Un estudio holandés, que involucró a 6.000 gemelos y mellizos, buscó responder por qué algunos leen más que otros.
De sus clases de español en el colegio probablemente recuerde que el grupo de compañeros se podía dividir en dos. Aquellos que se arrojaban a leer el libro tan pronto les era asignada la tarea e, incluso, lo hacían con placer. Y aquellos otros a los que les costaba pasar una página tras otra y llegaban a clase con el libro a medio leer.
Si es de los que estaban en ese segundo grupo, probablemente también tenga algún recuerdo de su profesor diciéndole que debía mejorar sus “habilidades lectoras” o de reuniones con sus padres que buscaban descifrar cómo hacer que a usted le gustara leer más. ¿Pero por qué le costaba tanto leer frente a sus compañeros? ¿Por qué algunos leen más que otros?
Esta última fue la pregunta que buscó resolver un grupo de psicólogos de la Universidad Vrije de Ámsterdam (Países Bajos). Después de analizar los datos de más de 6.000 parejas de gemelos y mellizos, llegaron a la conclusión de que las buenas habilidades de lecturas tienen un gran componente genético.
Específicamente, el equipo recopiló los datos de más de 11.000 niños holandeses entre los siete y los ocho años, a cuyos padres y profesores les hicieron un cuestionario sobre sus capacidades como lectores. Sólo hacer este censo les tomó diez años.
Ya con la información en mano, los psicólogos, liderados por la profesora Elsje van Bergen, empezaron a clasificar los resultados dependiendo de si se trataba de mellizos o gemelos, ya que los primeros comparten menos información genética entre ellos que los segundos. Así, los holandeses pudieron demostrar que mientras los gemelos tienen la misma predisposición por la lectura, los mellizos tienen diferencias más fuertes.
“Las diferencias genéticas entre niños afectan hasta en un 87 % la diferencia de habilidades de lectura”, afirmó Van Bergen al periódico español El País. Con esto el estudio, publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry, cuestiona el hecho de que ser un buen lector dependa exclusivamente de la disciplina y la educación. La genética también juega su rol. Es más, según la investigación, las habilidades sólo influyen en el tiempo y la cantidad de lectura en un 16%.
Esto, claro, no quiere decir que la lectura sea un hábito que no se pueda mejorar y que quienes nacen con “malos genes” de lectura están condenados a que les cueste. Más bien quiere decir que leer es una mezcla de factores donde se cruzan la genética, la atención, las destrezas finas, la memoria, el sentido del ritmo y la coordinación. Todas últimas cosas que se pueden pulir y trabajar con el tiempo.
Por esto, Van Bergen espera que su estudio no sea malinterpretado y que tanto padres como colegios sigan motivando a los niños a acercarse a los libros. “Leer tendría que ser una elección, no una obligación. En la biblioteca de las escuelas es importante que haya una buena variedad de libros y alguien que ayude a los niños a coger un libro adecuado a sus intereses y nivel de lectura”, comentó a El País.
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