Según las cifras del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21, las mujeres presentan un mayor nivel de demanda y exigencia familiar y laboral.
Existen diversas investigaciones sobre la brecha existente entre hombres y mujeres en cuanto a salario, oportunidades laborales y condiciones de trabajo. Sin embargo, no se conocen estudios que evalúen la existencia de una brecha femenina en cuanto a la calidad de vida y bienestar laboral en Argentina.
En este marco, el Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21, desarrolló una investigación con una muestra de más de 1.000 entrevistas en la que destaca la brecha en cuanto a la calidad de vida entre hombres y mujeres. El Observatorio realizó este estudio basándose en cuatro ejes principales: el conflicto familia-trabajo; el estrés y su relación con el agotamiento; el ocio y su efecto en la desconexión; y, finalmente, cómo esto se traduce en diversas sintomatologías emocionales.
Algunos de los datos más relevantes son:
- El 20% de las mujeres nunca tiene tiempo para hobbies y tiene dificultades en concentrarse en su trabajo por estar preocupado por asuntos domésticos. En ambos casos, los hombres se diferencian por casi un 5% menos.
- El 33% de las mujeres se encuentran agotadas después de una jornada laboral, mientras que slo un 26% de los hombres se siente así. Además, a este mismo porcentaje le cuesta relajarse después de un día laboral, algo que solamente le ocurre al 23% de los hombres. Una de las principales razones del agotamiento es el“cinismo”, es decir, un estadio psicológico caracterizado porla falta de interés e identificación por el trabajo. Así, frente a elevados niveles de agotamiento, el individuo se vuelve menos sensible a bajar su productividad laboral o hasta a mantener un bajo desempeño. Sin embargo, se observó que las mujeres a pesar de presentar mayores niveles de agotamiento, no presentan medias superiores de cinismo. La correlación entre agotamiento y cinismo es mayor en hombres (r=41) que en mujeres (r=37). Esto contribuye amantener los niveles de estrés a largo plazo.
- Realizar actividades de ocio se asocia a un mejor funcionamiento psicológico. Pero no es suficiente con tener tiempo para el ocio, sino que debe existir un proceso eficiente de desconexión. Las mujeres poseen mayores dificultades para recuperarse luego de la jornada laboral en relación a los hombres: el 14% de las mujeres nunca se toma tiempo para descansar luego de la jornada laboral y el 27% no puede olvidarse del mismo cuando finaliza; mientras que solamente el 10% de los hombres no se toma tiempo de descanso por fuera del trabajo, y un 25% no deja de pensar en ello.
- El doble de mujeres (23%) que de hombres (10%) sienten tensión, dolor muscular, mayores niveles de fatiga, ansiedad, problemas de concentración y decaimiento. Esto demuestra cómo hay más mujeres que se sienten menos interesadas por hacer las cosas, tienen la sensación de estar decaídas, deprimidas o desesperanzadas, presentan problemas de concentración, cansancio y fatiga, se sienten inquietas y les cuesta permanecer sentadas. Además, confirman que se sienten fracasadas, que han decepcionado a su familia y están nerviosas, ansiosas y con los nervios “de puntas”.
- Las mujeres con edades entre los 41 y 50 años son las que presentan mayores niveles de agotamiento, conflictos familia-trabajo, más dificultades para concentrarse y disfrutan menos del ocio. Por lo contrario, las mujeres que menos porcentaje presentaron fueron aquellas que tienen entre 18 y 30 años.
- Las mujeres se sienten igual de agotadas en Capital Federal, Rosario y Córdoba. Sin embargo, las mujeres de la capital del país mostraron niveles más bajos de desconexión en comparación al resto de las provincias (28% frente a 32% en San Miguel de Tucumán).
Estas nuevas cifras revelan que las mujeres presentan un mayor nivel de demanda y exigencia familiar y laboral. Por esta razón, existe una brecha en cuanto a la calidad de vida y el bienestar de las mujeres. En términos generales, las mujeres presentan mayores conflictos en la relación familia-trabajo, mayores niveles de estrés y agotamiento, más problemas para relajarse y recuperarse luego de una jornada laboral y, finalmente, mayores problemas emocionales: ansiedad, depresión y somatizaciones.