Dos investigadoras de la Universidad de Valladolid han analizado empíricamente, por primera vez, la influencia del nivel educativo sobre la autopercepción de la salud desde una perspectiva de género en España. El trabajo ha sido publicado en PLOS One.
Aunque las mujeres viven más años que los hombres, la percepción que tienen sobre su estado de salud es más pobre. Multitud de estudios han tratado de profundizar en este asunto, centrándose fundamentalmente en la clase social o el nivel de ingresos como posibles determinantes socioeconómicos que afectan a la salud autopercibida. También es conocida la influencia positiva del nivel educativo sobre la salud, pero hasta el momento no se había abordado en profundidad desde una perspectiva de diferencias de género.
Dos investigadoras del departamento de Fundamentos del Análisis Económico e Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Valladolid (UVa), Carmen García Prieto y Sara Pinillos Franco, han analizado en un trabajo publicado recientemente en la revista PLOS One si el hecho de tener un mayor nivel formativo influye efectivamente en la forma en que los ciudadanos perciben su salud y si existen diferencias en los resultados obtenidos respecto a hombres y mujeres.
“Hemos tratado de comprobar si existen desigualdades en la medida en que los hombres y las mujeres perciben su salud y si la educación superior ayuda a reducir la brecha de género en salud existente”, precisan las investigadoras. El estudio se inició en el año 2015 y forma parte de la tesis doctoral de Sara Pinillos Franco.
Las investigadoras resaltan la importancia de promover la educación, “ya que no solo incrementa el nivel de salud de la población en general, sino que también contribuye a reducir las desigualdades socioeconómicas de género en salud a lo largo del tiempo”.
Los motivos: precariedad laboral y condiciones del hogar
Para llevar a cabo el estudio, tomaron la Encuesta de Calidad de Vida del año 2012 para España. Seleccionaron a personas entre 25 y 65 años, presumiendo que a partir de dicha edad ya se ha finalizado la formación académica. Después, midieron el efecto de la educación en la salud autopercibida para toda la muestra seleccionada y para hombres y mujeres por separado. También segregaron a las personas en función de su nivel educativo y comprobaron el efecto del género en la salud.
“Hemos construido un modelo econométrico para cada uno de los grupos de población, y hemos tenido en cuenta diversos factores sociales y económicos que pueden afectar a la relación entre salud y educación, tales como el nivel de ingresos, la situación laboral, la edad, la situación en el hogar o el entorno en el que los individuos desarrollan su vida”, explican.
Los resultados del trabajo sugieren que el nivel educativo influye en las desigualdades de género en salud, aunque tan solo encuentran diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en el estado de salud declarado por el grupo de personas con menor nivel formativo. Las mujeres con menos estudios tienen una percepción peor de su salud, principalmente debido a la precariedad laboral y las condiciones del hogar. En cambio, “entre las personas con mayor nivel educativo no se observan diferencias de género significativas en la salud autopercibida”, añaden.