La lactancia materna mejora, en promedio, 3 puntos en el coeficiente intelectual , mejora los ingresos a largo plazo y la productividad.
Suele ocurrir: la sensación de que aquella funcionaria estatal, éste ejecutivo de una megacorporación o aquel mozo que atiende en el café (y que se niega a aceptar, dentro del pedido, el cambio de un componente de la ensalada por otro arguyendo alguna regla abstrusa) no entienden algo muy sencillo que, además, los beneficia. De inmediato o a largo plazo. Las respuestas al por qué son múltiples: que la injerencia estatal, que la ceguera corporativa, que los bajos sueldos de los mozos, que la pobreza de las relaciones humanas en la grandes ciudades, etc, etc. La razón real podría ser infinitamente más simple: falta de teta.
Al menos eso puede inferirse de Lactancia Lancet, el informe de los resultados de una serie de metanálisis de 1.300 estudios ligados a la lactancia, realizado por la prestigiosa revista médica Lancet. Publicada hoy viernes, afirma que “los costos (para el mundo) de la capacidad cognitiva baja asociada a no amamantar ascienden a más de US$ 300 mil millones cada año”. Es decir, el planeta se pierde el equivalente a la totalidad del mercado farmacéutico global debido a los efectos sobre la capacidad cognitiva de millones de personas, un poco o un mucho más tontas o menos perceptivas, que tuvieron un acceso deficiente a la lactancia materna.
Más de alguno puede objetar que hablamos de castillos en el aire: la inteligencia que falta, falta no más y no podemos saber cómo y para qué se habría usado si estuviera. Menos discutible es otro de los efectos relevados por el informe: cerca de 820.000 muertes infantiles podrían evitarse cada año (alrededor del 13% de todas las muertes de niños menores de 5 años y el 87% de los decesos de niños de menos de seis meses) mediante la mejora de las tasas de lactancia materna. Pero las ventajas no son sólo para los felices aferrados a la teta.
Por cada uno de los dos primeros años que una madre amamanta durante su vida, disminuye el riesgo de desarrollar cáncer de mama invasivo en un 6%. Ella también se beneficia de la reducción del riesgo de cáncer de ovario. Apróximadamente se previenen 20.000 muertes por cáncer de mama cada año gracias a la lactancia materna; y tasas mejoradas podrían prevenir otras 20.000 muertes anuales.
Dicho lo anterior, hay que destacar que la lactancia materna es una de las pocas conductas positivas relacionadas con la salud, que es más común en los países pobres que en los ricos. En ausencia de la lactancia materna, la brecha en la supervivencia de los niños entre ambos grupos de naciones sería aún mayor. Visto así, el apoyo “a la lactancia materna tiene sentido económico para los países ricos y pobres, y este último estudio lo demuestra", dijo la co-líder de la serie, el Dr. César Victora, profesor emérito del Centro Internacional para la Equidad en la Salud, Programa de Posgrado en Epidemiología, Universidad Federal de Pelotas en Brasil. Y agregó que "la lactancia materna es una intervención poderosa y única que beneficia a las madres y los niños, sin embargo, las tasas de lactancia no están mejorando como nos gustaría”. De hecho, en algunos países están disminuyendo. “Esperamos que la evidencia científica acumulada en esta serie ayudará a revertir estas tendencias negativas y crear una sociedad más sana para todos: madre, niño, pobres y ricos”. Volviendo al comienzo: el mundo sería más próspero si todos hubiéramos mamado más, afirman los investigadores.
¿Cómo llegaron a esa conclusión? Los datos del estudio se obtuvieron mediante el modelado de los beneficios económicos de la mejora de la cognición en base a estimaciones de un meta-análisis de 2015, que muestra que la lactancia materna ya está asociada con un mayor rendimiento en las pruebas de inteligencia en niños y adolescentes. Los estudios también muestran que el aumento de la inteligencia, como resultado de la lactancia materna (tres puntos de CI en promedio) termina traducida a un mejor desempeño académico, el aumento de los ingresos a largo plazo, y la mejora de la productividad. Si lo anterior parece poco, hay que sumarle la mejora del estado de los nervios del entorno familiar y hasta comunitario: un bebé que ama a su “teta buena” llora menos y comienza la vida con confianza. Si le tocó un buen mamar, en el futuro seguro que habrá algún sucedáneo de la teta que le volverá a dar serena felicidad.