Investigaciones de la Universidad Mayor de Chile, determinaron la existencia en estos insectos de un microorganismo llamado Lactobacillus L. kunkeei, cuyo efecto terapéutico y probiótico es capaz de interactuar con patógenos que, hasta ahora, son resistentes a fármacos y medidas sanitarias.
El intestino de las abejas guarda grandes secretos para la salud. Particularmente, unas bacterias benéficas que podrían ayudar a combatir diversas infecciones en las personas.
Así lo revelan investigaciones de la Universidad Mayor, que determinaron la existencia de un microorganismo llamado Lactobacillus L. kunkeei, cuyo efecto terapéutico y probiótico es capaz de interactuar con patógenos que, hasta ahora, son resistentes a fármacos y medidas sanitarias.
Según explica la Dra. Annette Trombert, científica del Centro de Genómica y Bioinformática de la U. Mayor, la bacteria hallada en los polinizadores podría evitar la colonización de la Pseudomonas aeruginosa, un patógeno altamente dañino para el ser humano que genera infección en los pulmones, vías respiratorias, vías urinarias y los tejidos.
Muchas de estas infecciones -adquiridas con frecuencia al interior de hospitales- también podrían ocasionar neumonía e infecciones generalizadas (sepsis).
“Hemos observado que L. kunkeei posee genes y sustancias antimicrobianas potentes que pueden adherirse a células humanas y proteger contra la infección de estas Pseudomonas, que hoy están a nivel de urgencia, ya que resisten al uso de antibióticos, detergentes y desinfectantes”, señala la Dra. Trombert.
“Este hallazgo es relevante y nos permite proyectarlo como una potencial terapia. Algunos de estos beneficios ya los hemos estudiado en modelos animales (larvas de polilla) y aún debemos seguir avanzando en nuestras investigaciones”, agrega la académica.
Un trabajo que lleva tiempo
Desde hace unos años, el Centro de Genómica e Informática de la U. Mayor estudia la microbiota, es decir, el conjunto de microorganismos que se localizan de manera normal en distintos sitios del cuerpo humano. Esto, enfocado tanto en la salud humana como en la animal.
“Nos interesa conocer, especialmente, las bacterias del tipo Lactobacillus, dentro de las cuales hay ejemplares con efectos benéficos y probióticos que tienen capacidad de sintetizar antimicrobianos y, por lo tanto, son fuente de sustancias con actividad antipatogénica. Buscamos realizar estudios de forma personalizada, encontrando beneficios para humanos y animales”, explica Annette Trombert.
En ese contexto, y junto al Centro de Emprendimiento Apícola (CEAPI), los científicos se han enfocado en explorar la microbiota de la abeja, logrando convertirse en el primer grupo en secuenciar genéticamente algunas de las cepas más benéficas para la salud. Entre estas destaca L. kunkeei, la que fue secuenciada por completo, permitiendo también con ello hacer estudios funcionales y seguir buscando sus propiedades.