Según un estudio adelantado por la institución y publicado en el Journal of Infectious Diseases, las madres infectadas con malaria durante el embarazo podrían pasarles más de sus células a su bebé y, de esta manera, alterar el riesgo del niño de enfermarse por el parásito más tarde en su vida.
Que las madres les pasan algunas de sus células a sus fetos a través de la placenta no es ningún descubrimiento. De hecho, el proceso tiene un nombre: microquimerismo. Pero no fue esto lo que sorprendió a los médicos del Centro de Investigación para el Cáncer Fred Hutchinson sobre las células que transfieren las madres enfermas de malaria a sus pequeños hijos.
Según un estudio adelantado por la institución y publicado en el Journal of Infectious Diseases, las madres infectadas con malaria durante el embarazo podrían pasarles más de sus células a su bebé y, de esta manera, alterar el riesgo del niño de enfermarse por el parásito más tarde en su vida. Es más: la investigación sugiere que las células de las madres podrían pasar de forma directa al sistema inmunológico del menor, incluso después del nacimiento.
El estudio consistió en analizar muestras de sangre de 53 cordones umbilicales de madres de Tanzania infectadas con malaria en su placenta. El equipo liderado por el profesor de la Universidad de Washington, Whitney Harrington, buscó entender la forma como la malaria altera el intercambio de células entre las madres y sus bebés en el embarazo. Encontraron que estos bebés compartían entre 1 y 10 % más células con sus progenitoras que los bebés de madres sanas.
La hipótesis de los médicos es que la malaria afecta las proteínas de la placenta, generando un paso exagerado de células desde el cuerpo de la madre hacia el bebé.
Pero lo que pasó con los niños después del nacimiento fue aún más interesante. El seguimiento que les hicieron a los menores mostró que aquellos con niveles más altos de microquimerismo (o con más células de sus mamás) tenían el doble de posibilidades de infectarse con malaria. No obstante, su riesgo de enfermarse por esas infecciones se redujo a la mitad.
Esto sugiere que las células maternas podrían darles a los niños algún tipo de defensa contra la enfermedad. Si bien todavía no está muy claro cómo funciona esa protección, el profesor Harrington señaló dos posibles caminos. El primero es que las células del sistema inmunológico de las madres estén pasando al cuerpo de los niños y que reconozcan de forma directa al parásito de la malaria en ellos. El segundo es que actúen de forma indirecta, enseñándole al cuerpo del niño cómo reconocer y actuar ante el patógeno.
La idea es continuar el seguimiento a los menores para ver hasta qué punto en su vida tiene efecto este fenómeno.