Formular objetivos que ilusionen pero sean realistas y tener la facultad de identificar correctamente los recursos necesarios para llevar a cabo un proyecto, son algunos de los factores determinantes.
Actualmente gestionar una entidad deportiva se ha vuelto fundamental para alcanzar objetivos concretos. Es por eso que la industria del deporte ha estado contemplando como indispensable la incorporación de profesionales bien formados que sepan realmente como llevar a cabo una eficiente administración en esta área.
Para el director del Máster en Dirección y Gestión del Deporte de la UPF-Barcelona School of Management, Carles Murillo, “el conocimiento del sector y de las áreas funcionales de la empresa, junto a la importancia de las cuestiones de la ética en las corporaciones y la adquisición de determinadas competencias generales e instrumentales, constituyen el gran reclamo de los agentes económicos en el sector”.
Asimismo agregó que la gestión del deporte faculta a los dirigentes a tomar decisiones de una manera más informada bajo los principios del funcionamiento económico del sistema deportivo, tanto desde la perspectiva de la provisión de servicios, la organización de actividades, el financiamiento de las mismas, la dirección y gestión de equipos de personas, o el uso y aprovechamiento de las nuevas tecnologías y las redes sociales.
Cabe destacar que según el coordinador del magíster en Gestión Deportiva de la chilena Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Marcelo González, actualmente existe una demanda creciente por especializarte en esta área. Sin embargo alude a que esta alza no debe traducirse en la incorporación de nuevos programas sino que en la profesionalización de mejores gestores.
Misma situación estaría ocurriendo en España donde la gestión deportiva ha pasado de ser una anécdota a ser una necesidad, según explicó Murillo.
Pero ¿cómo llevar a cabo una buena gestión deportiva? He aquí las 10 claves recomendadas por Carles Murillo de la UPF.
1. Formular objetivos ilusionantes pero realistas.
2. Saber convertir una idea genial en un modelo de negocio rentable.
3. Tener la facultad de identificar correctamente los recursos necesarios para llevar a cabo un proyecto y elegir entre las alternativas posibles de manera eficaz.
4. Transformar de manera adecuada la información, tanto interna a la organización como del entorno, en conocimiento al servicio de los objetivos formulados.
5. Otorgar la prioridad al cliente, sobre todo en las empresas de servicios.
6. Establecer puentes de colaboración permanente con todos los stakeholders.
7. Diferenciar la oferta productiva y posicionarla adecuadamente en el marcado, entendido de manera lo más amplia y global posible.
8. Conseguir arropar el proyecto de un equipo de personas comprometidas con la institución, motivadas y dirigidas de manera adecuada y con incentivo.
9. Establecer una cultura de la evaluación en todas y cada una de las parcelas de actuación de la institución mediante un conjunto de indicadores útiles para la monitorización de la marcha de la entidad.
10. Hacer de la flexibilidad una virtud que permita la adaptación rápida al cambio permanente en el que vivimos