La pandemia aceleró los procesos de digitalización y con esto se generaron mayores posibilidades para cometer algunos fraudes académicos. Sin embargo, en las universidades de la región han tomado algunas medidas para evitarlo, aunque quieren ir más allá y promover e instalar una cultura de integridad y honestidad.
Desde plagiar hasta pagar para que les resuelvan una prueba. La pandemia pudo haber acelerado no solo la adopción de la tecnología en las aulas universitarias, sino que también abrió las puertas para conductas poco éticas entre los estudiantes.
Si bien no son la mayoría, al interior de las casas de estudios existe consenso en que algunos estudiantes incurren en estos comportamientos motivados por diferentes razones: tener problemas para aprender y dominar un área, sentir la presión de sus padres, no gustarles la materia o sentir que ésta no está relacionada con el área de su saber.
Las universidades comenzaron a actuar, mediante la contratación de plataformas que les permitieran identificarlos o adoptando nuevos mecanismos de evaluación.
“Definitivamente este es un reto, porque la virtualidad se presta para que algunos estudiantes se copien más entre ellos y manden a hacer trabajos. Es un fenómeno que indiscutiblemente está presente. No lo hemos medido estadísticamente, pero sabemos que es parte de la ecuación y un reto para trabajar en la virtualidad”, señala Nathalia Franco, jefa del Centro de Integridad en la Universidad EAFIT.
Gloria Villegas, jefa de Nuevas Tecnologías en Educación de la Universidad EIA de Colombia, añade que “algunas universidades contrataron servicios de vigilancia digital, otras modificaron la forma de evaluación con bancos de preguntas aleatorias y calculadas, por ejemplo. Algunos profesores están mezclando examen escrito con sustentación oral”.
Desde Turnitin, donde ofrecen diferentes productos con diversas funciones, entre estos la detección de similitud, la retroalimentación y verificación de autoría y la calificación de los trabajos; notaron al inicio de la pandemia un aumento en la demanda de sus servicios por parte de las universidades.
“Entre marzo y abril se nos triplicaron los envíos con respecto a los mismos meses del año anterior. Probablemente, el aumento de trabajo en línea se debe a que muchas de las actividades y exámenes, que anteriormente se hacían en clases presenciales, se han hecho de manera online durante este periodo”, indica Catalina Londoño, gerente de Servicios Profesionales y Educativos de Turnitin.
Lodoño, además, agrega que “hemos mantenido a los clientes y obviamente también hay clientes nuevos asociados a la pandemia, pero el gran impacto fue en términos de uso y no tanto en número de clientes”.
A propósito de las nuevas necesidades, la compañía abrió el producto de evaluación Gradescope hasta el 31 de diciembre para que cualquier persona lo pueda usar gratuitamente y se hicieron algunas concesiones a los actuales clientes, como aumentar el número de estudiantes que pueden ingresar a la plataforma y dar flexibilidad en las formas de pago.
Aunque las casas de estudio han experimentado desde siempre este tipo de problemáticas, es ahora cuando deben modificar su actuar y adaptarse a esta nueva realidad que demanda otras acciones.
Después de todo, es clave que las instituciones de educación sean más activas a la hora de promover la integridad entre sus estudiantes y profesores.
“La preocupación no solo debe residir en transmitir conocimientos, sino en incentivar el pensamiento crítico y el fomento de valores, que si bien vienen del hogar, es en las aulas donde se puede intentar cambiar para bien a las personas que vienen a capacitarse”, dice Peter Yamakawa, decano de ESAN Graduate School of Business, donde cuentan con un Reglamento del Tribunal de Honor Universitario donde están los alcances del buen comportamiento que se les exige a los estudiantes.
De la filosofía moral a su aplicación
Al ver que el fraude al interior de la universidad estaba aumentando, en EAFIT dieron inicio al proyecto “Atreverse a pensar” en 2011, el cual se convirtió en un programa que se extendió hasta 2016. Un año después se creó el Centro de Integridad, donde se trabajan temas que abordan desde el reglamento académico hasta asuntos de formación para acompañar a estudiantes y profesores en lo que se refiere al fraude y cómo evitarlo, entender el sentido de la norma y por qué es importante cumplirla, entre otras cosas.
Ahora, en la universidad colombiana buscan que la integridad sea parte del día a día de la comunidad estudiantil, pasando de la filosofía moral a su aplicación. “Llegamos a la conclusión de que la integridad debe ser parte del día a día, del currículum y de la malla de cada uno de los programas para que de una manera muy deliberada los profesores traigan el tema de la ética y la integridad a sus cursos, y que se haga de maneras audaces a través de metodologías que inviten a desarrollar la competencia del pensamiento crítico”, indica Nathalia Franco, de EAFIT.
En la Universidad de Chile también se han preocupado de promover e instalar una cultura de integridad y honestidad académica, la que se ha apoyado de herramientas digitales como Turnitin, pero que va más allá. No solo se usan este tipo de herramientas para pesquisar y gestionar los casos, si no que también de manera preventiva, entendiendo que se trata de un contexto formativo.
