Por Rodrigo Parreira, CEO de Logicalis Latinoamérica
Son muchos los desafíos que las empresas e instituciones tendrán que enfrentar en los próximos años en relación a la transformación digital. Desde el punto de vista tecnológico se renovarán infraestructuras, habrá que rediseñar aplicaciones y revisar modelos operativos y de gobernanza. Las cuestiones de la seguridad de la información y de la privacidad de los individuos estarán siempre presentes, con nuevas, y cada vez más frecuentes amenazas, alimentadas por componentes sofisticados de inteligencia artificial.
Existirán herramientas de gestión avanzadas e innovadoras que serán necesarias para administrar ambientes híbridos de TI y flujos dinámicos de informaciones entre diferentes distancias. El objetivo final será dar flexibilidad y escalabilidad a los diferentes modelos de negocios, permitiendo reconfiguraciones, adaptaciones y la creación y destrucción de productos y servicios en tiempo real, siempre en línea con la demanda de los usuarios y consumidores. Todo esto a escala global, a través de implementaciones locales.
La tecnología ya está en eso. Si bien todavía necesita evolucionar en muchos aspectos, la dirección a seguir está cada vez más clara y los grandes desarrolladores, así como las startups y los proveedores de propuestas de valor más segmentados saben exactamente por dónde avanzar. Frente a esto, la principal barrera que veremos en los próximos años será la disponibilidad de personas capaces de navegar en este ambiente extremadamente veloz y de constantes cambios.
Este desafío será aún mayor en los mercados emergentes, como es el caso de América Latina. Si observamos los indicadores de educación de los países de la región veremos que estamos todos prácticamente en el mismo barco: una educación (pública y privada) pobre, alejada de la realidad, que genera personas prácticamente analfabetas en lo que respecta a sus componentes cognitivos fundamentales (lenguaje, matemática y ciencias).
Esta deficiencia ya tiene impacto, y lo tendrá todavía más, en la productividad de los trabajadores en la región. En términos económicos la productividad en América Latina se encuentra estancada hace muchos años. El ejemplo que siempre se usa como benchmark para este tema es la comparación entre la productividad de los trabajadores brasileños y sus pares coreanos: en la década del 70, un brasileño producía un 10% más que un surcoreano. Hoy produce un tercio. O sea, un coreano agrega, en promedio, el mismo valor que tres brasileños. ¿Cómo llegamos a eso? La respuesta es simple: educación. Corea del Sur, desde la década del 50 del siglo pasado, invierte mucho en educación, formando personas cada vez más calificadas como una apuesta a largo plazo.
Para revertir este panorama necesitamos incorporar rápidamente más tecnología en la educación y formar profesionales capaces de entender la dinámica que vendrá, con sus cambios en los modelos y en la cultura del trabajo. Personas que puedan dominar las herramientas básicas para la productividad en el siglo XXI. La transformación digital impacta a América Latina en este momento.
El rol de los empresarios, como formadores de opinión y responsables en el diseño e implementación de este proceso, es fundamental para posicionar estos temas en foros de discusión, entidades de clase y grupos sectoriales en los que participamos. Necesitamos contribuir para cambiar este escenario y garantizar que América Latina esté preparada para enfrentar y capturar las oportunidades que surgirán asociadas a esta gran revolución económica que se acerca.