El autor de Maine vuelve al relato breve en El Bazar de los Malos Sueños, una colección que varía en formas y temáticas.
El Observador | En el prólogo de una de las ediciones de la novela corta La Niebla, Stephen King escribía que para él las novelas eran como relaciones largas y serias, tanto para el lector como para el escritor. En cambio, los cuentos se le asemejan más a "un beso fortuito con un desconocido o una aventura de verano en la adolescencia". En la larga bibliografía del autor –lleva editados más de 60 libros- hay un poco de todo eso: desde "relaciones" muy buenas a desastrosas; pasando por "aventuras" brillantemente ejecutadas a otras más irregulares.
En la inquieta carrera del autor oriundo de Maine, el coqueteo con el relato breve es continuo, pero sus publicaciones son más esporádicas para evitar la saturación del mercado. Es por eso que, cada cuatro o cinco años, una nueva colección de relatos del autor ve la luz en un nuevo tomo especial.
El último trabajo similar se publicó en 2010 y se tituló Todo oscuro, sin estrellas. Este libro es un grupo de novelas cortas formidables y sumamente oscuras, que mostraron que el viejo King, aquel que había escrito el magnífico El Umbral de la Noche o Las cuatro estaciones, aún estaba activo.
Siete años después se edita El Bazar de los Malos Sueños, un volumen que recupera tanto historias inéditas como algunas que solo habían sido publicadas en inglés.
En ese sentido, este libro -que llegó a las librerías uruguayas hace poco menos de mes y medio- es bastante ecléctico en temáticas y formatos. A lo largo de 600 páginas (que se pueden hacer un poco extensas) King configura un volumen donde se pueden encontrar cuentos muy cortos, otros casi tan largos como novelas e incluso dos poemas que lo sacan del registro habitual.
Lo interesante del libro, además, es que cada una de las piezas que lo componen tiene una pequeña introducción del autor, en la que explica de donde tomó la idea para escribirlo. Más allá de que siempre es interesante saber lo que cruza por la mente de un escritor, resulta sorprendente ver que para King, una historia puede surgir de cualquier lugar, incluso de un cruce de miradas con una desconocida o de una noticia leída en un portal web.
Una colección irregular
Con El Bazar de los Malos Sueños, el autor propone un viaje por varios cuentos, donde destacan Área 81, Chico malo, Necro y Ur, los cuatro más extensos del volumen.
El primero recuerda mucho a uno de los éxitos de los 80 de King, Christine, al plantear un misterioso coche que cobra vida y se convierte en una amenaza para una alejada área de servicios en una ruta rural de Maine. Ur, mientras tanto, puede parecer similar a 22/11/63, dado que aborda el problema de las alteraciones temporales.
Chico malo y Necro, en cambio, resultan más renovadores, sobre todo el último, que plantea la historia de un escritor de necrológicas en un medio sensacionalista, con el poder de matar a distancia si escribe el obituario de esa persona. Simple, pero muy efectivo.
Donde sí erra King (y donde lo hace feo) es en sus poemas, que son dos y bien podrían no estar. Claramente, llenan espacio y uno simplemente puede saltearlos.
El resto de los cuentos, si bien hay varios entretenidos –La duna o Fuegos artificiales en estado de ebriedad, por ejemplo-, no terminan de destacar y completan un trabajo que queda a medio camino entre sus recopilaciones de relatos breves más destacados y aquellos más prescindibles. En el acierto o en el error, el veterano actor despliega ante el lector una variedad de "productos" para todos los gustos en un bazar donde hay de todo para elegir.