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Las tendencias que marcarán el futuro de la filantropía en Chile
Martes, Junio 2, 2015 - 09:07

Por Rosa Madera, directora ejecutiva de la Fundación Ibáñez Atkinson.

El avance de la filantropía requiere de un cambio cultural que ya comenzó en Chile y que se manifiesta en un creciente número de familias que apoyan y promueven acciones sociales e iniciativas en educación y cultura entre otros.

Dos hechos que están ocurriendo en América Latina y que afectan al mundo filantrópico y del cual Chile no es ajeno son el crecimiento de la riqueza y la masificación de la educación.

El crecimiento de la riqueza ha hecho que el número de familias que participan en la filantropía organizada y más pública sea cada vez mayor. Comparada con otras regiones del mundo América Latina tiene el mayor porcentaje de individuos de ultra high net worth 1 2,4 comparado con el promedio global de 0,9 %.

Chile no está ajeno a este fenómeno de proliferación de fundaciones y se puede observar un gran crecimiento en los últimos 10 años.

Según cifras de Boston Consulting Group, empresa líder mundial de consultoría en estrategia empresarial, en Chile existen unas 180 mil familias que poseen activos líquidos disponibles por 100 mil y 250 mil dólares cada una y además una treintena de hogares, que manejan más de 100 millones de dólares.

Es difícil saber con exactitud si todo ese “mercado” participa de la filantropía o concretamente quiere crear su propia fundación pero todas las señales indican que existe una tendencia a participar de este proceso. En los mismos family office donde se gestionan las fortunas de varios grupos, reconocen la existencia de fondos que se manejan separadamente y de manera muy conservadora, con el único destino de ir alimentando una causa filantrópica.

Asimismo los hijos o descendientes de empresarios están mostrando una gran sensibilidad para crear organizaciones sin fines de lucro, que se comprometen con causas sociales y hacen de eso su vida.

La mayoría de las fundaciones establecidas en los últimos 15 años en Chile, la educación se destaca claramente como su campo prioritario.

La preferencia hacia la educación representa un paso adelante hacia una filantropía orientada al desarrollo y el cambio social. Para donantes, gobiernos y agencias de cooperación, la educación hoy es clave para el desarrollo y la mejora de la calidad de vida. A su vez, en los sectores empresariales existe un interés expreso en contar con una fuerza de trabajo más educada y con mayores habilidades.

Para las Fundaciones es fundamental fijarse en la capacidad organizacional que se requiere para una ejecución efectiva. Para obtener resultados excelentes y sostenibles, se requiere contratar a las personas indicadas y asignarles el trabajo a su medida, así como tener procesos que les ayuden a trabajar juntas para tomar decisiones inteligentes y proveerles los recursos apropiados por medio de un modelo financiero sostenible en el tiempo.

Con frecuencia, las familias utilizan una fundación como vehículo para organizar y llevar a cabo sus intereses filantrópicos comunes pero al igual que en todas las organizaciones basadas en una familia, las fundaciones familiares atraviesan transiciones predecibles, importantes y difíciles a medida que la familia y la empresa crecen en complejidad a través de tiempo. A menudo, el proceso de cambio comienza con el retiro o fallecimiento del donante fundador, que generalmente controlaba la fundación y la junta directiva. Los miembros de la familia —el cónyuge del fundador, los hijos, nietos, miembros de la familia extendida y familiares políticos— se enfrentan con el desafío de volver a definir el legado del fundador, a la vez que desarrollan su propia visión del futuro y dan forma a una estructura de administración más inclusiva.

En 2013 se creó la Fundación Ibáñez Atkinson, la Familia Ibáñez Atkinson considera relevante formalizar el apoyo filantrópico de forma organizada mediante una Fundación Familiar para perpetuar los valores familiares que tuvieron la suerte de recibir, y en los que creen firmemente necesario replicar.

Su deseo es comprometerse con Chile y trascender en la sociedad nacional y porque no en el mundo. Todo esto mediante unos proyectos elegidos bajo estrictos estándares de calidad monitoreados por una dirección de una ejecutiva externa que liderará la factibilidad de los proyectos.

Es unánime en la Familia Ibáñez Atkinson que esta Fundación estaría orientada a conseguir un Chile más culto dentro de un entorno amistoso con el medio ambiente y seguro. Esta frase simboliza los temas con lo que la familia vibra y por ello se pretende lograr que la sociedad chilena también los tome como propios.

Descubrimos que medir impacto de los programas y proyectos está siendo “el caballo de batalla” de muchas fundaciones, no basta con solucionar problemas y lograr los objetivos planteados en la estrategia si no que es importante saber cómo se logra y cuáles son los puntos a mejorar.

Según los expertos, existen tres grandes tendencias que marcarán el futuro de la filantropía en Chile.

La primera prever que en los próximos años las empresas reorientarán los montos de dinero que entregan a acciones filantrópicas. No es rol de la empresa regalar dinero, sino que es hacer negocios de manera responsable, creando valor y eliminando las transferencias de valor, invirtiendo mayores sumas en provocar estas mejoras internas, dejando que sean sus accionistas los que donen su dinero una vez que reciben sus debidos dividendos

La segunda tendencia será gatillada por los cambios que genere el proyecto de ley que establece una la ley única de donaciones que se acaba de firmar en marzo. El cuerpo legal incentiva la beneficencia y mejora el sistema de franquicias tributarias que posee la ley de donaciones.

Y una tercera tendencia se inclina por las micro donaciones que facilita a los donantes el seguimiento de los proyectos que financian. En estas se aprovechan la existencia de redes sociales, los medios de pago en línea y la cultura de comunidades online donde muchos aportes serán capaces de financiar una causa.

Por último, es importante resaltar que hay que hacer más esfuerzos para difundir las donaciones que se hacen, dado el efecto “contagio” que se generaría y realizar seminarios y encuentros de discusión sobre buenas prácticas filantrópicas de otros países, en especial EE.UU. y Europa para aumentar la profesionalización de las donaciones, aumentando su impacto, discutir sobre las herencias, y plantear como una opción que los hijos reciben sólo fracciones pequeñas de las fortunas. Esto es vital para los hijos (diversos estudios destacan el efecto negativo en su formación al heredar grandes fortunas), así como para avanzar hacia una sociedad de real igualdad de oportunidades.

 

Autores

Rosa Madera