Cristián Cofré, socio de Conexión Ingenieros, refiere sobre los tres grandes factores que influyen en la felicidad laboral.
Si es uno de los millones de chilenos que está inserto en el mundo laboral seguramente más de alguna vez habrá leído o escuchado sobre la felicidad en el trabajo o sobre aquellas empresas con el mejor clima organizacional, es decir, donde los empleados “lo pasan bien haciendo su pega”.
Y es que el tema de la felicidad laboral ha estado muy “de moda” en estos últimos años en el país. Es más, cada vez hay más organizaciones preocupadas del ambiente existente en la oficina, de ver contentos a sus trabajadores y de cuidar o evitar la fuga de aquellos talentos que son considerados imprescindibles.
No hay que olvidar que quien trabaja destina un tercio de su tiempo al día a aquello. Ahora, tales horas, generalmente entre 8 y 10, de lunes a viernes, pueden ser una tortura o pueden ser una experiencia muy agradable y enriquecedora.
Incluso hay algunos que van más allá en esto, al afirmar que “Si una persona escoge un trabajo que le guste, nunca tendrá que trabajar ni un solo día de su vida”. Pero ¿cuántos de los chilenos tienen de verdad la posibilidad de poder escoger un trabajo que les apasione? ¿La felicidad depende del entorno y de los demás, o depende de uno mismo?
Los budistas, por ejemplo, piensan que la felicidad es una elección que cada uno de nosotros hacemos y un estado que se puede controlar con la mente. Todos queremos ser felices. Todos buscamos la felicidad, pero ¿cómo aplicar esta filosofía al ámbito profesional?
Según Cristián Cofré, socio de Conexión Ingenieros, la felicidad en la oficina es posible, pues el concepto de bienestar ha pasado en las últimas décadas desde el plano filosófico o abstracto al escenario empresarial, es decir, pragmático.
“Hoy en día la felicidad en el trabajo es un tema de interés para los gerentes y se sabe que influye directamente en la productividad de los empleados”, manifiesta el busca talentos. En este sentido, sostiene que la felicidad en el trabajo depende, principalmente, de tres grandes factores, como son:
- Clima organizacional. Esto tiene que ver con los valores, el impacto positivo en la sociedad, el estilo de gestión, responsabilidad social, las relaciones con los compañeros y las condiciones laborales en general. Por ejemplo, un estilo de liderazgo cercano, donde no falte la retroalimentación constante logrará construir equipos de trabajo y no grupos laborales. “Esto genera confianza, fomenta la proactividad, el autoliderazgo y consigue que todos remen hacia las mismas metas que tiene la compañía y todos se sienten parte del logro alcanzado. Por otro lado, una jefatura autoritaria o ausente, sin seguimiento de las tareas o que se impone por control, sin transparencia, logrará un resultado opuesto y un ambiente competitivo”, explica Cofré.
- Motivación personal. Desde esta perspectiva, asevera el socio de Conexión Ingenieros, es muy importante encontrar un balance entre el trabajo y la vida personal. En esta categoría de factores entran el estado de salud, la autoestima, el aporte que cada uno de los miembros del equipo entrega de forma personal a través de sus cualidades, las redes de apoyo dentro del ámbito profesional, etc. “Ahora, no hay que confundirse: trabajo es trabajo y asado es asado. Sí bien las empresas ofrecen beneficios y alternativas para pasarlo bien o poder alternar horas de trabajo con alguna actividad recreativa, hay que ser consciente que uno viene a trabajar, no a jugar futbol. Un ambiente de ocio constante en la oficina también es contraproducente”.
- Derechos y obligaciones diarias. El experto menciona que esta categoría tiene que ver con el nivel de calificación y el nivel de las exigencias diarias, con el grado de involucramiento en la toma de decisiones, con la posibilidad de desarrollo personal constante, la posibilidad de innovar y ser creativo en el día a día.
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