contribución de la naturaleza para el continente en términos monetarios asciende a alrededor de 24 trillones de dólares por año, o sea aproximadamente el equivalente del producto interno bruto del continente completo”, subrayó Herrera-Fernández. Esta pérdida "puede significar socavar la capacidad de producción de los sectores que contribuyen al desarrollo”, alertó.
Y es que según la argentina María Elena Zaccagnini, copresidenta del reporte del IPBES para las Américas, el continente americano tiene el 40% de la capacidad ecosistémica del planeta para producir los recursos biológicos demandados por las sociedades. "En otras palabras, tenemos tres veces más biocapacidad per cápita que un ciudadano promedio global”, explicó a DW.
A pesar de que en el continente americano habitan cerca del 35% de los mamíferos, 35% de los reptiles, 41% de las aves y 51% de los anfibios del mundo, el 25% de los grupos de especies que se evaluaron están experimentando amenazas de distintos tipos para su conservación. "Asimismo, las especies invasoras están aumentando y generando problemas. En Sudamérica, se ha documentado más de 100”, agregó.
Además, el informe alerta sobre una reducción de poblaciones de especies de aproximadamente un 31% con respecto a la colonización europea. "Esto no es necesariamente porque las especies se hayan extinguido, sino porque sus poblaciones se han minimizado, ya no son abundantes y por extinciones de poblaciones locales”, aclaró el colombiano Javier Ricardo Martin García, estudiante de postdoctorado de la Universidad Humboldt de Berlín (Alemania).
En este sentido, la evaluación del continente americano subraya que con el aumento de los efectos del cambio climático se prevé que esta pérdida alcance el 40% para 2050. "Es decir, en el 2050, el 9% de las especies que hoy vemos con facilidad en nuestro parque favorito, ya no las vamos a encontrar tan fácilmente”, agregó, y puso como ejemplo la disminución de las poblaciones de aves marinas. "Éstas se han visto afectadas por la disminución de su alimento, los peces, dadas las tendencias de sobrepesca en la región. Además algunas mueren por las mallas de pesca”, explicó Martin, quien también ha participado en la elaboración del informe.
Zaccagnini señaló a la conversión y degradación de las tierras como causa de de los problemas que afectan a la biodiversidad. "En la región del bioma Chaco en Sudamérica, el 34 % del mismo, que comprende a cinco países, ha sido ya convertido a agricultura, mientras que es al mismo tiempo importantes cuencas de ríos como el Paraná, Paraguay, Bermejo y Pilcomayo, que sufren cambios notables en sus ritmos de crecientes, infiltración, y catástrofes de inundaciones, derrumbes, y pérdidas de especies importantes para la alimentación y otros usos de los pobladores rurales y comunidades indígenas”, lamentó.
El informe destaca el aporte de los pueblos indígenas con la creación de una diversidad de sistemas de policultivo y agroforestería que han incrementado la biodiversidad y la configuración de los paisajes. En este sentido, Rodriguez subrayó su amplio conocimiento en cuanto a variedades domesticadas de plantas de papa, quinoa, maíz, cacao, chiles.
"En América se cuenta todavía con una población indígena de más de 60 millones de personas, quienes no solo han sobrevivido sino han convivido con la naturaleza por milenios. No obstante, los modos de vida modernos en muchos casos se han desacoplado de su entorno local, lo cual ha provocado una erosión, no solo del ambiente, sino también de los valores sociales, como el sentido de lugar, la diversidad lingüística y el conocimiento ecológico local y tradicional. América cuenta con 13% de la diversidad lingüística del mundo, pero 60% de estos idiomas se encuentran amenazados”, recordó Herrera-Fernández.
Según el reporte, la protección de áreas clave de biodiversidad en el continente americano aumentó 17% entre 1970 y 2010. No obstante, menos del 20% de las áreas clave de biodiversidad están protegidas y su cobertura varía significativamente.
El informe demuestra que las áreas protegidas y los proyectos de restauración son solo algunas de las intervenciones posibles. "Hay opciones y esa es la buena noticia en estos informes. No es que no se pueda hacer nada o sea demasiado tarde, pero es preciso seleccionar políticas públicas apropiadas”, opinó Zaccagnini. Por este motivo, consideró fundamental "que los temas ambientales no se traten en forma aislada o como un interés particular, sino que se aborde multisectorialmente atravesando los programas de muchos ministerios en forma conjunta”.
"Los sistemas de áreas protegidas de la región son sin duda un pilar en las políticas nacionales de conservación de la biodiversidad”, reconoció Herrera-Fernández, que abogó por diseñar políticas que conserven y restauren la biodiversidad en paisajes fuera de las áreas protegidas, integrando el enfoque multisectorial en iniciativas voluntarias tales como pagos por servicios ecosistémicos y ecocertificación. "Otras combinaciones apropiadas de políticas públicas incluyen cambios en el comportamiento individual y grupal; mejoras en tecnología, investigación, educación; campañas de concienciación del público y adecuar los niveles de financiamiento”, enumeró.
La evaluación de las Américas concluye que la continua pérdida de biodiversidad podría socavar el logro de algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS), así como algunos de los objetivos internacionales relacionados con el clima, como el Acuerdo de París. "Actuar para proteger y promover la biodiversidad es tan importante como lidiar con el cambio climático para alcanzar estas metas y acuerdos”, aseguró Rodrígez.
En este sentido, Manuel Pulgar-Vidal, líder del Programa Global de Clima y Energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), alabó la tarea de los científicos e instó al desarrollo de políticas públicas. "Para lograrlas, los encargados de tomar decisiones de este calibre deben reconocer que el cambio climático y la biodiversidad son los dos lados de la misma moneda ecológica”, declaró a DW. Por este motivo, el exministro de Medio Ambiente peruano exhortó a IPBES y su homólogo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) a producir un reporte conjunto sobre biodiversidad y cambio climático para 2022.