La educación en los colegios no debe estar sólo al servicio de éstas, ni tampoco estar de espaldas a ellas.
Las exigencias de las pruebas externas que evalúan la calidad de la educación que se imparte en los colegios colombianos es cada vez más alta.
Tanto las de Estado -Saber-, como las internacionales -Pisa-, a las que se someten los estudiantes a lo largo de su educación primaria y media, se caracterizan por estar compuestas por exámenes robustos, bien diseñados y construidos bajo un sustento teórico claro -modelo de evaluación basado en evidencias-, razón por la que pueden sopesar con bastante acierto hasta qué punto un estudiante ha adquirido algunos de los aprendizajes que de él se esperan en los lapsos en que éstas se aplican, que en el caso colombiano son 3, 5, 9 y 11 grados.
En este sentido, obtener buenos puntajes se ha convertido en una prioridad para los directivos de los colegios e indudablemente un motivo de competencia entre instituciones -animado por los ránquines que publican algunos medios-, así como un criterio que sirve de norte a los padres de familia para seleccionar el colegio de sus hijos.
Estos listados de los “mejores” colegios del país cobran tanto peso, que hasta se ha llegado a pensar que el único censor con que se puede medir la calidad de los establecimientos educativos son sus resultados en Saber. Nada más alejado de la realidad. La calidad educativa es un concepto complejo y los exámenes escritos, de selección múltiple, sólo pueden dar cuenta de los aprendizajes que con estas restricciones se puedan medir.
En lenguaje, por ejemplo, se evalúan dos competencias: la lectora y la escritora, pero como no hay solicitudes reales de escritura-, dado que no se formulan preguntas abiertas-, de esta segunda competencia sólo se puede evaluar el primer proceso que forma parte de la producción de un texto: la planeación. Quedan así por fuera de la evaluación la redacción como tal y la posterior corrección del escrito.
Tener conciencia de esta limitante coligada a las pruebas de papel y lápiz es importante, pero no definitiva. Por el contrario, los establecimientos educativos deben sacar provecho de la información que arrojan los reportes de las mismas, pues aunque éstas no midan todas las habilidades y competencias que debe poseer un joven al finalizar su bachillerato, sus resultados sirven para adelantar acciones de mejora en las instituciones, con el fin de incrementar el desempeño de los estudiantes en las competencias que las pruebas sí logran evaluar.
Los informes que entregan el Ministerio de Educación (MEN) y el Icfesvienen actualmente discriminados por institución y por alumno. De tal suerte, el colegio puede encontrar allí qué fortalezas y qué debilidades tiene en cada competencia evaluada. En gráficas observará qué porcentaje de estudiantes contestó bien o mal determinadas preguntas, identificando, sin lugar a dudas, a qué aprendizajes y evidencias del mismo, dicho cuestionamiento apunta.
Poner esta información en diálogo con los planes de área es de suma utilidad. Es posible que en el currículo no se esté dando tanta importancia a algunas de las temáticas que varios estudiantes no pudieron contestar correctamente. De esta manera, estos datos se convierten en un excelente insumo de actualización curricular que, de ser posible, debe ponerse en manos de un equipo interdisciplinario de docentes que sepa sacar el máximo provecho de cada una de las partes del informe que entrega el Icfes.
Adicionalmente, para adelantar esta labor, docentes y directivos pueden hacer uso de tres documentos que el MEN ha emitido en los últimos años: los “Derechos Básicos de Aprendizaje (DBA)”, las “Mallas curriculares” y la “Matriz de referencia del Icfes” -la plantilla que hace públicos aquellos conocimientos que se evalúan anualmente-.
Estas y otras acciones, como a) Realizar simulacros con las cartillas con que se hacen las pruebas; b) Hacer ejercicios con las preguntas liberadas por el Icfes que se encuentran en internet; c) Usar los enlaces de apoyo publicados en la página de “Colombia Aprende”, y d) Generar una trazabilidad del desempeño que cada estudiante proyecta en cada aplicación del examen durante su trayectoria escolar, ayudan a que los colegios tengan mejores resultados cada año y a que los estudiantes se sientan más cómodos presentando estas pruebas a las cuales deben someterse periódicamente, tanto si están en Colombia como si emprenden estudios en el exterior.
En todo caso, es imprescindible tener presente que la educación en los colegios no debe estar sólo al servicio de las pruebas externas, pero que tampoco puede darse el lujo de estar de espaldas a ellas. Por el contrario, debe hacer del uso de sus resultados una oportunidad de mejora permanente para el bien de los estudiantes, las instituciones y el mejoramiento del índice de calidad educativa con que internacionalmente se logre la meta nacional de ser, para 2025, “Colombia, la más educada de América Latina”.
*Asesora de calidad educativa. Doctorado Lingüística Hispánica Universidad de Montreal
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