Estudio plantea que esta “inmovilidad tónica” puede generar mayores traumatismos en la víctima, así como implicaciones para el modo en que se tratan las violaciones en los tribunales y hospitales.
La investigación publicada en Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica explica que las agresiones sexuales son una de las experiencias más traumáticas por las que puede pasar una persona y que se vuelven aún peor cuando decides denunciarla, teniendo que responder a una serie de preguntas dolorosas. Esto, puede despertar un sentimiento de culpa y vergüenza por sentir que debiste resistir más, gritar más, hacer algo.
Sin embargo, así lo exige el sistema legal, ya que necesitan signos visibles de resistencia, porque cuando no aparecen, sólo existe la versión de la persona y es más difícil probarlo. Ante esto, un grupo de expertos plantean que la mayoría de víctimas de violación pueden experimentar una parálisis involuntaria que bloquea la resistencia ante el abusador. El término exacto que emplean es “inmovilidad tónica”.
Este término describe un estado de parálisis involuntaria en el que los individuos no pueden moverse o, en muchos casos, ni hablar. La revista Scientific American explica que en los animales, por ejemplo, esta reacción se considera una defensa a un ataque de un depredador cuando otras formas de defensa no son posibles y que es un fenómeno que se ha observado en humanos, principalmente en soldados en batalla y en víctima de agresión sexual.
Para este estudio participaron 298 mujeres que acudieron a una clínica de urgencias para mujeres violadas en Estocolmo entre febrero de 2009 y diciembre de 2011. Los investigadores utilizaron la Escala de Inmovilidad Tónica de 12 apartados para evaluar en cada mujer la presentación del fenómeno en el momento de la agresión. Un total de 69,8% de las mujeres informaron experimentar inmovilidad tónica significativa durante su agresión y el 47,7% informó inmovilidad tónica extrema.
Aún cuando se cree que es una reacción normal, aquí buscan desacreditarla, porque aquellos que experimentaron una inmovilidad tónica extrema tenían el doble de probabilidades de sufrir trastorno de estrés postraumático y tres veces más probabilidades de sufrir depresión grave en los meses posteriores al ataque que las mujeres que no tenían esta respuesta.
Por otro lado, "puede que los tribunales se inclinen a desestimar la noción de violación si al parecer la víctima no se resistió. Por este motivo, y en aras de la salud mental de la víctima, la inmovilidad tónica debería evaluarse de forma rutinaria en todas las víctimas de agresión sexual", afirmó la Dra. Anna Möller, PhD, del Instituto Karolinksa y el Hospital General del Sur de Estocolmo, en Suecia, quien lideró este estudio.