"Bajo esa lógica de educación, donde el profesorado, los gestores y la institución se enmarca en este proceso, hay políticas institucionales y acciones de los gestores y responsables del currículo para instalar estos procesos, pero sobre todo hay grandes acciones que deben darse al interior del aula para promover esto. ¿Cómo logramos que algo tan importante para la integridad académica y la ética profesional, sea parte de la cotidianeidad, no como algo paralelo ni extraordinario, sino que como algo íntegro de la formación?", señala Óscar Jerez, académico de la Facultad de Negocios de la U. de Chile.
En la universidad han aplicado herramientas digitales para diversos tipos de trabajos estudiantiles, desde aquellos más cotidianos hasta para exámenes de grado, que se han trabajado de forma remota.
“No tiene que ver con solo sancionar y poder detectar los casos. Especialmente, en los primeros años que no están acostumbrados a la escritura académica ni conocen cuál es el estándar que se debe utilizar. Muchas veces no es que quieran generar un engaño, sino que tienen un desconocimiento. Por ejemplo, cuando se activa la carga de una tarea en LMS, le puedo pedir a la plataforma que le indique previamente al estudiante al momento de cargar el archivo cuál es la evaluación de porcentaje de similitud. Así pueden ver si lo están haciendo bien o mal, teniendo la opción de enmendarlo antes de enviárselo al docente", señala Beatriz Hasbún, coordinadora del área de desarrollo docente del Centro de Enseñanza y Aprendizaje de la Facultad de Economía y Negocios.
Y agrega que lo importante no solo es enfocarse en la sanción, sino que enseñarles a utilizar estas herramientas para prevenir que estos casos no sucedan y enseñarles el estándar para un texto académico.
Tanto la colombiana EIA como la chilena Universidad del Desarrollo (UDD) imparten cursos de ética en sus programas académicos. Mientras EIA lo hace desde que comenzaron sus programas de pregrado, en UDD los dictan en el pregrado, el magíster y el doctorado. Además, hace cinco años tienen un comité de disciplina y ética que evalúa y sanciona las posibles acciones reñidas con la ética.
En la Universidad EIA hacen evaluaciones a profesores y asignaturas, considerando el factor de la ética, y han realizado campañas con afiches promoviendo la ética y el respeto. Desde 2010, además, cuentan con el servicio de Turnitin. “Llamamos a las tareas Turnitin ‘Confesionarios’, por la promesa de que nadie los iba a revisar, sería su responsabilidad y la de nadie más. Era nuestra propuesta pedagógica. No obstante, en las aulas, los profesores también usaban esta plataforma con fines formativos y evaluativos. Hoy se presentan exámenes parciales y finales en Tareas Turnitin, al igual que todo el proceso de elaboración del trabajo de grado, desde anteproyecto hasta el trabajo final”, explica Villegas.
Recientemente, EIA creó otro servicio de oficinas digitales para que los directores de trabajo de grado puedan reunirse a revisar junto con los estudiantes el avance de sus informes.
Tomando conciencia
En general, varias universidades en la región han comenzado a tomar conciencia sobre lo crucial que es construir una cultura de integridad y ética entre sus estudiantes y profesores.
“Ello obedece a que las universidades vienen adaptándose a los mismos cambios de la sociedad, que demanda mejores condiciones para sus ciudadanos, tanto a nivel de reducción de brechas, igualdad de oportunidades y una mayor consciencia sobre la necesidad de combatir y acabar con el sexismo, el machismo, la discriminación, el acoso, etc. Al mismo tiempo también existe una mayor preocupación por educar sobre cómo prevenir situaciones de este tipo”, indica Yamakawa, de ESAN.
Sin embargo, para varios todavía es un reto evitar el fraude. “Yo creo que en Chile, lamentablemente estamos lejos de otros países con respecto a las medidas en favor de la ética y el comportamiento esperado. En algunas universidades del mundo, en especial Europa y EE.UU., el comportamiento ético se garantiza o promueve principalmente a través de la firma de un código de honor. Si bien en Chile se han implementado dichas medidas, aparentemente no serían suficientes para disuadir y evitar las malas prácticas”, dice Matías Lira, decano de la Facultad de Economía y Negocios UDD.
Y lo cierto es que en América Latina las universidades se están enfocando no sólo en las malas prácticas, sino que en todo el proceso, sobre todo en acciones para prevenir estos comportamientos. Si bien en varias carreras es posible ver este tipo de conductas, suelen ocurrir en materias más complejas.
Franco, de EAFIT, dice que lo han visto "en ciencias duras como cálculos, matemáticas financieras y en algunas materias de carreras de ingenierías. En cambio, no sucede tanto en en humanidades, por ejemplo, donde hay otro tipo de evaluaciones, con más análisis".
Esto último es clave para evitar estos fraudes, es por eso que se puede evaluar a los estudiantes oral y argumentativamente y exigir que las cámaras estén prendidas durante los exámenes. Pese a estas estrategias y herramientas digitales que ayudan a minimizar el fraude, no es posible evitar estas coductas por completo.
"Apoyamos con proyectos y apostamos por reflexiones y posturas, pero al final cada sujeto toma la decisión de actuar o no con integridad y sentir las reglas", dice Franco. Villegas, de la Universidad EIA, añade que "en la vida real, cuando sean profesionales, se les van a presentar muchas oportunidades y algunos van a caer con mucha facilidad. Este es el momento para entrenar el espíritu. Cada oportunidad que derroten la tentación los hará más fuertes. Hoy es una nota, después será la libertad".